Cuenca es una tierra de historia y linajes en la que aún perviven con discreción vizcondes, condes y marqueses que han heredado estos honores. Aunque su papel es puramente simbólico en la actualidad, estos títulos aún figuran en registros oficiales, continúan transmitiéndose por herencia, conservan un fuerte valor histórico y social y mantienen un vínculo, muchas veces simbólico, con la historia y el patrimonio familiar.
Actualmente los títulos nobiliarios en España no conllevan privilegios políticos ni económicos, pero siguen teniendo plena vigencia legal como distinciones honoríficas reconocidas por el Estado. Su concesión, rehabilitación o sucesión está regulada por el Ministerio de Justicia y publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE). Quienes ostentan un título pueden hacerlo figurar en documentos oficiales y ejercer derechos civiles asociados, como el uso del nombre nobiliario, siempre que esté debidamente inscrito en el Registro de Títulos del Reino y las cuestiones relacionadas con aspectos como la sucesión tras una defunción quedan registradas en los documentos oficiales del Estado.
Son un total de once los títulos nobiliarios que han ido pasando de generación en generación hasta llegar a la actualidad, cinco de los cuales corresponden a marquesados, tres a condados, dos ducados y un vizcondado. En estas líneas trataremos de trazar un retrato de los nombres y apellidos que mantienen viva esta herencia del pasado en tierras conquenses.

Marquesado de Belmonte
La historia del Marquesado de Belmonte se consolida a finales del siglo XIV, cuando el rey Enrique III «el Doliente» concedió la villa a su válido, Juan Fernández Pacheco, por su valor militar. Su nieto, Juan Pacheco, engrandeció este señorío al convertirse en Marqués de Villena y agrupar en torno a Belmonte un vasto conjunto de villas y tierras, llegando a controlar territorios desde Cuenca hasta Almería. El título de Marqués de Belmonte fue creado mucho más tarde, en 1613, por el rey Felipe III, en favor de Cristóbal Gómez de Sandoval Rojas y de la Cerda, I Duque de Uceda, integrando así la villa en la órbita de la poderosa Casa de Uceda. Desde entonces, el título ha pasado por diversas casas nobiliarias, incluyendo los linajes Sandoval, Fernández de Velasco o Téllez-Girón.
En la actualidad y desde 2019 ostenta este título María del Pilar Pastor y de Latorre por herencia de su madre. La actual marquesa de Belmonte es hija de María del Pilar de Latorre y Téllez-Girón y descendiente de la Casa de Uceda, una de las ramas nobiliarias más influyentes de la historia de España. Pastor y de Latorre combina su papel como titular de un título nobiliario con una destacada carrera profesional en el sector fiscal, manejando todas las cuestiones relacionadas con la fiscalidad en una empresa internacional especializada en promoción inmobiliaria y construcción.

Marquesado de Cañete
El Marquesado de Cañete, uno de los títulos nobiliarios más antiguos vinculados a la provincia de Cuenca, fue creado oficialmente por el rey Carlos I el 7 de julio de 1530, en favor de Diego Hurtado de Mendoza y Silva, IV señor de Cañete. Antes de su elevación a marquesado, Cañete ya era un señorío consolidado bajo control de esta familia. En 1490, los Reyes Católicos habían concedido la villa de Cañete a Juan Hurtado de Mendoza y Guzmán, abuelo del primer marqués, y le otorgaron la merced del título, aunque esta no llegó a formalizarse debido a su muerte poco después. Sería su nieto, Diego, quien finalmente recibiría el título debido a los importantes cargos como gobernador y capitán general de Galicia, virrey de Granada, montero mayor del rey y guarda mayor de Cuenca que había desempeñado. Desde el 17 de noviembre de 1771, el marquesado cuenta también con la dignidad de Grandeza de España.
En la actualidad, el título lo ostenta Ana Rosa de Queralt y Aragón, XXII marquesa de Cañete, perteneciente a la Casa de Queralt, una de las más antiguas y distinguidas de la nobleza catalana, con vínculos históricos con otros títulos relevantes como el Condado de Santa Coloma y el Marquesado de Gramosa. Nacida en Sevilla el 4 de noviembre de 1971, tiene 53 años, es licenciada en Ciencias Económicas y ha desarrollado su carrera en el ámbito financiero. Actualmente se desempeña como subdirectora en una entidad financiera y es gerente general del Palacio Bucarelli en Sevilla.

