El papel dice que en parte de La Cierva ya no se puede construir, la tierra dice que sobran espacio y ganas. Entre esos dos mundos se mueve Christiana Scharfenberg, alcaldesa de La Cierva y vecina empeñada en devolver la vida a su municipio. A sus 70 años, la alemana enconquensizada plantea alternativas para reactivar el pueblo y revertir el éxodo que sigue vaciando la Serranía de Cuenca como otras comarcas rurales de todo el país.
El principal freno para atraer nuevos vecinos es la falta de vivienda disponible. Así, la primera edil señala que le gustaría poder ofrecer casas a quien estuviera dispuesto a mudarse al municipio, pero actualmente no hay vivienda disponible, reconoce Scharfenberg. El Ayuntamiento ha reformado la antigua casa del cura, que es propiedad municipal, con la intención de convertirla en cuatro pisos turísticos. Con ello se acercan a un doble objetivo para generar ingresos y disponer de alojamiento para posibles nuevos residentes.
El problema, explica, es que falta financiación para terminar la obra y que los cambios urbanísticos han complicado concluir esta construcción y comenzar nuevos proyectos en el municipio. Según relata la alcaldesa, una parte del pueblo ha quedado fuera del casco urbano debido a la parcelaria que se hizo alrededor de los años 80, lo que complica la posibilidad de edificar allí. Aunque Scharfenberg ha tratado de entender por qué y cómo se llevó a cabo dicha transformación, «nadie sabe por qué», lamenta. Mientras busca soluciones y contacta con programas de ayuda, la alcaldesa sigue insistiendo en que sin vivienda no hay repoblación posible.
El segundo talón de Aquiles de La Cierva reside en la economía local que no está demasiado dinamizada o diversificada por lo que aquellos que pudieran plantearse instalarse en el municipio se encuentran de frente con la cuestión laboral y económica. La población actual de La Cierva está muy envejecida, admite la alcaldesa, por lo que para revivir esta pequeña localidad serrana, Scharfenberg se ha puesto manos a la obra junto a su marido Klaus para hacer pequeñas iniciativas de investigación y desarrollo rural con el fin de conocer más sobre las particularidades de su municipio que permitan generar empleo y atraer nuevos proyectos.
Así, mientras la primera edil ha desarrollado plantaciones de lavanda en su terreno con excelentes resultados de hasta cinco kilos solo en su pequeña parcela, su marido ha sembrado variedad de árboles frutales para comprobar que especie funciona mejor en La Cierva y segrvir de guía a empresas que quieran instalarse allí, siguiendo el ejemplo de la empresa ganadera que ya acumula 1.500 cabezas de ganado entre ovejas y cabras. Con todo ello, la regidora municipal pretende conocer el municipio como la palma de su mano por la propia experiencia, poder aconsejar a quien quiera instalarse allí y dar ejemplo de que la vida rural en La Cierva es posible y puede significar un salto en la calidad de vida de quien se anime a dar el paso.













