Las obras del Museo de Arte Abstracto de Cuenca dialogan en Barcelona con las de Rothko, Pollock y otros grandes

Gran parte de la colección de centro de las Casas Colgadas continúa su gira con parada en la La Pedrera y la Fundación Suñol de la capital catalana

La Fundació Catalunya La Pedrera ha inaugurado en Barcelona una exposición imprescindible para conocer a fondo el arte abstracto nacional e internacional de la segunda mitad del siglo XX. La muestra «Los caminos de la abstracción, 1957-1978. Diálogos con el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca», concebida y organizada por la Fundación Cataluña La Pedrera y la Fundación Juan March, es una importante exposición colectiva que hace una revisión del movimiento de la abstracción en España entre los años 1957 y 1978, en diálogo con las corrientes artísticas europeas y americanas de este período.

Son más de 70 obras de los principales representantes del arte abstracto que muestran la variedad y complejidad de las diversas formas que adoptó la abstracción y sus principales tendencias en los ámbitos nacional e internacional: el informalismo y el expresionismo abstracto, la abstracción lírica y gestual, la abstracción geométrica, el arte cinético o la pintura de campos de color.

La exposición en La Pedrera propone un recorrido sugerente que parte de la colección del primer museo de abstracción en España -creado en Cuenca en 1966 por el pintor y coleccionista Fernando Zóbel- con piezas de artistas españoles con prestigio internacional, como Antonio Saura, Manolo Millares, Rafael Canogar, José Guerrero, Equipo 57 o Pablo Palazuelo, así como de los principales representantes del informalismo catalán, como Antoni Tàpies, Modesto Cuixart, Juan Josep Tharrats, José Guinovart o Albert Ràfols-Casamada, entre otros. El recorrido se complementa con un diálogo con algunos de los principales artífices internacionales a través de la obra de artistas como Mark Rothko, Jackson Pollock, Lee Krasner, Willem de Kooning, Helen Frankenthaler, Jean Dubuffet, Hans Hartung, Alberto Burri o Alexander Calder, con algunas piezas que no se han visto nunca en Barcelona hasta ahora.

El museo de las Casas Colgadas afronta obras de climatización y por eso gran parte de su colección está protagonizando una gira por el mundo que la llevó a Granada, hace escala ahora en Barcelona y luego seguirá por Alemania y Estados Unidos. El centro conquense permanece no obstante abierto con una pequeña muestra de sus obras y exposiciones temporales.

Durante la presentación la directora general de la Fundación Catalunya La Pedrera, Marta Lacambra, ha destacado que la exposición es «un ejemplo de complicidad y trabajo bien hecho, que ha generado un excepcional diálogo entre las piezas expuestas». En el mismo sentido se ha expresado el director de la Fundación March, Javier Gomá, quien ha hecho hincapié en que “ambas fundaciones tienen como objetivo hacer cosas para las personas”.

“Los caminos de la abstracción, 1957-1978. Diálogos con el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca” es una exposición concebida y organizada por la Fundación Cataluña La Pedrera y la Fundación Juan March, con el comisariado de Manuel Fontán del Junco, Sergi Plans y Marga Viza.

Exposición expandida

La exposición quiere expandirse a la ciudad de Barcelona estableciendo diálogos con diferentes disciplinas artísticas en torno a la abstracción para ampliar contenidos y aportar otras miradas. Por eso la Fundación Catalunya La Pedrera ha co-creado una serie de propuestas con otras instituciones culturales como el Gran Teatre del Liceu -con un recital de Pierre-Laurent Aimard-, la Fundació Suñol, la Fundació Antoni Tàpies, la Filmoteca de Catalunya, Foto Colectania, la ESMUC o la Biblioteca de Catalunya.

