Victoria inapelable del Incarlopsa en el regreso de la Liga ASOBAL

El equipo conquense pasó por encima de un decepcionante Cisne gallego (36-25)

Isra Pérez

Los chicos de Lidio Jiménez retomaban la competición doméstica tras el tradicional e interminable parón navideño. Lo hacían en El Sargal, sin más aliento que el eco del balón besando el parqué; la afición local sigue sin poder acudir a las gradas, desgraciadamente, para animar a la escuadra rojilla. Y retornaban a esa cancha propia que ha comportado, en resultados y sensaciones, una auténtica rémora durante la primera vuelta de la campaña; algo insólito en un conjunto que basa sus acostumbrados éxitos en dos mantras innegociables: la fortaleza inexpugnable como local y sus coráceas prestaciones defensivas. Con la lección bien aprendida, Incarlopsa dirimió el envite por vía bien prematura, espantando pesadillas del ayer que han puesto en entredicho, no se olvide, la esperable presencia en la fase final de la Copa del Rey.

A nadie se le escapa la sideral diferencia entre un bloque tremendamente competitivo, el conquense, y una plantilla, la pontevedresa, que debuta en la máxima categoría del balonmano español y ha sido hilada con la tradicional madeja de la cantera y formación. Pero esas superioridades hay que patentizarlas después, tampoco se olvide. Había otro acechante dilema en liza que se resolvió, fulgurantemente, para bien de los de la ribera del Júcar. No era otro que calibrar las consecuencias en el juego del escaso tiempo de descanso y mucho desgaste acumulado por el núcleo duro del equipo local, el argentino más Tiago, durante la última cita mundialista. Se impuso el exigente ritmo de competición arrastrado por los sudamericanos y la buena cabeza del técnico en las rotaciones. La cita mundialista ha reforzado muchas cosas para nuestro club y ha apuntalado en la cima de la historia de este deporte, también, a la mejor generación de jugadores que jamás hayamos disfrutado vistiendo la roja (los que van a marchar, los que anhelamos que se queden, los que han llegado y a los que se les ve venir). Pero vayamos a lo más próximo y reciente, tras las loas albicelestes y los homenajes patrios.

El arranque del choque preludió una primera mitad del encuentro completamente dominada por Cuenca. Sometió a su antojo al equipo rival. Sin grandes alharacas y a las primeras de cambio, el partido estaba ganado. Concentración, intensidad defensiva, respuesta en portería, goles sencillos al contraataque y efectividad ante la transparente portería contraria. Apenas un error a resaltar, hoy degradado a intrascendente mácula por la inferior entidad del rival: las pérdidas de balón; fueron demasiadas. Hubo un inteligente maridaje en los sietes ofensivos y defensivos de Incarlopsa, dosificando esfuerzos, guardando para el mañana. La recuperación activa, dicen. Bien hecho. El choque, tan venido a menos, daba para ello. Los prematuros y casi consecutivos tiempos muertos solicitados por “Jabato”, constituían un indicio sintético y certero de lo que había. Nada que hacer. Vaya el respeto máximo por este magnífico técnico que, amén de haber obrado un auténtico milagro con el equipo más humilde de la división (mucho más que varias escuadras de su región, incluso), casi siempre hace jugar muy bien a su tropa. Casi toda ella bisoña, pero con enorme futuro. Álvaro Preciado, Dani Ramos y Pablo González, atentos al trío mentado en un par de años. El Cisne fue un equipo maniatado, absolutamente desdibujado: ni rastro de su propuesta atrevida, veloz, vertical, descarada. Demasiados esféricos regalados al enemigo; lanzamientos sin tensión. Chan, magnífico central que recuerda al retirado Chapela, poco pudo hacer aparte de sacar a pasear su clase, con cuentagotas. El bravísimo pivote Carró no se ha rehecho, todavía, para hazañas de este calibre y solo el fichaje de Nekrushets reivindicó, para los del preparador ciudarrealeño, el impagable valor del lanzamiento exterior.

Lo arriba comentado está directamente asociado con el buen hacer de Cuenca, claro está. El mérito silente de empequeñecer y vulgarizar al rival, recuerden. Ya se sabe que la cosa no cotiza con guarismos anchos como el del luminoso. Pero al meritoriaje colectivo de los de Lidio, ya insinuado, hay nombres propios que conviene subrayar en adición. Los treinta minutos iniciales dictaron verdades consabidas: cuando Maciel dice que no, es que no; Pizarro va a ir a más y con (auto)confianza y sin público volará; Nacho Moya ofrece tantos goles como efectividad; a Pablo siempre hay que esperarlo, como a Sergio; y a Moscariello disfrutarlo. Lujo caro e irrepetible, lícito en la travesía meliflua que tuvimos, el sentar de inicio al mejor: Tiago. Cuando ingresó a la pista, volvió a recordar su magisterio de lanzamiento con disociación de brazo: un espectáculo que vale el abono.

La segunda mitad fue un trámite. O casi. La esperada reacción gallega a la paliza inmisericorde que estaba encajando, en tantos y aroma, irrumpió como un torbellino desde los vestuarios gélidos del “Poli”. Pero un prudente tiempo muerto del entrenador conquense y la vuelta al tajo de Simonet terminaron con la ilusión del maquillaje de los blancos. Y llegó el turno para los menos habituales, mucho antes que en otras ocasiones: Samuel estuvo porque puede; Carlos Fernández volvió a disfrutar de las mieles defensivas (y goleadoras); Taravilla insistió con su acierto desde el extremo a mano cambiada, el más difícil todavía para un pivote interminable… Y, junto a ellos, en el epílogo esperanzador con más pinta de futuro triunfante que se recuerda, en los últimos años por estos pagos, Álvaro Martín Noeda. La joya de la cantera, en proceso de tecnificación nada menos que con la mejor estructura formativa del mundo, la de la Federación Española. La fábrica de medallas más reputada del mundo: de promesas imberbes a señores con barba. Un regalo para él y para Cuenca. Lidio sabrá macerar y el chico escuchar. Le dio tiempo a marcar, también a ser excluido. Hay éxitos que se atisban hasta en los andares. Y en los dorsales.

FICHA TÉCNICA

INCARLOPSA CUENCA (36): Leo Maciel; Pablo Simonet (1), Vainstein (1), Moscariello (3), Bulzamini (3), Nacho Moya (8, 4p), Sergio López (3). Samuel Ibáñez (p), Martín Doldán (2), Ángel Pérez (2), Hugo López (2), Thiago Alves (3), Carlos Fernández (1), Federico Pizarro (5), Alejandro Taravilla (1) y Álvaro Martín (1).

DICSA MODULAR CISNE (25): Jorge Villamarín; Chan (3), Andrés Sánchez (2), Preciado (3), Javier Vázquez (2), José Leiras, Gonzalo Carro (1). Pablo González (p), Pablo Picallo (1), Miguel Simón, Iván Calvo, Carlos Pombo (1), Daniel Ramos (6), Carlos Álvarez (3) y Nekrushets (3).

GALERÍA FOTOGRÁFICA CON JAVIER GUIJARRO