Condado de Buendía
El origen del Condado de Buendía se remonta al siglo XV, momento en que se desarrollaba el enfrentamiento entre el infante Alfonso de Castilla y el rey Enrique IV. En 1465, una facción nobiliaria rebelde proclamó a Don Alfonso como rey en el episodio conocido como la «Farsa de Ávila». En ese contexto, el infante Alfonso creó el título de Conde de Buendía el 9 de junio de 1465 como recompensa por los servicios prestados por Pedro Vázquez de Acuña y Albornoz, ya señor de Buendía y de Dueñas. Esta fue la única concesión nobiliaria que realizó Alfonso durante su efímero reinado. En 1475, el título fue ratificado por los Reyes Católicos, lo que permitió el establecimiento del mayorazgo sobre ambos territorios, consolidando a los Acuña como una de las casas nobiliarias más influyentes del periodo. Con el paso del tiempo, y tras la extinción de la línea masculina de los Acuña, el título pasó a la poderosa Casa de Medinaceli en 1592, una de las más relevantes del reino, a través de enlaces matrimoniales y herencias sucesivas.
En la actualidad, el Condado de Buendía está en posesión de Victoria Elisabeth von Hohenlohe-Langenburg, XX Duquesa de Medinaceli, nacida en 1997. Nacida el 17 de marzo de 1997 en Málaga, con 28 años, es la persona con más títulos nobiliarios reconocidos oficialmente en España, con un total de 43, incluyendo 10 grandezas de España. Creció en Múnich, Alemania, y es trilingüe (español, alemán e inglés). Aunque estudió Relaciones Internacionales en la IE University de Madrid se dedica a la gestión del extenso patrimonio histórico y cultural de la Casa de Medinaceli y participa activamente en iniciativas de conservación del legado nobiliario en España, destacando como una de las figuras más relevantes de la aristocracia nacional contemporánea.

Condado de la Ventosa
El Condado de la Ventosa remonta sus orígenes al siglo XVII, cuando el rey Felipe IV, mediante Real Cédula fechada el 17 de julio de 1650, concedió este título a Don Juan de Aragón y Pedro, señor de La Ventosa. Este noble, perteneciente a un linaje distinguido, ocupó importantes cargos administrativos y militares al servicio de la Corona, destacando especialmente como consejero de Castilla y miembro del Consejo de Órdenes. Con el paso del tiempo, el condado se integró dentro de las redes matrimoniales y hereditarias de las casas nobiliarias castellanas, permaneciendo vinculado al estamento nobiliario hasta la actualidad.
El título fue ostentado más recientemente por José María Álvarez de Toledo y Gómez-Trénor, quien lo mantuvo hasta su fallecimiento en abril de 2022 sin dejar descendencia directa. Tras su muerte, se abrió un proceso sucesorio en el que concurrieron dos candidatos: su hermano menor, Iván Álvarez de Toledo Gómez-Trénor, y Guillermo Fernández Rabadán, un investigador con vínculos con la zona de La Ventosa. Finalmente, tras estudiar ambas peticiones, la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España y Títulos del Reino resolvió conceder la sucesión a Iván Álvarez de Toledo Gómez-Trénor. El conde de la Ventosa nació el 23 de diciembre de 1964 en Valencia por lo que actualmente tiene 60 años. Ha desempeñado funciones en el ámbito empresarial como alto cargo en varias compañías y mantiene su vida familiar en la Comunidad Valenciana.

