El Conquense no aguanta el empuje final del Tenerife B y se tiene que conformar con un empate (1-1)

Los balompédicos fueron mucho más sólidos durante casi todo el partido, pero quedaron desdibujados tras adelantarse en el marcador y un balón envenenado les despojó de la victoria

Hasta este domingo, tras las tres primeras jornadas ligueras, el CD Tenerife B contaba todos sus partidos por victorias y no había encajado ni un solo gol. Dos datos que ayudan a calibrar el mérito del empate a 1 conseguido hoy por el Conquense en casa del filial tinerfeño y que, sin embargo, sabe a poco. La sensación es que los de Rober Gutiérrez dejaron escapar la victoria: fueron muy superiores durante prácticamente todo el encuentro, se adelantaron y únicamente quedaron desdibujados en un tramo final en el que no lograron contener el empuje rival.

El Conquense supo acertar desde el inicio del partido. Aunque la posesión era mayoritariamente canaria, fueron los conquenses los que marcaban el tempo del encuentro y estuvieron mejor plantados en el campo. Muy sólidos en defensa y fiables en el repliegue impidieron que el Tenerife B desplegase su juego, a pesar de que la lluvia intermitente que caía sobre el césped era una aliada para su juego rápido. Así, en en el primer tramo las pocas ocasiones de gol dignas de tal catalogación fueron de los castellanos, como una de Samu Gillén en el minuto 8 u otra en el 34 de Álvaro Sánchez, cuyo disparo se desvió tras una jugada precisamente de Guilén. Por parte local, poco, muy poco, salvo un gol anulado en el 38 por fuera de juego en el rechace.

Con el 0-0 se llegó al descanso y la reanudación no significó un cambio de paradigma. Más bien al contrario, los cambios introducidos por Rober (Jesús Arees entró por Guillén, que había visto la amarilla en el 39) incrementaron el dominio de los ritmos del partido. El Conquense cada vez se gustaba más a pesar de contar en esta segunda mitad a la contra del viento que azotaba la Ciudad Deportiva Javier Pérez en contra. La recompensa a su buen juego y su seriedad sobre el verde acabó por llegar. En el minuto 57, Nacho Ruiz remató un córner con peligro pero sin éxito inmediato, pero Bitti recogió el rechace del portero para poner a la Balompédica por delante.

Con el 1-0 todo parecía ponerse de cara para los de Cuenca. Su solidez defensiva y sus peligrosas contras se antojaban como aún más eficaces en un contexto de ventaja mínima. Pero rara vez el fútbol es previsible o una ciencia exacta y el gol abrió el espacio más gris de los conquenses en todo el partido. Los tinerfeños comenzaron a apretar como no lo habían hecho hasta entonces: más concentrados, más rápidos, más brillantes.

La Balompédica comenzó a pedir la hora -metafóricamente- antes de tiempo, con algunas picardías para que corriese más largo el cronómetro. La percepción como espectador es que aquello se estaba haciendo muy largo. Hubo cambios para el nuevo contexto (Josiel por Bittor y Peña por Álvaro Sánchez) pero lo cierto es que el Tenerife cada vez se acercaba más y de manera más peligrosa. En el 70 Josiel despejó un peligroso acercamiento y cinco minutos después fue Atanes fue el que tuvo que exhibir un paradón tras la salida de un córner.

Hubo dos cambios más para completar la revolución de la pizarra (Eneko Azurmendi y Mario Rodríguez se fueron y los sustituyeron Quique y Ale Sánchez) que buscaba además mitigar el cansancio físico que estaba pasando factura tras el gran esfuerza inicial. Pero los recién llegados no fueron el revulsivo necesario para contener la hemorragia de ideas. Y en el 88, tras varias intervenciones providenciales del meta Atanes, pasó lo que tenía que pasar: el Tenerife B puso las tablas con un disparo lejano de Dylan que sorprendió por lo alto al portero blanquinegro. Al balón lo envenenó el viento, también es mala suerte.

Aún empujaron un poco más los locales, que incluso protestaron que el tiempo añadido no fuera más generoso, completamente envalentonados por el cambio de dinámica y el empate a uno, que terminó siendo definitivo.

Cuarto punto de seis posibles en la era Rober; cuatro de doce en el cómputo global de lo que va de liga. Pero, más allá de los resultados y las cifras, esto suena de otra manera. Por lo menos hay plan, aunque a veces no salga del todo bien.