Ruta literaria por Cuenca: un paseo libro a libro por las calles que inspiraron a filólogos y escritores

Por sus calles han pasado poetas, novelistas y cronistas que convirtieron sus paisajes en literatura. Desde las hoces hasta sus miradores, Cuenca guarda en cada esquina un eco de tinta y papel

En Cuenca, basta levantar la vista para que los versos y las historias empiecen a cobrar sentido. El murmullo de sus ríos, la geometría imposible de sus Casas Colgadas y el laberinto empedrado de su casco antiguo han inspirado a autores de todas las épocas. Coincidiendo con el Día del Libro, proponemos un itinerario literario por algunos de los rincones que han dejado huella en la literatura. No es una ruta cerrada ni pretende ser exhaustiva, pero sí una invitación a redescubrir la ciudad a través de los ojos de quienes la escribieron.

Escohotado y su obra, desde la cárcel de Cuenca
En uno de los lugares menos esperados, la prisión provincial de Cuenca, Antonio Escohotado escribió su obra más influyente: Historia general de las drogas. Allí trazó un estudio riguroso y filosófico sobre el papel de las sustancias psicoactivas a lo largo de la historia, en religiones, culturas y sociedades.

Cuenca, en la trayectoria vital y literaria de Tirso de Molina
Tirso de Molina, uno de los dramaturgos más importantes del Siglo de Oro español, vivió un episodio clave de su vida en Cuenca. Entre 1640 y 1643, fue desterrado al Convento de la Merced, en su primera ubicación cerca del humilladero de las Eras de la Cruz de Bordallo. Durante su estancia allí, Tirso no solo se dedicó a sus labores religiosas, sino que también fue un momento importante en su trayectoria literaria, ya que continuó su trabajo como escritor y dramaturgo en este refugio.

📚 Antiguo Colegio Primo de Rivera, el origen conquense del método Micho
En este edificio de aire escolar clásico, tres maestras conquenses —Felisa García, Pilar Martínez y María Isabel Sahuquillo— idearon un sistema de aprendizaje que transformó la enseñanza de la lectura en España: el método Micho. Este sistema, publicado por primera vez hace más de cuarenta años, ayudó a generaciones de niños de todo el país a aprender a leer mediante imágenes, sonidos y frases cortas. El método, nacido en estas aulas conquenses, sigue reeditándose hoy.

🏘️ Tiradores, escenario literario de Carmen Mola
El barrio conquense de Tiradores aparece mencionado en la novela La Nena. En esta obra (escrita por Carmen Mola, seudónimo colectivo de Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero) se describe la calle de Tiradores Bajos como un laberinto urbano. La narración destaca la complejidad del barrio.

🏛️ Cuenca, «nido de águilas» en los ojos de Pío Baroja
Pío Baroja retrató la atmósfera y el paisaje de la Cuenca del siglo XIX en su mordaz y entretenida novela ‘La Canóniga’, en la que califica a la ciudad como «un nido de águilas’. Espacios como la Calle de la Moneda, la Carretería, el palacio de los Carrillo o la Casa de la Sirena se mencionan en una obra que resalta que “Cuenca es una de esas viejas ciudades españolas colocada sobre un cerro, rodeada de barrancos, y llena de callejones estrechos y románticos. No se explica que un pueblo así no aparezca en la literatura de un país, más que suponiendo en ese país una insensibilidad completa para cuanto sean realidades artísticas”.

💧 Los ríos de Cuenca, inspiraciones poéticas de Gerardo Diego y Góngora

Probablemente el romance más famoso de Gerardo Diego sea el que dedicó al Duero a su paso por Soria, pero el poeta santanderino también cantó con el mismo formato a los ríos conquenses Júcar y Huécar. «Agua verde, verde, verde/ agua encantada del Júcar/ verde del pinar serrano que casi te vio en la cuna…». El cultenarista Luis de Góngora, por su parte, vio en los pinares de Xúcar bailar a unas serranas «al son del agua en las piedras/ y al son del viento en las ramas».

