Una manera de hacer Cuenca: cerrar el ferrocarril

Fernando Casas Mínguez

En un lugar de la estación de ferrocarril de la ciudad de Cuenca, hay una placa en la pared con el escudo de la Unión Europea, en la que se puede leer lo siguiente: “Las obras de ejecución del proyecto constructivo de las obras de recrecido de dos andenes de la estación, han sido financiadas por el Mecanismo “Conectar Europa” dentro del periodo 2014-2020. Debajo del texto figuraba a modo de eslogan: “Una manera de hacer Europa”.

Habrá que poner otra placa para que nadie olvide a los protagonistas del eventual cierre de la línea de ferrocarril Madrid-Cuenca-Valencia. Aunque la placa sea provisional, debemos mantener vivo el recuerdo del partido político y las autoridades que pretenden cometer el estropicio.

El texto de la placa podría ser: La destrucción de la línea Madrid-Cuenca-Valencia y los andenes de las estaciones, ha sido promovida por el Gobierno central (Pedro Sánchez), el de la Comunidad Autónoma (Emiliano García-Page), la Diputación (Ávaro M Chana) y el Ayuntamiento de Cuenca (Darío Dolz). Debajo del texto podría figurar a modo de eslogan: Una manera de hacer región, o bien, Una manera de destruir Cuenca. El texto de la placa y el eslogan los dejaría abiertos a la creatividad popular.

A fin de cuentas, de lo que se trata es de que en este tiempo que invocamos el derecho a la verdad y se redactan leyes sobre la memoria democrática, no permitamos que se borren hechos memorables relacionados con la historia del ferrocarril, de Cuenca y de la región de Castilla-La Mancha.

El asunto no es baladí. El fenómeno de supresión de los hechos por parte del poder tiene tradición en España. Contamos con el precedente del Real decreto de 4 de mayo de 1814, cuando el monarca absolutista Fernando VII anuló la Constitución de 1812.

Lo más insólito del decreto era que después de decretar nulos y de ningún valor y efecto la Constitución y los decretos aprobados por las Cortes, añadía “como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo” .

Pues bien, de la misma manera que el monarca absoluto, a comienzos del siglo XIX, pretendió quitar de en medio del tiempo la Constitución, no sería extraño que los que promueven el cierre de la línea de ferrocarril en el siglo XXI, pretendan quitar de en medio su proeza.

La estrategia para promover el olvido está en marcha. Consultando la prensa vemos declaraciones del ejecutivo de la Junta (García-Page y Martínez Guijarro), contándonos que hay empresarios internacionales interesados en invertir para hacer en Cuenca un parque temático único en Europa.

¿Alguna persona en su sano juicio puede pensar, estando sobrio, que existan empresarios internacionales filántropos, dispuestos a invertir en la misma provincia que el ejecutivo regional impide que se inviertan fondos europeos?

La desgracia de Cuenca es que quienes detentan el poder no se sienten como servidores públicos, sino como caciques con derecho a estar por encima de la ciudadanía de la provincia que los eligió, sin rendir cuentas.

Se sienten tan arrogantes y superiores que se atreven a decir y hacer los mayores disparates. Como nada les pasó cuando construyeron en Cuenca el centro de Recepción de Visitantes, el Bosque de Cristal y Acero o la magnífica Estación de AVE (junto al vertedero), están dispuestos a seguir.

Así que los políticos destructores del ferrocarril proyectan nuestra movilidad por carretera, como alternativa a un servicio público de ferrocarril renovado, de calidad, que beneficie a los pueblos de la provincia. Y proponen integrar la ciudad a base de pelotazos urbanísticos, haciendo aparcamientos, rotondas y viviendas.

La manera de hacer región, que tienen estas personas que viajan en coche oficial, es desconectar a Cuenca del futuro. Por eso el porvenir de Cuenca depende decisivamente de la rebelión cívica de las gentes de la provincia.

Como dijo García-Page, cuando estaba en la oposición, tenemos que luchar porque se modernice el ferrocarril y no se inviertan millones de euros, en construir otros engendros pretenciosos, como el delirante bosque de cristal y acero.

Por lo tanto, en señal de protesta por el cierre de la línea de ferrocarril, antidemocrático y que atenta derechos fundamentales, he decidido que me plantaré los martes por la mañana, a las once horas, ante la sede provincial del PSOE de Cuenca. Estaré una media hora para manifestar mi indignación por el abuso de poder que el PSOE se empeña a llevar a cabo en la provincia. ¡Ánimo conquenses y que no cunda el ea!