Los pueblos pequeños atraen habitantes que no querrían pasar otro confinamiento en la ciudad

Castillejo de Iniesta supera los 50 empadronamientos y los alquileres se han disparado en Albendea tras un verano de récord en el número de visitantes a los pueblos conquenses

Hasta la llegada del coronavirus SARS-CoV-2 a nuestras vidas era la pérdida de población en la provincia de Cuenca la que centraba gran parte de la atención política. No en vano, este 2020 era la primera vez en toda la década que había una subida en el número de residentes respecto al año anterior según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística.

Durante los últimos años han sido bastantes las medidas anunciadas con la finalidad de atraer población al territorio conquense, y finalmente ha sido un gran cambio de mentalidad lo que ha hecho que los pueblos se hayan llenado en un verano ‘de récord’. Y es que ser un pueblo pequeño se ha transformado este año en una ventaja competitiva por su tranquilidad y amplios espacios abiertos en los que disfrutar al aire libre con mayor seguridad respecto a contagios víricos.

50 empadronamientos en Castillejo de Iniesta

Algo así ha sucedido en Castillejo de Iniesta, con 159 vecinos censados y una superficie de 27,7 kilómetros cuadrados, poseía el año pasado una densidad de 5,78 habitantes por kilómetro cuadrado. Los castillejeros se han multiplicado este verano, ya que tal y como narra a Voces de Cuenca su alcalde, José Antonio Valiente, ha habido 50 empadronamientos este verano.

¿Y quién está regresando a los pueblos de forma masiva? Valiente no tiene ninguna: “Ha venido mucha gente que tiene casa y que llevaba muchos años sin venir. Principalmente es gente mayor que procede de Valencia, y que quieren quedarse en el pueblo a pasar el invierno porque aquí están más tranquilos. Yo ya les he dicho que no se preocupen porque si pasa algo no va a faltar ni medicina ni comidas porque el Ayuntamiento va a ayudarles en el suministro”.

El gran regreso no ha tardado en notarse en un aumento de actividad, siendo el sector de la Construcción uno de los principales beneficiarios. Todas esas casas envejecidas reciben ahora rápidas reformas y se preparan para estar habitadas durante el invierno, algo que no sucedía desde hace muchos años. El mercado también ha regresado con fuerza al municipio, que incluso ha recibido personas interesadas en adquirir una vivienda. “Si hay otro bajón de COVID-19 seguro que la gente va a venir al pueblo”, se muestra convencido el primer edil castillejero.

Una de las medidas especiales implantadas por Castillejo de Iniesta ha sido pedir a los visitantes que guardaran una pequeña cuarentena de cuatro o cinco días de seguridad al llegar al pueblo. “La gente ha respondido bien y al final ha venido mucha más gente de lo normal este verano al pueblo, y no ha habido ningún afectado porque se han respetado todas las normas”.

No es de extrañar el interés que ha despertado este pueblo, pues sus vecinos eran unos privilegiados hasta en los momentos más duros de confinamiento: “Es un pueblo muy pequeñito, y por las tardes la gente salía al corral o a la calle porque aquí hay mucho espacio. A la gente mayor que necesita andar le dejábamos que salieran solos con su mascarilla a dar una vuelta rápida por la carretera. Le dijimos a la Guardia Civil que había gente mayor que no podían estar todo el día encerrados en sus casas todo el día y lo entendían”.

Además este año están de celebración en el pueblo, pues ha reabierto la escuela, principalmente para que el pueblo se convierta en una burbuja frente a la COVID-19, tal y como explica Valiente, “así evitamos que los niños vayan al colegio de Motilla del Palancar, donde tendrían más posibilidades de contagiarse”. De momento, las clases vuelven con siete niños pero “ya se han interesado un par de padres que viven en Valencia pero están pensando en quedarse en el pueblo”.

Un centro de coworking para asentar población en Cañaveras

El teletrabajo es otra de las claves para entender este año 2020. Una gigantesca cantidad de trabajadores que anteriormente tenían que acudir presencialmente a sus puestos han tenido la posibilidad de hacer sus tareas desde sus hogares. El Ayuntamiento de Cañaveras ha visto una oportunidad en estas circunstancias, abriendo un centro de coworking para el periodo estival que, debido a su éxito, permanecerá abierto todo el año.

Su alcalde, Isaías Juan, también está contento por el número de personas que ha acudido al municipio este verano. Una subida que, teniendo en cuenta los consumos de agua, ha supuesto que la población se haya duplicado durante los meses de julio y agosto. “Por poner un ejemplo, el consumo de la semana que más consumo tuvimos en el pueblo el año pasado, que fue la del comienzo de las fiestas de Cañaveras, se ha igualado durante todo agosto y todos los fines de semana de julio”.

En su caso y pese al miedo, optaron por abrir la piscina pública durante el verano, tal y como hicieron otros municipios vecinos. “Fue arriesgado pero pensamos que si se podía abrir había que abrirla, y al final no hemos tenido ningún problema de COVID-19 en el municipio este verano pese a la gran cantidad de personas que han venido”, celebra el alcalde.

Los alquileres se disparan en Albendea

Otro de los puntos donde el mercado inmobiliario ha comenzado a funcionar ha sido en Albendea. Este pueblo de la Alcarria, que cuenta con 121 habitantes y una densidad de 3,4 por kilómetro cuadrado, ha visto cómo crecía el interés por los alquileres. Su alcalde, Luis Enrique Pérez, detalla que este fenómeno ha supuesto que “se han disparado todos los alquileres en los pueblos cercanos y en Albendea hay casas que estaban en venta y que ahora se han puesto en alquiler”. “Mucha gente de la que les pilló aquí el confinamiento o que tenían segunda vivienda, viendo que podía haber un segundo confinamiento han decidido alquilar, pero ahora es difícil encontrar algo”, explica el primer edil de Albendea.

También ha habido en el municipio tres empadronamientos. “Aquí todo el mundo es bienvenido, no tiene por qué haber ninguna pega”, recalca el alcalde, que subraya que “mucha gente se reserva un Plan B en los pueblos pese a que se vayan. Cada vez hay más rebrotes, somo un país de los que más mascarillas se ponen por la calle pero luego en los hábitos sociales tenemos el problema, y la gente busca refugio en los pueblos, que dan más seguridad, te sientes libre. La gente está muy a gusto en ese sentido”.

Subidón de visitantes en las pedanías optenses

El aumento de visitantes a los pueblos de la provincia este verano se ha notado en diferentes puntos de la geografía conquense. Por ejemplo, Huete estima que llegó a contar 5.000 personas el 15 de agosto, casi el triple de los 1.765 empadronados que hay en el municipio.

El alcalde, Fran Doménech, detallaba en una publicación en Facebook que entre sus ocho pedanías sumaban a mediados de agosto 2.130 vecinos, casi diez veces más que los 219 que hay empadronados según recoge el Instituto Nacional de Estadística. Destacan aumentos exponenciales en pueblos como Bonilla, que pasó de 20 a 450 vecinos; Moncalvillo de Huete, de 26 a 300, o Valdemoro del Rey, con una subida de 18 a 300 habitantes.

“Es una alegría que tengamos los pueblos llenos de gente, que siempre aportan”, aseveraba el alcalde, que a la vez reivindicaba que “es enorme el volumen de tareas a mejorar y sin embargo los recursos de los que disponemos son limitados, por eso nuestra reivindicación de solidaridad interterritorial hacia el medio rural”.