La nueva Ley de Ciencia de CLM, un paso hacia el futuro

Diana López Gómez – Diputada del Grupo Socialista en las Cortes de Castilla-La Mancha. 

Una región que invierte en ciencia es una región que apuesta por su futuro. Una de las lecciones que nos ha dejado esta pandemia es la importancia de la comunidad científica para afrontar grandes desafíos como el de la COVID-19. Por este motivo, es una buena noticia que una de las primeras leyes aprobadas en Castilla-La Mancha, una vez que hemos podido reanudar con normalidad la actividad parlamentaria, haya sido la denominada Ley de Ciencia.

El Diario Oficial de la región (DOCM) publicó este mismo lunes la normativa, cuyo nombre completo es el de Ley de Fomento y Coordinación del Sistema de Investigación, Desarrollo e Innovación de Castilla-La Mancha. Una ley de la que cabe destacar que recibió luz verde de la Cámara regional sin el voto en contra de ningún grupo parlamentario y que ha sido impulsada -como todos los avances hasta ahora en la región- por un gobierno socialista.

Nuestra nueva Ley de Ciencia es una normativa pionera que permitirá a Castilla-La Mancha, a través de más recursos e inversión económica, asentar los cimientos para garantizar que el esfuerzo público regional en I+D+i sea lo más eficiente posible.

Tenemos ante nosotros grandes retos, nuevas necesidades y nuevas oportunidades que, de una forma u otra, debemos afrontar como región y esta ley es un ejemplo claro del compromiso de Emiliano García-Page por hacerlos frente con optimismo, pero también con responsabilidad y con garantías de futuro; de un futuro que pasa por cambiar el patrón de crecimiento económico castellanomanchego para adaptarnos a las demandas globales y situarnos como una comunidad autónoma de vanguardia.

Contar con un sistema de investigación e innovación propio, moderno e innovador, es un elemento clave para que Castilla-La Mancha pueda afrontar con éxito los desafíos que plantea el futuro. La necesidad de avances en investigación médica y científica para plantar cara a crisis sanitarias como la que estamos viviendo o la necesidad de digitalización e innovación empresarial enfocada a la búsqueda de sistemas productivos cada vez más eficientes y sostenibles, hace necesario seguir invirtiendo en I+D+i como fuente de progreso, riqueza, empleo y, en definitiva, competitividad. 

Es obvio que conseguir esta competitividad requiere preguntarse en qué punto estamos y hasta dónde queremos llegar. Las sinergias entre las instituciones, las empresas, centros universitarios, centros de investigación y otros agentes sociales y económicos son clave y, además, la única respuesta posible en un mundo cada vez más globalizado.

Si bien, este trabajo en red necesita de un agente coordinador que haga el trabajo lo más eficiente y productivo posible y es aquí donde cabe reseñar la importancia de la creación de la Agencia de Investigación e Innovación de Castilla-La Mancha, que vertebrará y coordinará el trabajo relativo a I+D+i en nuestra región dando a esta ley la practicidad necesaria para que no quede en papel mojado.

Ahora bien, ¿qué hace falta para que un Sistema de I+D+i sea realmente eficiente? Hace falta talento. Innovar por innovar no sirve de nada si no hay una mente detrás que sepa que el conocimiento que se genere, las ideas que se promuevan, lo harán para crear valor en forma de riqueza que conlleve una mejora en la vida de los ciudadanos. Y en Castilla-La Mancha tenemos talento, mucho, solo hay que saber aprovecharlo y no dejarlo escapar como ocurrió en la anterior crisis. 

La confianza en nuestro propio talento investigador como motor de cambio es determinante para construir una Castilla-La Mancha artífice de su propio futuro. Y es por ello, que las castellanomanchegas y los castellanomanchegos necesitábamos también de una ley como esta. Una ley de vanguardia que no solo fomenta la carrera investigadora en la etapa universitaria y que incrementa el reconocimiento social de la labor investigadora evitando la habitual precarización de este sector, sino que, además, se preocupa de inculcar la cultura científica desde las primeras etapas educativas para que nuestro Sistema de Investigación regional sea una maquinaria que -una vez que se ponga en marcha en su cota de máximo funcionamiento- tenga garantizado el combustible necesario para seguir funcionando. 

Tenemos por delante un gran reto en el que todos debemos estar unidos y comprometidos -ciudadanos, empresas, universidades e instituciones públicas-, con la labor de crear una economía competitiva y una sociedad moderna y eficiente. 

Estamos convencidos de que esta ley nos permitirá disponer de un Sistema regional de Ciencia e Innovación Competitivo y acorde a las demandas actuales, una hoja de ruta que permita a los ciudadanos reclamar que se den los pasos necesarios para que Castilla-La Mancha recupere todo lo que dejó de recibir mientras el PP gobernó en esta región y que evite que nuestra comunidad se quede en el vagón de cola de la innovación, como ya ocurrió en tiempos donde la tijera era más importante que la probeta.