Cuerpos lozanos que se retan en “la ruta de la alcantarilla” y aguantan “a base de Resalín”

Los conquenses han afrontado esta segunda jornada festiva con cautela, con la llegada de los que viven fuera y con la invención de nuevos retos con los que justificar la hidratación con zurra

Un calor que cae a plomo. Rozan las cuatro de la tarde y marabuntas de coloridos grupos encarrilan la subida hasta la plaza Mayor. No paran. Van sin prisa, pero sin pausa, marcados por el deseo del reencuentro. Para algunos es su primera jornada, otros ya han echado a andar sin frenos y avistan “un lunes de paracetamol”, dice entre risas un grupo de la peña ‘La vaca brilla’.

En las peñas están terminado de comer, otros de sobremesa e, incluso, los rezagados marcados por los horarios laborales se incorporan a llenar el estómago. “Necesario para poder beber”, comenta Laura de la peña ‘Tentados por el Vino.

El termómetro social comienza a aumentar en el entorno de la Catedral cuando por los altavoces suena ‘Viva el Pasoble’ es el primer aviso que pone a la Banda de Música de Cuenca en pie bajo los arcos del Ayuntamiento, mientras que la mezcolanza de todas las edades que se va congregando en la plaza empieza a coger tono y algunos caderas ya empiezan a seguir los compases.

Con el arranque oficial de los pasodobles parece que regresa el ambiente festivo. Apenas marca el reloj las 17.00 horas, y los grupos se han triplicado. Tanto dentro como en las calles que desembocan en la misma, pues desde las peñas acuden a ver a las vaquillas. “¿Eres de las que se atreve a ponerse delante de la vaquilla?”, le pregunta la periodista a una de las integrantes de la Peña ‘Tendidos Cero’. “No, no, a distancia y por la mirilla, yo me quedo agarrada a este vaso”, comenta. El plan para la tarde: “Beber, beber… cenar, y seguir bebiendo”, ríen en el grupo donde presumen de empezar esta segunda jornada matea con los “cuerpos lozanos”.

No son los únicos, en una ruta más de siesta que nocturna, los cuerpos vuelven a coger el ritmo de forma progresiva, “y con cautela”, dice otro grupo de ‘Tendidos Cero’, “No recuerdo un San Mateo tan caluroso y es peligroso, porque se bebe más y después viene los arrepentimientos por no poder levantarte al día siguiente”.

Mientras que los más veteranos presumen de “entrenamiento de años”, aunque algunos confiesan que están tirando de “trampas”. “Tenemos esta buena cara porque vamos a base de Resalín, así llegaremos al lunes”, dice un grupo de mediana edad de la ‘Peña Chupazurras”.

Los que no sucumben, todavía, a las medicinas resucitadoras son los veinteañeros. Que lejos de buscar píldoras con las que aguantar cuatro frenéticas jornadas, se inventan nuevos juegos que sirvan como excusa para hidratarse a base de zurra. “¿Quieres jugar con nosotros?” pregunta una sonriente joven de la peña ‘Raspaná’. “Estamos jugando a la ruta de la alcantarilla, consiste en pararse en cada alcantarilla que te encuentras desde la bajada del Castillo y beber encima de ella de tu vaso de zurra”, explica. “Mira como está el mío, todavía me queda”, dice mientras enseña el vaso de plástico de medio litro que apenas contiene un reposo del famoso brebaje mateo.

Mientras avanza la tarde las peñas suben el volumen y el aforo comienza a completarse. Aunque, más allá de la jarana juvenil, también se encuentran los más pequeños que comienzan a vivir su primer San Mateo en esos ambientes familiares que caracterizan a tantas peñas. “Vamos echarnos unos juegos, a cenar y pasar una agradable noche entre amigos, que algunos no vemos hasta dentro de un año”.

Reencuentros, sonrisas y carcajadas. Abrazos, anécdotas, selfies para inmortalizar el momento. Rutas “y puti vueltas”, San Mateo brilla más intenso que este sol veraniego con una esperada segunda jornda “fuerte”, como comentan algunos, que también observan con un poco de pavor “a lo que se va a concentrar mañana (sábado)”.