Mujer de pueblo, mujer de ciudad

Dos mujeres conquenses cuentan cómo es la vida residiendo en una zona rural y en una gran ciudad, así como sus ventajas y desventajas.

El Día Internacional de las Mujeres Rurales se celebra cada 15 de octubre para reconocer a mujeres que han transformado el medio rural con su trabajo, innovación y liderazgo. Lo rural se asocia a pueblo, a infancia, a hogar y, lo que más se repite, a calidad de vida junto a tranquilidad. Sin embargo, muchos municipios, especialmente los más pequeños, sufren cada año el éxodo de su población a capitales de provincia o grandes ciudades, ya que allí ofrecen más oportunidades, tanto laborales como sociales.

Algunos dicen que en la ciudad «hay de todo», aunque se quejan del «ajetreo». Otros dicen que en el pueblo «se vive más tranquilo», pero los recursos no están al alcance de todos o es necesario trasladarse a otro lugar para otros servicios. En definitiva, vivir en ciudad o zona rural tiene sus pros y contras, algo de lo que han contado Cristina Garrido e Iris Baquero. Una residiendo en Aldaya, dentro del área metropolitana de Valencia, y otra en Huete, respectivamente, ambas cuentan a Voces de Cuenca cómo son sus vidas trabajando en la misma profesión, de peluqueras, en lugares tan dispares y las diferencias socioeconómicas en cada sitio.

De Ledaña a Aldaya para buscarse la vida «fuera del pueblo»

Cristina Garrido tiene 34 años y es natural del municipio conquense de Ledaña. Se fue del pueblo hace siete años con su pareja «con una mano delante y otra detrás». Ahora es gerente de dos centros de extensiones capilares en Valencia capital, aunque llegaron a Aldaya para «buscarse la vida fuera del pueblo».

Garrido afirma que el coste de vida en Valencia «es más alto» que en el pueblo, pues asegura que paga de alquiler en su vivienda mil euros. Cristina se mueve por la ciudad en transporte público, ya sea en autobús o metro, mientras que su marido utiliza el coche para desplazarse hasta su trabajo, alejado de la zona urbana. Sin embargo, apunta que tiene las paradas «cerca» de casa.

Sobre el ocio, Cristina Garrido cuenta que su familia, con una niña de 3 años, tiene al lado el centro comercial Bonaire donde tiene más diversidad de actividades, sobre todo para los más pequeños. «Tengo todo cerca, el cine, los parques… no es como en el pueblo, que para cualquier cosa tienes que coger el coche. Aquí vas andando y tienes siempre algo», asegura.

Su volumen de trabajo es «muy alto», dice Garrido, admitiendo que le faltan «días en la semana para hacer todo lo que entra» dentro de su sector. Su horario, además, es compatible con la conciliación familiar. Trabaja seis horas y por la tarde puede estar con su hija. Además, al ser la gerente «puedo cuadrarme el horario que me conviene».

Cristina afirma que el recurso que más a mano tiene en Valencia con respecto a su pueblo es la comida a domicilio, pues «me facilita la vida pedir por la aplicación y que en seguida un repartidor me la traiga». Asimismo, si quiere ir a comprar ropa, «sales y tienes tiendas de todo a mano, sin tener que coger el coche para cambiar de lugar».

Aunque apunta que su vida está en Valencia y espera mantenerla allí, Cristina admite que va a Ledaña «casi todos los fines de semana». «A los abuelos no puedo dejarles sin nieta, sino me ponen falta», ríe Garrido, que dice, además, que está apenas a una hora en coche de su pueblo. Sin embargo, asegura que «si en un futuro no me va bien aquí», sostiene que podría volver a su tierra, ya que tiene su propia casa y su peluquería, «que la cerré y la tengo sin usar». «Tengo la garantía de que en la calle no me quedo», destaca la conquense.

Para ella, las desventajas que tiene vivir en una ciudad como Valencia es el «ajetreo del tráfico y la poca tranquilidad», además del «tiempo que hay para llegar a los sitios». Sin embargo, «todo lo demás» son pros, dice Garrido, especialmente el clima y la diversidad de ocio.

Emprender en Huete, «fácil» al conocer a todos los vecinos

Iris Baquero es natural de Huete y vive allí. También tiene 34 años y lleva diez trabajando en su propia peluquería, dentro del municipio. Cuenta que su vida en la localidad alcarreña es «tranquila», pues tiene su empleo, con horario fijo, y su rutina. Además, asegura que allí «tenemos de todo», en relación a servicios.

Decidió emprender en su pueblo, algo que, dice, le resultó «fácil porque conozco a todo el mundo». «Me gusta trabajar con gente que conozco, porque me gusta saber lo que me voy a encontrar cada día y, además, los vecinos me apoyaron mucho», destaca la optense. Además, asegura que tiene un gran volumen de trabajo, ya que «hay pocas peluquerías cerca y aquí viene también gente de los pueblos de alrededor». Incluso, afirma, tiene clientes que viven en grandes ciudades «porque aprovechan cuando vienen en vacaciones o fines de semana, que no tienen horarios».

Iris cuenta que la diferencia económica que destaca entre un pueblo y una ciudad es en el local y la vivienda. Como autónoma, dice que paga lo mismo que otra persona que viva en una capital, así como los productos que utiliza en la peluquería. «Aunque al tener menos volumen de trabajo, me hacen menos oferta, por lo que termino pagar un poco más», resalta.

«Vivir en un pueblo es lo más cómodo del mundo, siempre y cuando tengas coche», incide la optense, ya que, dice, es necesario tenerlo «para poder salir cada vez que necesites algo que no tengas» en el municipio. Sin embargo, Baquero asegura que hay ocio en el pueblo, aunque sea distinto al de la ciudad. Allí, ella suele ir a pasear e ir al gimnasio rural, donde tienen actividades más variadas. Asimismo, los fines de semana «suele haber más, además de otros actos que puedan realizar en semanas de fiestas».

Con respecto a la alimentación, Iris asegura que en Huete «hay tiendas y restaurantes, aunque en distinta cantidad, pero de todo». Además, sobre la comida recién hecha, afirma que «como nos conocemos todos, llamas a un bar y si quieres te preparan algo, incluso a veces te lo llevan a casa». En relación a comprar ropa, «si no quieres ir a tienda pides online, porque los repartidores llegan, y se nota que el volumen de pedidos ha aumentado muchísimo».

Iris destaca la mayor ventaja de vivir en un pueblo es la calidad de vida, además de poder ir andando a cualquier sitio «y no hay masificación de nada». Asimismo, asegura que no puede decir «ninguna contra» de vivir en Huete, aunque admite que «puede que no haya tantas actividades que puedes encontrar en una ciudad».