El granizo continúa sin dar tregua al campo y esta vez ha golpeado con especial dureza a la Ribera del Júcar, una de las denominaciones de origen más jóvenes y prometedoras del panorama vitivinícola nacional. A tan solo un mes del inicio de la vendimia, el pedrisco ha machacado, literalmente, el 50% del viñedo adscrito a esta D.O., con especial impacto en las localidades de Sisante y Casas de Benítez, auténticos centros neurálgicos de la producción.
Según ha explicado a Voces de Cuenca el gerente de la denominación, Juancho Villanueva, en algunas bodegas la pérdida es total, aunque «por prudencia» han situado la estimación de las pérdidas sobre un «80 o un 90%». Lo que Villanueva ha calificado como «un desastre agrícola» que podría afectar según las primeras cifras a 4.500 hectáreas de las 6.900 que tiene esta D.O.
El gerente de la denominación de origen estima que cada año son «alrededor de unas mil familias» a las que la vid da empleo directo y que este año verán su economía «muy afectada», especialmente en el caso de Sisante y Casas de Benítez, donde Villanueva asegura que «según las estadísticas del INE, en esas zonas un 80% de la población viven de la uva».
Las cooperativas que han registrado mayores pérdidas corresponden al corredor que parte de Sisante y se extiende hacia el entorno de Villalgordo del Júcar, aunque esta última localidad no pertenece a la D.O. En contraste, otras zonas como Teatinos, Casas de Fernando Alonso o Casas de Haro se han librado del temporal. Sobre la posibilidad de recuperar parte de la cosecha en las zonas afectadas, Villanueva ha afirmado que el pronóstico es «muy negativo» porque, apunta, «con un pedrisco de esta magnitud a estas alturas, ya no puedes recuperar nada», lamenta.
El impacto económico aún está por cuantificar, pero se prevé una caída notable en la producción, en lo que el gerente denomina como «una añada fallida». A pesar del enorme bache que va a suponer para los agricultores, el gerente señala que el precio del vino no se verá afectado porque «no vamos a doblar el precio del producto porque tengamos poco», asegura y añade que, por desgracia, los pequeños agricultores que verán una importante merma en su facturación son «una gota en el océano» vitivinícola como para producir un cambio en los precios a gran escala.
Esta pérdida golpea de lleno al campo y, especialmente a los pequeños viticultores, que ya venían arrastrando dificultades debido a las sucesivas inclemencias del tiempo, al aumento de los costes de producción y a las cambiantes políticas arancelarias. Villanueva ha señalado que desde la D.O. están en contacto con las cooperativas afectadas para evaluar el nivel de los daños y ofrecerles su apoyo.