Los bolos conquenses avanzan en su camino para convertirse en deporte olímpico (INOCENTADA)

Un alto directivo del COI enamorado de este juego secular -y de la gastronomía conquense- impulsa los trabajos para incluirlos en el programa de los Juegos de Verano de 2036

Sin faltar a la tradición periodística de publicar una noticia falsa durante el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, Voces de Cuenca ha querido en esta edición rendir un homenaje a esa seña de identidad de la cultura popular conquense con una pieza abiertamente inverosímil -para evitar equívocos- en la que no han faltado con las habituales dosis de ironía y referencias a la actualidad. Gracias a todos los que la han leído y compartido con buen humor. No, los bolos conquenses no serán deporte olímpico, ni falta les hace.

Imposible en París 2024, muy difícil para Los Ángeles 2028 y complicado durante Brisbane 2032. Pero luego llegarán los Juegos Olímpicos de 2036, para los que Madrid está sopesando postularse, y ahí se abre un mundo de posibilidades. Los bolos conquenses, uno de los juegos tradicionales más emblemáticos y arraigados en la ciudad y en la Serranía, avanzan en su camino para convertirse en deporte olímpico. Una aspiración para la que cuentan con el respaldo de las instituciones locales, provinciales y regionales («tenemos predilección por los proyectos a largo plazo») y también con el aval entusiasta del Consejo Superior de Deportes («siempre que no haya que gastarse el dinero en instalaciones»).

En las próximas semanas está previsto que los responsables de la candidatura -un grupo de jugadores y boleros- acudan a la sede del Comité Olímpico Español (COE) en la calle Arequipa de Madrid para exponer en profundidad el proyecto y conseguir su respaldo explícito. Ya se han producido contactos telemáticos y fuentes del órgano que preside Alejandro Blanco han subrayado oficiosamente que están plenamente alineados con la causa y convencidos de su éxito.

Lo dicen con esa rotundidad porque el origen de la iniciativa no responde al sueño utópico y entusiasta de ningún conquense, sino de un alto directivo del Comité Olímpico Internacional (COI). Su nombre no se puede desvelar pero sí sus razones. En una visita a Cuenca para alojarse en el Parador y visitar la exposición de Ai Weiwei en la Catedral descubrió esta práctica y quedó prendado de ella. De ella y de la gastronomía conquense por lo que está convencido de que sus compañeros en el organismo votarán a favor sin dudar. «Si nos sobornaron en Río con cuatro caipiriñas cómo no nos van a sobornar con un buen resoli casero, unas raciones de morteruelo y ajo arriero, unos tomates de las Hoz del Huécar y una paletilla de cordero», ha manifestado en declaraciones en exclusiva a este periódico desde la casa que se ha comprado en Palomera.

La inclusión de un deporte en el programa olímpico ha de cumplir una serie de requisitos que no son sencillos «pero todo se puede arreglar; hablando y con vinos de la Denominación Manchuela se entiende la gente». Los de los Juegos Olímpicos de Invierno eran más laxos pero esa opción se descartó «porque ojo al fresquete que hay por el Recreo Peral una mañana de enero» y se ha centrado el esfuerzo en los de Verano.

Así, se exige que sea un deporte ampliamente practicado en un mínimo de 75 países y cuatro continentes por hombres y en al menos 40 países y tres continentes por mujeres. «Son muchos, pero hay que tener en cuenta que más del 50% de la población nacida en Cuenca vive fuera de la provincia, así que no sería raro que alguno hubiese en tantos sitios», se razona desde la candidatura con las tablas del Instituto Nacional de Estadística en mano. El argumento inapelable no obstante es que «los de La Parrilla está en todos sitios. ¿No dicen que cuando el hombre llegó a la luna había uno de La Parrilla vendiendo mantas? Pues eso». 

Además, se cuenta con el precedente de Seúl 1988, cuando los bolos fueron deporte de exhibición. «Vale, eran los de hierba, no es lo mismo, pero se parece, y con un poquillo de agua del Tajo-Segura y de la tubería manchega podemos poner y regar el césped si no les da por hacer conciertos encima», conceden.

Tampoco observan problemas con los reglamentos de las federaciones internacionales. «Cambian algunas reglas, pero también de Zarzuela a Buenache y nos entendemos y llegamos a un acuerdo para el circuito de la Diputación. Pues aquí no debería ser más complicado. Tiene más que ver un sueco con un chino», señala Julián, un veterano jugador.

Hay experiencias previas de deportes autóctonos como el sogatira o la pelota vasca en la oferta olímpica, aunque fuera de manera efímera. «Seguro que ahí metió mano el PNV, pero nosotros vamos a aprobar una moción en el Ayuntamiento por unanimidad. O lo mismo no, lo que nos digan», señalan fuentes políticas.

En el caso de que Madrid fuera (por fin) sede olímpica y los visitantes puedan tomarse una relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor, la idea es que Cuenca funcione como subsede y las competiciones se desarrollen en el Juego de Bolos junto a la ribera del Júcar, uno de los recintos deportivos en activo más antiguos del mundo ya que está acreditada documentalmente su existencia desde al menos 240 años.  Eso sí, hay que cuadrar bien el calendario para que no se solape con el programa de las fiestas de San Julián. «Para una cosa que hay no nos vamos a estar pisando la manguera entre bomberos». 

La raigambre y antigüedad de este deporte así como su plasticidad son algunos de los cimientos de la candidatura olímpica. «Me vas a comparar con el parkour ese. O con el béisbol, que es una estornija mal jugada, como bien saben en Cañizares. Además, anda que nos lo pasamos mal», explica el historiador y antropólogo Manuel Romo. 

No obstante, por si fuera necesario, también se ha reclamado el respaldo de atletas conquenses que han participado en juegos olímpicos o paralímpicos como María Vicente, Josemi Pérez y Luis Miguel García-Marquina, entre otros. Y del entorno de la Familia Real española, tan vinculada a los cinco aros. Parece ser que Froilán, antorcha en mano, participará en la campaña de relaciones públicas para conseguir el visto bueno.