Chequeo a la reintroducción del lince ibérico en Cuenca: ejemplares, hábitat y futuro

Hoy en día hay once ejemplares sueltos en la provincia y se espera que en la próxima primavera se produzca algún nacimiento.

El lince ibérico es una especie que estaba en una situación crítica en todo su área de distribución, en todo el territorio español, a los que se llegaron a mínimos absolutos, con solo 90 ejemplares. Comenzaron a ponerse en marcha proyectos de reintroducción de este animal en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Portugal con los que se ha conseguido que actualmente haya más de 2.000 ejemplares en el país.

La provincia de Cuenca se incorporó al proyecto en febrero de 2025 por primera vez después de realizar diferentes investigaciones durante más de dos años sobre el hábitat conquense. El jefe de la sección de biodiversidad de la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible, Enrique Montero, señala a Voces de Cuenca que se estudiaron los factores principales que validaban la reintroducción del lince ibérico en este territorio.

Entre ellos, era determinante que el hábitat estuviera en condiciones, «valorando especialmente su presa principal, que es el conejo de monte»; que hubiera suficiente refugio, con monte mediterráneo favorable; que el riesgo de mortalidad fuera bajos, como por ejemplo el de atropello «haciendo inventarios de carreteras con otros carnívoros que hacen los mismos pasos que pueda hacer el lince»; la prevalencia de enfermedades que puedan afectar, sobre todo, a felinos; y el riesgo de ahogamientos.

Con estos aspectos, Montero explica que el resultado dio lugar a que la superficie apta para expulsar a estos ejemplares era de 60.000 hectáreas en la provincia de Cuenca. «El protocolo establecido por el Ministerio de Transición Ecológica como superficie continua disponible de hábitat favorable para la reintroducción del lince son 10.000 hectáreas, algo que aquí se supera muy por encima», destaca.

El jefe provincial de biodiversidad apunta que, a la hora de comenzar la reintroducción, hay dos núcleos principales en la provincia: la zona de Las Pedroñeras y las comarca de Haro; y, por otra parte, la Sierra de Almenara. Comenzaron el proyecto en la finca de La Veguilla, en Las Pedroñeras, con una tamaño «respetable», donde se han hecho la mayoría de las sueltas.

«Instalamos un cerco de pre-suelta en el que algunos linces se introducen durante al menos tres semanas para aumentar la fijación de los ejemplares en la zona y así reducir la movilidad del animal, antes de ser liberados por completo», sostiene Enrique Montero. Este es uno de los dos tipos de suelta, mientras que el otro, llamado «suelta directa o dura», consiste en que algunos ejemplares «especialmente los que vienen de traslocaciones de otros sitios de la región» se liberan directamente.

Asunción del proyecto por la población local

Enrique Montero cuenta que desde la Delegación Provincial de Desarrollo Sostenible hicieron reuniones con los ayuntamientos de los dos núcleos aptos para comunicarles el proyecto de reintroducción del lince ibérico, así como con el sector cinegético de Cuenca, donde «aclaramos dudas y aceptamos sugerencias», además de encuestas a la población local rural.

Los trabajos consistieron también en realizar un estudio de aceptación socio-económica de estos ejemplares en la provincia, que determinó que más del 85% de la población representada «era muy favorable al proyecto», algo que supone el respaldo de los habitantes.

El objetivo de el programa de reintroducción es «restaurar el equilibrio natural», pues «falta un gran depredador que sea capaz de ayudar a contener las poblaciones de conejos en algunos sitios, que en zonas de La Mancha se constituyen plagas», apunta Montero.

La presencia de linces ibéricos en fincas privadas «no tiene por qué afectar a ningún titular cinegético». Según el jefe de biodiversidad de Cuenca, estudios promovidos por asociaciones cinegéticas abalan que las poblaciones de perdiz, emblema de la caza menor, se mejoran en fincas que tienen este animal felino, ya que el lince centra su presión cazadora sobre el conejo; y porque es capaz de controlar a otros depredadores, que también comen otras especies de caza menor. Por ello, la presencia de estos ejemplares «hace de alguna manera que mejoren algunas de las poblaciones cinegéticas más interesantes y que están en declive como puede ser la perdiz», sostiene Montero.