Fundación Suñol

La exposición Memorias cruzadas. Las colecciones como territorio de creación presenta un diálogo entre la Colección del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la Colección Suñol Soler. Al mismo tiempo, la muestra cuenta con la mirada actual de 7 artistas contemporáneos que proponen nuevas creaciones a partir de las colecciones históricas que reunieron Fernando Zóbel y Josep Suñol Soler.

El proyecto, comisariado por Glòria Picazo, pone en relación a varios protagonistas y distintos aspectos que conforman el ecosistema artístico: desde el papel de la institución artística y el del coleccionista, la colección como un activo o la cultura en general como un valor añadido a la labor de la institución artística, hasta el cuestionamiento –hoy en día inevitable– sobre la huella que el funcionamiento de esos actores deja en nuestro planeta. Estos aspectos se ponen de manifiesto mediante una serie de intervenciones artísticas pensadas especialmente para la ocasión.

A partir de la importante base documental de las bibliotecas de ambas instituciones, Antònia del Río ha indagado en una selección de artistas que coinciden en sus colecciones, revisando ca- tálogos para configurar una suerte de sociograma en el que se destacan los posibles vínculos afectivos establecidos entre los artistas que figuran en ellas, al tiempo que se crea cierto efecto especular entre la biblioteca de la Fundació Suñol y la biblioteca dibujada del Museo de Arte Abs- tracto Español de Cuenca. Por otro lado, el artista Pep Vidal analiza y revisa a través de su proyec-

to qué supone reunir pinturas y esculturas en unos espacios expositivos, cómo se almacenan y cómo se exhiben, qué volumen ocupan, así como las condiciones exigibles de embalaje y sus

traslados dentro de los propios espacios museísticos. El artista ha desarrollado su trabajo en la antigua sede de la Fundació Suñol en Passeig de Gràcia 98 para posteriormente exponer sema- nalmente una intervención artística sobre diferentes casos de estudio.

La exposición se completa con cuatro nuevas propuestas de artistas actuales que, en cierto modo, han buscado afinidades y coincidencias con cuatro obras de las dos colecciones. Julia Spínola recupera una escultura de Susana Solano para observarla, admirarla e interpretarla desde su propia óptica escultórica. Asunción Molinos Gordo dialoga y comparte aspectos sobre la politización del territorio con Josep Guinovart; si este lo hacía desde las tierras de Agramunt, evocando la Guerra Civil Española, ella lo hace desde una perspectiva crítica sobre los cultivos egipcios y cómo se está pasando de una agricultura de pequeño propietario a grandes exten- siones de agricultura intensiva. Arnau Sala Saez revisa un dibujo de grandes dimensiones de Elena Asins, que inevitablemente evoca una partitura musical. Su minimalismo, riguroso y sin concesiones, es revisitado por el artista, que dialoga con él desde un lenguaje sonoro, distan- te en el tiempo, pero coincidente en propósitos. La propuesta de Oriol Vilanova parte de una coincidencia: ambas colecciones conservan ejemplares con numeración correlativa de la misma serie de grabados de Pablo Palazuelo. El artista pone en evidencia cómo el paso del tiempo suele dejar huellas parecidas, aunque no idénticas. La secuencia, la repetición, la similitud y la diferencia son temas presentes en su instalación que se expandirá por todo el espacio de la Fundació Suñol.

Por último, a modo de epílogo, Joana Moll reflexiona sobre la institución museo, sobre su funcionamiento y sobre el gasto energético que implica ese funcionamiento, y más allá de la institución, apela también a la responsabilidad individual del propio artista. La artista presenta en la Fundació Suñol una instalación donde reflexiona alrededor de todas las consideracio- nes anteriores, a la vez que planteará el sábado 26 de noviembre una “ofrenda eléctrica” que consistirá en una peregrinación desde la Fundació Suñol hasta la Central Térmica del Besós. La acción de andar genera aproximadamente unos 10 w/h por pie, y esa es la cantidad de energía eléctrica que los participantes de la acción podrán devolver simbólicamente hasta dicho lugar.