Salvador Rengifo, capellán del Hospital: «Antes íbamos nosotros, ahora los familiares vienen a buscarnos»

Salvador afirma que la labor de acompañamiento no sólo se centra en el enfermo sino que abarca también a familiares y personal sanitario "que muchas veces necesita ese desahogo espiritual ahora que nos estamos encontrando situaciones bastante complicadas"

Salvador Rengifo es, junto a David y Javier, uno de los tres capellanes que presta sus servicios en el hospital Virgen de la Luz de la capital conquense. Su labor se desarrolla, por turnos, a ‘full time’ durante las 24 horas, los siete días de la semana. La actual crisis sanitaria ha llevado al límite su aguante físico y psicologíco ante situaciones «para las que no estamos preparados».

Salvador precisa que su labor se centra, básicamente, en el acompañamiento espitirual y la administración de sacramentos a los enfermos. «Lo que pasa es que nuestro acompañamiento no sólo se centra en el enfermo, aunque sea el objetivo principal, y abarca todo lo que significa ayudar y acompañar a los familiares y al personal sanitario que muchas veces necesita ese desahogo espiritual. Ahora nos estamos encontrando situaciones bastante complicadas».

El capellán del centro hospitalario asegura que, durante la pandemia, se ha notado un incremento notable de las peticiones de atención espiritual. «Nosotros estamos las 24 horas al día en el hospital. Tenemos turnos de horario continuo, Cuenca es una ciudad muy religiosa y hemos tenido que modificar nuestro modo de actuar dadas las circunstancias. Si antes de todo esto hacíamos visitas diarias a todas las habitaciones, con lo cual nos ofrecíamos nosotros de manera más directa para esa atención espiritual o administración de sacramentos; ahora, al no poder estar tan en contacto con los pacientes, son los familiares los que nos están buscando y eso sí que se nota. Nos llaman para ir a visitar a sus familiares, hacerles un poco de compañía al menos. No podemos estar todo el tiempo que nos gustaría. Ojalá pudiésemos hacer más. Los familiares no pueden estar aquí y cuando nos llaman pues aprovechamos para intentar aportar algo de tranquilidad y sosiego»

Estas mismas fuentes han indicado que la soledad extrema ha sido uno de los elementos que más le ha llamado la atención durante este periodo. «Me he encontrado a personas que no tienen a nadie, que no tienen familia, que han tenido que depender del Ayuntamiento  o de los servicios sociales de su pueblo para poder recibir una sepultura, un entierro. No te lo esperas. Pero el nivel y la magnitud en la que estamos viendo esa situación ahora no lo he vivido. Mira que he estado en misiones durante prácticamente diez años, he visto situaciones bastante dramáticas pero no hay nada que te prepare para una cosa como esta. Nada. Y lo han comentado también personas del ámbito sanitario. La soledad quizás ha sido una de las cosas más complicadas desde el punto de vista del paciente que está enfermo o desde los familiares. Y también la soledad del personal sanitario cuando ve que incluso haciendo todo lo que está en sus manos se le escapa una vida».

Miedo al contagio

Salvador reconoce que «he tenido momentos en que se te viene el alma al suelo. Sobre todo, hubo una semana, en la que estuvimos en el pico, en la que te ibas a casa y lo único que quería era sentarme y desconectar. Esos días no sabes cómo reaccionar. No se trata sólo de atender a una persona en sus últimos momentos, que ya es duro. Sino ver que no tiene a nadie al lado. Y ni siquiera tú puedes estar lo que te gustaría porque teníamos que estar el tiempo justo. A muchas personas las conocías, de una manera o de otra. Son situaciones para las que no estás preparado porque no te las esperas. Es verdad que la fe y la oración te ayuda y te da fuerzas para mantenerte y persverar. Pero eso no evita que haya momentos en que se hace muy duro».

A la dureza de las situaciones vividas se ha sumado al temor al contagio, ya que desarrollan su labor en un lugar de máxima exposición al coronavirus. «El miedo en algún momento sí lo hemos tenido. Sobre todo al principio cuando no se conocía bien cómo se comportaba el virus. No sabías cómo protegerte. Ibas con cierto temor. Gracias a Dios y a mucha gente del hospital, la verdad es que por parte del personal hemos tenido mucha ayuda. Nos han cuidado de una manera muy considerada. Eso también nos ha hecho el trabajo más fácil. El temor nunca se va pero ahora te sientes un poco más aliviado». 

Salvador afirma que, viendo la evolución de la pandemia, «ahora, dentro de la gravedad, la situación es mucho más tranquila en el hospital que las semanas pasadas. Tenemos muchos pacientes delicados, tenemos que mantener las medidas de seguridad pero en determinadas plantas ya se percibe esa tranquilidad. Hay plantas donde se mantiene la tensión por la delicadeza de muchos de los pacientes pero creo que la situación está más controlada».

Imagen de los tres capellanes del Hospital Virgen de la Luz: David, Javier y Salvador