Lince Uraclio soltado en Cuenca que se trasladó a Madrid. Foto: Comunidad de Madrid

Además, que existen linces ibéricos en fincas particulares, puede generar a los titulares un complemento en sus ingresos económicos, pues pueden aprovechan para realizar visitas guiadas para aquellos interesados que quieran ver ejemplares de cerca, asegura Enrique Montero. Sin embargo, en la provincia de Cuenca no se ha llevado a cabo todavía ese tipo de actividad, ya que están en una fase de establecimiento.

En el proyecto se valora también los posibles daños que pueda provocar el ejemplar en ganado menor, especialmente en gallineros. Por ello, la Consejería de Desarrollo Sostenible tiene preparadas herramientas para, en el caso de que se produjera alguna incidencia, se indemnizara, así como para proteger los espacios vulnerables a los ataques o los accesos del lince.

Medidas para aminorar y evitar los riesgos de mortalidad de los ejemplares

Enrique Montero explica que el proyecto tiene en cuanto medidas de prevención para evitar o aminorar el riesgo de mortalidad de los ejemplares sueltos. En el caso de atropellamiento, se instalan señales de advertencia para que los conductores reduzcan la velocidad o estén pendientes de la presencia del lince; o habilitar pasos de fauna expresamente para que el animal tenga una opción de cruzar por encima o por debajo de la carretera y no por el medio.

También, para evitar ahogamientos en balsas de riego, la Consejería interviene para reformar el vallado de esa instalación o instalarlo en casa de que no exista. «Intentamos anticiparnos a los riesgos que pueda tener», insiste.

Finales de diciembre y enero, época de celo para el lince ibérico

Montero explica que el proyecto está ideado para que se realicen liberaciones durante tres o cuatros años hasta una media de diez ejemplares por año. Un número que durante este 2025 ya se ha superado, pues actualmente hay once linces ibéricos sueltos en territorio conquense. «Hay que tener en cuenta que parte de ellos, aunque se liberen en una zona ideal para ellos, emprenden una dispersión y se pueden ir de los hábitats de suelta», asegura el jefe provincial de biodiversidad.

Por ello, afirma, es necesario tener un stock suficiente de liberación inicial «para que los ejemplares que se queden, fundar la población a partir de ellos», destaca Enrique Montero.

Para los siguientes años, desde la Consejería esperan que «lo normal es que se consiga ese objetivo». La procedencia de los ejemplares de linces ibéricos que llegan a Cuenca son de dos tipos: a partir de los centros de cría en cautividad en España y Portugal, «de los que se cuida especialmente la genética para intentar liberar animales con el menor parentesco posible»; y de translocación directa de ejemplares silvestres.

Los expertos podrán dar la población del lince ibérico establecido en el territorio conquense cuando empiece a haber ejemplares que no se mueven de su zona y se produzcan los primeros nacimientos. Montero explica que la época de celo de este animal es normalmente para finales de diciembre y durante el mes de enero y para la primera lleguen los nacimientos. «Confiemos en que este año podamos tener alguno ya en Cuenca, y a partir de ahí será el germen de la fundación definitiva de poblaciones», resalta el jefe provincial de biodiversidad.

Enrique Montero asegura que «seguramente tendrán que pasar bastantes años» para que la especie «se vaya extendiendo como una mancha de aceite», aunque las condiciones son óptimas para que se consiga.

Seguimiento y evolución

Actualmente, Montero afirma que no tienen constancia de que haya muerto algún ejemplar suelto en la provincia de Cuenca. Todas las liberaciones portan un collar de seguimiento del lince con el que los profesionales pueden saber por dónde se está moviendo. Además, lo complementan con seguimiento terrestre a partir de una antena específica en tierra. «Nos permite saber hacia dónde va para, en el momento, hacer un control de en qué estado sanitario está», destaca.

Este seguimiento, además, se complementa con cámaras de fototrampeo que se instalan en los sitios donde los ejemplares suelen acudir, por ejemplo a bebederos en verano. «Son imágenes que nos dejan tranquilos porque vemos que tienen un estado físico fenomenal y no tienen ningún problema».