Condado de Priego
El Condado de Priego, tiene su origen en el siglo XIII, cuando en 1298 el rey Fernando IV otorgó a Alonso Ruiz Carrillo los «pechos y derechos» reales sobre Priego de Escabas, consolidando así su autoridad sobre la villa y sus rentas. Para asegurar la permanencia del señorío dentro del linaje familiar, su nieto, Juan Ruiz Carrillo, estableció en 1399 un mayorazgo que vinculaba el señorío de Priego y sus propiedades. Cuando Teresa Carrillo, sexta señora de Priego, contrajo matrimonio con Diego Hurtado de Mendoza, el rey Enrique IV elevó el señorío a condado en 1465, concediendo así el título de Conde de Priego a Diego Hurtado de Mendoza. Esta alianza dio lugar al linaje Carrillo de Mendoza, que jugó un papel destacado en la política y nobleza castellana durante los siglos posteriores, extendiendo su influencia en la región. En 1714, el título recibió la Grandeza de España, distinción otorgada al XVI conde, José María Carrillo de Mendoza y Fernández de Córdoba.
Actualmente, el título lo ostenta Rafael Castellano y Barón por herencia materna de María de la Blanca Barón y Osorio de Moscoso, XXIV condesa de Priego. Rafael Castellano nacido en 1946, tiene actualmente 79 años y ha heredado varios títulos nobiliarios, incluyendo el condado de Trastámara, y su hijo ostenta actualmente el marquesado de Montemolín. Castellano combina la gestión de títulos nobiliarios y la contribución a la literatura especializada, pues ha publicado dos estudios especializados sobre literatura cinegética.

Condado de Valverde
El Condado de Valverde se originó como señorío cuando el rey Enrique III de Castilla otorgó a Hernán Martínez de Alarcón el señorío de Valverde y Talayuelas en 1325. El señorío fue elevado a condado en 1624 por el rey Felipe IV, cuando ostentaba el título Luis Ruiz de Alarcón y Mendoza, consolidando así el poder de la familia Ruiz de Alarcón en la región. A lo largo de los siglos, el título ha pasado por diversas familias nobles a través de uniones matrimoniales con los linajes Ruiz de Alarcón, Spínola, Velasco, y Martel, entre otros.
Desde 2011, tras el fallecimiento de su padre, Fernando Nicolás Martel y Martel ostenta el título, reconocido oficialmente mediante una Real Carta emitida el 22 de diciembre de 2010. El actual conde es ingeniero naval de formación y ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito industrial, trabajando en empresas como Thyssenkrupp Elevator Manufacturing Spain, S.L. Además, desde 2018 preside la Asociación de Hidalgos y Guisados de Cuenca, una entidad dedicada a la recuperación y promoción de los valores históricos y culturales de los antiguos cabildos nobiliarios de la ciudad.

Ducado de Huete
El Ducado de Huete tiene sus raíces en la Edad Media, tras la reconquista cristiana en el siglo XII, cuando Huete fue dotada de un señorío que otorgaba a un noble o linaje el control y la administración de la villa y sus alrededores. Sin embargo, el ducado fue creado formalmente en siglos posteriores, concretamente en 1475 por los Reyes Católicos. El título de duque se otorgó por primera vez a Lope Vázquez de Acuña, convirtiéndose en el primer Duque de Huete. Aunque recibió el título entre 1474 y 1475, renunció a él en 1476 debido a la oposición de los habitantes de Huete, quienes apoyaban la candidatura de Juana la Beltraneja.
El actual duque de Huete es Alfonso de Bustos y Donate, quien ostenta el título desde 1997. El título llegó a la familia cuando el rey Alfonso XIII rehabilitó el título en favor de su bisabuelo, Alfonso de Bustos y Ruiz de Arana, en 1909, quien era descendiente lejano del primer duque de Huete. Alfonso de Bustos y Donate pertenece a una familia noble española con raíces en la provincia de Cuenca y reside en México, donde es conocido en círculos sociales de la alta sociedad, pues dirige un negocio de organización de eventos en México. En 2021, subastó una llave de gentilhombre de cámara de 1886, perteneciente a su abuelo, que otorgaba acceso al Palacio Real de Madrid. Este objeto simboliza el privilegio y la cercanía con la monarquía española que su familia disfrutó en el pasado.