🏡 La Casa de los Valdés, cuna de los humanistas conquenses
El edificio, que conserva el escudo de los Valdés, se erige sobre el solar que albergaba la residencia de esta ilustre familia, cuna de los humanistas Juan y Alfonso de Valdés. En la actualidad, alberga la casa parroquial de El Salvador. Juan, autor del Diálogo de la lengua, una obra clave en la reflexión sobre el castellano, y su hermano Alfonso, han sido señalados en ocasiones como posibles autores del Lazarillo de Tormes, una teoría que sigue siendo objeto de debate en el ámbito académico.

🕊️ Cela y su mirada sobre Cuenca: «cubista y medieval»
Camilo José Cela, en su artículo Cuenca abstracta, reflejó la imagen de la ciudad como un conjunto de contrastes, donde la piedra gentil y la arquitectura medieval conviven con una belleza salvaje y tierna. En este texto, definió a Cuenca como “cubista y medieval, elegante, desgarrada y tiernísima como una loba parida”, capturando la impresión que le causaron sus calles y sus paisajes.

🎼 Perales y sus novelas: un eco de Cuenca en su literatura
En este enclave vivió la familia de José Luis Perales, uno de los grandes cantautores y escritores conquenses. Aunque su fama llegó con la música, también es autor de novelas como La melodía del tiempo o La hija del alfarero, en las que asoman paisajes y emociones propias de su tierra, aunque a menudo sin referencias explícitas a Cuenca. Entre sus canciones más emblemáticas se encuentran «Y cómo es él», uno de sus temas más icónicos, que ha llegado a convertirse en un himno de la música española. Otra de sus grandes piezas es «Que canten los niños», un tema lleno de esperanza que aboga por los derechos de la infancia y que ha sido muy querido por varias generaciones.

🌄 Raúl del Pozo y la Hoz del Júcar en ‘Ciudad Levítica’
El paraje donde las hoces se retuercen y abrazan a la ciudad es también escenario literario. El periodista y escritor Raúl del Pozo, en su novela Ciudad Levítica, convirtió a Cuenca en protagonista, otorgando un papel central a sus calles, plazas y a la Hoz del Júcar, donde sitúa uno de los pasajes más intensos de la obra.

🏰 Unamuno inmortaliza la soledad de Cuenca en su obra
Miguel de Unamuno retrató Cuenca con la admiración de quien ha sabido detenerse en cada detalle. En su texto Cuenca Ibérica dedicó especial atención a la Hoz del Huécar y a las emblemáticas Casas Colgadas, describiendo estas últimas como «casas desentrañadas y entrañables que se asoman a la sima», convirtiendo la ciudad en una metáfora de la identidad castellana y de la soledad que evocan sus barrancos y su arquitectura suspendida.

🔤 La Catedral de Cuenca guarda la memoria de Sebastián de Covarrubias
La imponente Catedral de Cuenca guarda entre sus muros la memoria de Sebastián de Covarrubias, canónigo y autor del Tesoro de la lengua castellana o española (1611). Esta obra es considerada el primer diccionario en castellano, y no solo define palabras, sino que bucea en su etimología y ofrece un retrato fascinante de la mentalidad de su época. En la Catedral, además de que guarda la memoria de Covarrubias, se encuentra la Capilla de Sebastián de Covarrubias, que él mismo fundó. Esta capilla sigue existiendo y, de hecho, se expone un ejemplar del Tesoro.

📍 La Plaza Mayor de Cuenca, «La Venecia del Aire» según Julián Marías
La Plaza Mayor es el epicentro de una ciudad inmortalizada por autores como Raúl del Pozo, Cela, Baroja y, entre otros, Julián Marías, quien la definió como «La Venecia del Aire», un apodo que encierra su esencia suspendida y etérea.

📖 César González Ruano: La huella de Cuenca en su obra literaria
César González Ruano, periodista y escritor de gran renombre, vivió en Cuenca durante una temporada. Su vinculación con la ciudad fue significativa, y aunque su obra abarca diversos géneros, la experiencia conquense dejó huella en su trayectoria personal y literaria. Ruano fue un hombre profundamente influenciado por el paisaje y las vivencias de los lugares en los que residió, lo que sin duda contribuyó a la riqueza de su escritura.

A cada paso, Cuenca confirma que no solo se recorre, también se lee. Sus piedras han sido párrafos, sus hoces capítulos, y sus balcones miradores de palabras. Caminar por ella en clave de libro es abrir las páginas de su historia, una que sigue escribiéndose con cada visitante y cada escritor que se asoma a sus paisajes.