Hartazgo en Cañamares por los comportamientos incívicos en La Playeta y otros parajes naturales

El baño, al igual que el verano pasado, no está permitido, pero los visitantes rompen sistemáticamente los precintos. Tampoco respetan la prohibición de abandonar basuras en la zona

Bolsas de basura amontonadas, desperdicios desperdigados y precintos rotos. Es la resaca estética y material que dejan los fines de semana de verano en varios parajes naturales de Cañamares. Vecinos de la localidad trasladan a Voces de Cuenca su hartazgo por el comportamiento vandálico que muestran algunos visitantes ocasionales que rompen las cintas que impiden el acceso a determinadas zonas, abandonan residuos a pesar de la prohibición expresa de hacerlo y garabatean sobre los paneles informativos.

La conocida como Playeta de Cañamares, una zona de baño a orillas del Escabas, ha sido tradicionalmente un foco de atracción de visitantes. Familias y grupos de amigos de la comarca, de la provincia en general o incluso de otras vecinas se trasladaban allí durante la época estival con el objetivo de disfrutar de un día de sol -y sombra- y refrescarse con las aguas del río. Este año, al igual que ya ocurriera el pasado, el Ayuntamiento de la localidad ha prohibido el acceso al área y los chapuzones, un veto sistemáticamente incumplido. De nada sirven la línea de perimetración, que se salta o se rasga, ni tampoco las señales en las que se advierte de que existe un proyecto de acondicionamiento del espacio.

También se trasgreden otras normativas como la de no abandonar o verter basura en El Barco, un área recreativa con merenderos cercana a La Playeta, en la que no se dispone de servicio de recogida de residuos, tal como se recuerda en varios carteles en los que se insta a los excursionistas que se lleven aquellos que generen. Pero parte de las decenas de excursionistas que se concentran allí durante viernes, sábados y domingos hacen caso omiso, tal como demuestran las fotografías de pequeños basureros improvisados.

La situación de malestar llega hasta el punto de que los vecinos incluso han llamado a la Guardia Civil para que sus agentes se personaran y frenasen los incumplimientos.