El Rebi Cuenca ejerce de equipo grande y se abona al buen juego coral para vencer al León (28-26)

Triunfo ante un rival directo por la segunda plaza de la tabla clasificatoria

También parecían inverosímiles las clasificaciones europeas o el subcampeonato de Copa del Rey pero, ahí están, adornando el palmarés y hasta recordándose con naturalidad. El segundo puesto de la Liga Asobal para el Rebi Balonmano Cuenca se antoja todavía como un objetivo lejano y complicado, pero ya no se observa como una mera quimera sino que se empieza a tomarse por posible. En ello tiene mucho que ver la victoria de este sábado en El Sargal ante el Ademar León por 28-26; un golpe de autoridad ante un rival directo en el que los conquenses han sabido templar para sus intereses el ritmo del partido y han dejado destellos de buen balonmano individual y, sobre todo, colectivo.

Y eso que, tras la previsible igualdad inicial, fueron los leoneses los primeros en empezar a tomar ventajas dignas de tal nombre. El buen trabajo de Saeid Barkhordari en la portería y de sus compañeros en la defensa puso en apuros al ataque del Rebi, que tardó en dar con la tecla y acumuló varias precipitaciones y errores -también una exclusión de Pizarro- y se vio con un 2-5 a la contra en el minuto 10.

Pero, lejos de experiencias de temporadas pasadas, este equipo está demostrando que no se desconecta del partido y con una reacción capitaneada por Nazaré consiguió empatar en apenas cinco minutos y obligar a Manolo Cadenas a pedir tiempo muerto. Surtió su efecto la interrupción, vaya si lo hizo, porque los visitantes retomaron la iniciativa y aprovechando varios fallos locales pusieron otra vez tierra de por medio, hasta los 6-10 cuando faltaban menos de nueve minutos para el descanso.

Entonces llegó una de las jugadas que marcó el rumbo del partido: lla expulsión por roja directa del pivote Guilherme Borges Moraes Silva. Fue una losa para su equipo tanto por quedarse sin una pieza clave como por el desconcierto que le invadió, una debilidad que los de Cuenca supieron aprovechar para, paradas de Ante y golazos de Fede Pizarro mediante, poner las tablas a 12 en el descanso.

Los equipos habían hecho la goma en una primera mitad que, de intensa, a veces se había tornado en dura y bronca, como evidencian la gran colección de exclusiones. El mayor ejemplo del tono fue la tangana en la vuelta a los vestuarios, que no llegó a mayores pero propició que poco después de la reanudación el León se quedase fugazmente con tres efectivos más el portero en pista.

Un dato que fue anécdota y a la vez categoría. Con eso, con mucha categoría, el Rebi BM Cuenca supo aprovechar como pocas veces esas superioridades, cuando las hubo, y la falta de concentración del Ademar firmando uno de los mejores reinicios de partido que se le recuerdan. Piso el acelerador de la calidad y activó el turbo de la entrega para lograr un parcial de 5-1 en apenas cinco minutos. Lo hizo jugando un balonmano bonito, trenzando jugadas, asombrando con fintas y, qué alegría, acordándose de sus extremos, que respondieron con definición y se llenaron la mochila de goles. Mucho tuvo que ver también en ello una defensa sobresaliente con Juanjo y Nacho Pizarro de Matrícula de Honor.

Ante ese manorama nada halagüeño que tenía a El Sargal eufórico, Cadenas tuvo que gastar pronto la bala de otro tiempo muerto. La eficacia fue mucho menor que en la primera mitad. Es cierto que su equipo mejoró, pero se fueron suciendo los goles -con intercambios de aciertos y errores- con distancias de 3-4 a favor de los de Cuenca mientras el tiempo corría a su favor. Incluso Ben Tekaya se permitió parar un penalti para terminar de desesperar las intentonas visitantes.

Sin embargo, esta vez no iba a ser el paseo militar de Santander. Suturaron parcialmente la brecha los visitantes hasta el 27-25. Tocaba también sufrir y demostrar cómo se retiene una victoria sin nervios, sin perder la cabeza, sin despilfarrar. Y luchando también contra las inferioridades, que el Rebi también tuvo que soportar unas cuantas exclusiones. De todo eso va también ser un gran equipo. El partido entró en una senda de fallos no forzados a uno y otro lado, de algún golpe de mala suerte para los leoneses -como un inoportuno resbalón- hasta que un golazo de Arnau, otro de los héroes del partido, puso el 28-26 que prácticamente ya sentenciaba el triunfo y daba rienda suelta al delirio colectivo.

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