Marquesado de Moya
Marquesado de Moya está vinculado a la villa de Moya, un lugar con importancia estratégica y administrativa durante la época medieval, con fortalezas y señores que jugaron roles destacados en la Reconquista y en la gestión local. El título de Marqués de Moya fue creado en 1480 por los Reyes Católicos en un contexto de consolidación del poder real tras la Guerra de Sucesión Castellana (1475-1479). La concesión se otorgó a Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla, su esposa, ambos nobles de gran confianza y cercanía con Isabel la Católica. Andrés de Cabrera apoyó firmemente a Isabel I durante la contienda sucesoria frente a Juana la Beltraneja, y su papel fue clave para el triunfo de la reina. La creación del marquesado fue un reconocimiento tanto a la fidelidad como a los servicios políticos y militares que ambos prestaron a la Corona en momentos decisivos. A lo largo de los siglos, el marquesado pasó por diversas casas nobiliarias mediante complejas alianzas matrimoniales y herencias, hasta integrarse en la Casa de Alba, una de las familias nobiliarias más poderosas y con más títulos de España.
El actual marqués de Moya es Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, quien ostenta el título desde 1976. Nacido el 2 de octubre de 1948 en Madrid, tiene actualmente 76 años. Se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y realizó el servicio militar, alcanzando el grado de alférez. Desde 2015, tras el fallecimiento de su madre, Cayetana Fitz-James Stuart, asumió la dirección de la Casa de Alba. Es patrono de la Fundación Casa de Alba y vicepresidente de honor de la asociación Hispania Nostra, dedicada a la conservación del patrimonio histórico y cultural español. Además del marquesado de Moya, posee otros títulos como el de marqués de San Vicente del Barco y marqués de Villafranca del Bierzo, reflejando la acumulación de numerosos títulos en la Casa de Alba.

Marquesado de Villamayor de Santiago
El Marquesado de Villamayor de Santiago fue creado en torno a 1660-1663 por el rey Felipe IV, en reconocimiento a los destacados servicios prestados por Dionisio Pérez Manrique y Ciria, natural de Tarazona y funcionario del Imperio español en América durante el siglo XVII. Pérez Manrique ocupó altos cargos administrativos y judiciales en las colonias americanas, entre ellos presidente de las Audiencias de Charcas y Santa Fe, así como gobernador y capitán general del Nuevo Reino de Granada. Originalmente, el título se concedió como Marqués de Santiago, pero debido a la confusión con otro marquesado homónimo creado en 1706, fue rehabilitado y renombrado en 1917 por el rey Alfonso XIII como Marquesado de Villamayor de Santiago para diferenciar ambos linajes nobiliarios.
Desde 1983, el título lo ostenta José Alfonso Caruana y Velázquez, quien heredó la dignidad tras el fallecimiento de su madre, Ethelvina Velázquez y Stuyck, la VIII Marquesa de Villamayor de Santiago. Además del Marquesado de Villamayor de Santiago, XII Barón de San Petrillo desde 1986. Nacido en 1934, tiene actualmente 91 años y su papel principal ha sido la gestión y preservación del patrimonio familiar vinculado a los títulos nobiliarios que ostenta para mantener el legado histórico y cultural asociado a la nobleza española y a su casa.

Ducado de Riánsares
El Ducado de Riánsares fue creado ex profeso para Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, un guardia de corps (miembro de la Guardia Real) de origen modesto que, tras la muerte del rey Fernando VII en 1833, contrajo matrimonio secreto con la reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Cuando Isabel II alcanzó la mayoría de edad en 1844 y se hizo cargo del trono, quiso legitimar y reconocer el estatus de su padre político, y para ello le concedió el título de Duque de Riánsares mediante Real Decreto. A diferencia de muchos títulos nobiliarios medievales, este ducado no está vinculado a una villa o territorio específico, sino que es un título honorífico estrechamente ligado al entorno de Tarancón por razones familiares y simbólicas. Aunque el matrimonio de Agustín Muñoz fue morganático, es decir, sin derechos dinásticos, su posición fue muy influyente durante la regencia de María Cristina, pese a la suspicacia que generaba entre la nobleza y el ejército. Además del ducado, a Muñoz se le otorgó el título de marqués de San Agustín y fue nombrado Grande de España, la máxima distinción dentro de la nobleza española.
El ducado se ha transmitido por línea directa hasta la actual titular, María de la Consolación Muñoz y Santa Marina, que ostenta el título desde el 3 de marzo de 2009, tras el fallecimiento de su padre, José Bernardo Muñoz y Acebal. La duquesa también acumula otros títulos como el marquesado de San Agustín y el de Castillejo, y ha sido distinguida como dama de justicia de la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge. No existe mucha información pública sobre la actual duquesa, por lo poco que se conoce sobre ella se estima que ronda los 70 años. Su dedicación principal ha sido la gestión y preservación del legado histórico y cultural asociado a los títulos nobiliarios que ostenta.

