Hace 40 años una veintena de jóvenes que rondaban los 17 años, asiduos y fijos cada San Mateo de la ‘Peña Bar tu casa’, decidieron tomar las riendas y fundar su propia peña. Como en aquellos tiempos transitaban estos cuatro días de fiestas hidratándose «con todo menos agua»- ahora tampoco ha cambiado mucho esa afición por la zurra- el nombre lo tuvieron claro desde el principio, ‘Enemigos del Agua’.
Unos inicios que narra con añoranza, alegría y una gran algarabía de fondo uno de sus fundadores y actual presidente, Armando Martorell. De su tono se desprende felicidad, son días de plenitud, “porque nos reunimos con amigos que ya no vemos en todo el año”, dice al otro lado del teléfono. Esa premisa de hacer familia y unión marco el inicio de una de las peñas más veteranas. “Teníamos ganas e ilusión por hacer las cosas bien, y a día de hoy seguimos igual”, dice Martorell.
En el tránsito de estas cuatro décadas muchos se quedaron por el camino, pues “las etapas de la vida nos van marcando”. De los fundadores persisten tres, aunque eso sí, han crecido hasta las tres cifras. “Este año somo unos 120”, comenta.
Aunque el número es variable, y los fines de semana suelen marcar la pauta para el crecimiento de socios, lo que no ha cambiado es la esencia con la que decidieron arrancar ‘Enemigos del agua’ y que a día de hoy les transmiten a las nuevas generaciones. “San Mateo es más que beber y ponerse de vuelta y media. Es el mantener nuestras tradiciones. Es mostrar el respeto hacia nuestra historia y saber lo que significa San Mateo”, comenta Martorell con un tono más serio.
Para el fundador es imprescindible que no se diluya el origen de esta festividad que suele ir bien edulcorada con el tono festivo en torno a la jarana y el alcohol. “Siempre he intentado inculcar a la juventud lo que rememoramos, que es nuestro legado y que tenemos que tratar de conservarlo”, recuerda el presidente.
Entre el recuerdo histórico y esas reuniones sociales se ha movido durante estos cuarenta años una peña que ha tenido su seña de identidad en ese camioncillo que cada año maquean. Comenzó como coche escoba en el desfile con el simple objetivo de llevar los bocatas y la zurra. Fue un Citroën 2 Caballos el que hizo ese primer recorrido, y que se ha convertido en un símbolo para la peña. “Hemos pasado por carrozas tremendas, llegue a hacer un barco del Misisipi, un autobús estilo inglés, hasta un toro de Osborne”, comenta entre risas el presidente. Y, precisamente, este 2025 ese camioncillo va maqueado con recuerdos de los San Mateos de los últimos 39 años.
Para Martorell haber llegado hasta aquí “es un logro” y ya tiene la vista puesta en el aniversario de ese medio siglo, porque lo más importante es que esos nervios de los días previos, la ilusión y las ganas de hacer “siguen siendo las mismas que el primer día que comenzamos”.