Un equipo de investigadores y estudiantes dirigido por los arqueólogos Juan Francisco Ruiz López, de la UCLM, y Virginia Barciela y Ximo Martorell, de la Universidad de Alicante, ha sido los encargados de analizar los dos bloques con 14 pinturas rupestres levantinas desprendidos de la pared de un abrigo en las Hoces del Cabriel, en el término municipal de Minglanilla, desde noviembre de 2022.
Las investigaciones están llegando a su fin y su próximo destino será el Museo de Cuenca (Arqueológico) donde podrán ser expuestos al público con las necesarias condiciones para su conservación. Juan Francisco Ruiz López apunta que «hemos estado investigando en estas piezas muchas cosas, por su excepcionalidad, tratando de caracterizar los pigmentos, tratando de analizar las propias capas de pintura, su estado de conservación…. Ha sido un trabajo muy concienzudo, de tal manera que ahora que ya hemos avanzado y hemos hecho todo ese trabajo, las piezas las vamos a depositar en el Museo dentro de unos días. No puedo decir exactamente qué día, pero vamos, antes del final de mes con seguridad. Lo que no puedo decir es cuándo podrán estar expuestas al público. La intención es que lo estén lo antes posible. Son unas piezas que tienen unas necesidades de conservación por cuestiones de iluminación, de humedad, etcétera»
La última es la tercera campaña realizada en este emplazamiento. «El año pasado tuvimos el resultado excepcional de encontrar estas dos piezas pero el yacimiento es también excepcional porque lo que estamos excavando es un contexto de los últimos cazadores recolectores, cazadores recolectores del final del Paleolítico superior, justo en la transición a momentos posteriores, lo que llamamos el Mesolítico, en un momento que coincide con el cambio climático, con el final de la glaciación. Es un contexto poco frecuente, en el interior peninsular». Entre los datos más llamativos, destaca que «el que se hayan conservado caídas de la pared ya es excepcional. Sospechamos que esto ha pasado con muchísima frecuencia en muchos sitios. Por eso nos encontramos en muchas ocasiones con abrigos que conservan pintura de rupestres pero también con lagunas, es decir, con áreas donde se han perdido fragmentos de mayores o menores dimensiones. Pero en este caso, hemos tenido la suerte de encontrarnos con dos fragmentos en el año 2022 y otro pequeño fragmento, mucho menos importante, en este año 2023. Hemos encontrado otra pieza con unas líneas de pintura, poca cosa en comparación con el año anterior, pero que en condiciones normales también habría sido un hallazgo notable. Las pinturas han sido protegidas por la propia estancia horizontal, o sea la cara de la pintura contra el suelo, de una manera que la verdad es que resulta muy sorprendente, porque lo normal es que en esas condiciones, la acidez del suelo, las del propio sustrato… terminen deteriorando las pinturas. Bueno, pues en este caso, por algún factor que todavía no conocemos, eso se ha conservado».
Una de las cosas interesantes de la última excavación es que hemos encontrado un hogar, es decir un fuego, todavía no lo hemos fechado pero será de estos contextos que estamos comentando y lo que nos indica es que las alteraciones que sufrió el sitio no son tan importantes como en principio podíamos pensar. Y respecto a las pinturas, creemos que el derrumbe no ha sido demasiado reciente. De hecho, esto es hipótesis, creo que no pasó mucho tiempo desde que se pintaron las pinturas hasta que se produjo el derrumbe porque las formaciones de costos de oxalato, de carbonato cálcico… requieren un tiempo y el que no existan nos está indicando que probablemente esto cayó bastante pronto después de que se realizaron. ¿Cuánto pasó entre que se realizaron y que cayeron? No lo puedo precisar pero que las pinturas llevaban en el suelo varios miles de años, al 90% seguro».
Fijación de los pigmentos
El investigador de la UCLM señala que «las pinturas rojas están mucho menos fijadas de lo que nos parecía inicialmente. Estábamos mucho más preocupados por la conservación de la pintura blanca. Una de las cosas excepcionales es que tenemos pintura roja y pintura blanca. Pero la pintura blanca es muy sorprendente porque es como si fuera… no acabamos de encontrar una palabra para definirlo, pero es como si fuera una especie de gel, una capa de pintura muy continua, muy bien adherida al soporte y que presenta menos problemas de conservación de lo que pensábamos inicialmente. Lo ideal sería que lo presentásemos en el Museo junto con el resto del material arqueológico que procede del sitio para contextualizarlo».
Estas mismas fuentes destacan la conveniencia de establecer algún tipo de protección para este tipo de yacimientos arqueológicos. «Más allá de la protección legal merecerían algún tipo de protección también física. En este espacio en el que estamos, en las Hoces del Cabriel, hay otros dos sitios con pintura rupestres que están en las mismas condiciones y también carecen de cualquier tipo de protección física. No soy muy partidario de las protecciones, de los barrotes, porque al final alejan a la gente del patrimonio y esto no creo que sea precisamente lo ideal. Pero deberíamos diseñar algún sistema de vigilancia, de protección que fuera lo menos invasivo posible pero que en un tiempo garantizase que no se produce ningún tipo de agresión hacia este yacimiento, hacia estas pinturas. Tenemos la suerte de tener en la provincia de Cuenca un yacimiento que puede dar una información crucial pero para eso necesitamos no perderlo».




Cabra en Bloque 2, a la derecha enfatizada con el software DStretch (FOTOS:UCLM