Vizcondado de Villarubio
El origen del Vizcondado de Villarubio se remonta al siglo XIX cuando la reina Isabel II el 2 de junio de 1849 lo concedió a su hermanastro, Juan María Bautista Muñoz y Borbón, hijo de la reina regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y de su segundo esposo, Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, primer Duque de Riánsares. Junto a este título acumuló entre otros el de Conde del Recuerdo, también concedido por Isabel II. El primer vizconde falleció a los 18 años sin descendencia, lo que llevó a la extinción temporal del título hasta que fuer rehabilitado en 1924 por el rey Alfonso XIII a favor de María de las Mercedes, nieta de Fernando María Muñoz y Borbón, II Duque de Riánsares. También ostentó los títulos de IV vizcondesa de la Alborada, grande de España, y III marquesa de Villa Marcilla.
Actualmente el vizcondado, por sucesión directa, está en manos de María Fernanda Gavito y Mariscal desde 1981, tras recibir la sucesión por distribución de su padre, Florencio Gavito y Jáuregui, III Vizconde de Villarrubio. La actual vizcondesa nació el 10 de julio de 1961 en la Ciudad de México, tiene 63 años y está casada con Guillermo Jenkins y de Landa, un empresario mexicano y miembro de la prominente familia Jenkins, principal benefactora de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP).
Una cuestión de imagen: estado de la cuestión según los actuales poseedores de los títulos
Los actuales herederos cuentan con una visión propia, personal y actualizada de lo que implica un título nobiliario y el papel que juega en la sociedad. Ejemplo de ello es Fernando Nicolás Martel y Martel, Conde de Valverde. Martel señala que los títulos nobiliarios «son algo que hoy en día la sociedad ve como algo completamente fuera de lugar», pero que «son únicamente historia» y que «si alguien cree que un título sirve para algo está hoy día, está perdido».
Sobre los motivos del declive de la imagen pública de los títulos nobiliarios, Martel señala a algunos de los que han ostentado las dignidades más elevadas porque «no han tenido momentos especialmente gloriosos» y «han maltratado los títulos». Al pertenecer a los rangos superiores y tener más atractivo a nivel publicitario, el conde asume que «en el mundo de la televisión y la radio», marcado por el espectáculo, «nos han dejado relegados como si fuéramos gente con mucho dinero que vive en un castillo cuando somos personas que trabajamos y vivimos como cada uno podemos, pero tenemos la alegría y el orgullo de tener una historia». El conde señala que se ha perdido el sentido del «dónde venimos, qué historia tenemos y nos hemos quedado en los problemas sociosentimientales».
La implicación que tiene un título hoy en día para el Conde de Valverde es «responsabilidad y honor» por ser guardianes de esa historia heredada «como una joya familiar que tienes la suerte de cuidar» pero siempre «con modestia». Martel destaca que quien posee un título «debe ser un ejemplo a seguir de cómo deberíamos ser todos».
La relación con el entorno del título es una parte esencial en ese baño de realidad que debe caracterizar al heredero, en el caso del conde de Valverde, su relación con Cuenca viene dada por partida doble porque «cuando mi padre heredo el título empezamos a frecuentar Valverde, pero además estoy casado con una mujer de familia conquense». Esos lazos han motivado que Martel se sienta un conquense más y pase largas temporadas recorriendo los pueblos de Cuenca. Del mismo modo y, respondiendo a esos valores que defiende sobre el papel de los títulos nobiliarios como testigos de la historia, el conde es uno de los fundadores de la Asociación de Hidalgos y Guisados de Cuenca. Esta asociación agrupa a los nobles de linajes conquenses, nobles de privilegio, así como personas de nobleza por líneas maternas, no transmisible y de mérito curricular o contrastada trayectoria vital, aunque no dispongan de la prueba nobiliaria y Martel asegura que es un proyecto ilusionante «al que me gustaría dedicarle más tiempo el día que me jubile si me encuentro en condiciones».