Un poquito de cordura, por favor

Cristina Elena Fuentes, concejal de Cs en el Ayuntamiento de Cuenca

Hay algo que me pide a gritos en mí interior, en todos y cada uno de los últimos viernes de cada mes, contar mi opinión sobre lo que acontece el día anterior en cada pleno del consistorio. Y no porque a mí, me reconforte, sino porque hay que dejar testimonio, que es la clave del futuro aprendizaje.  

Es una labor que he demorado bastante, y que, por fin, hoy he decidido no dilatar. Porque lo que ayer pasó, allí, en un lugar que debe ser escrupulosamente cuidado y mimado, por respeto a la ciudad, no tiene nombre.

La mañana prometía, porque las mociones que llevaba nuestro grupo, eran de las que hay que hacer un gran esfuerzo, para pensar que no interesan a la ciudad, (ni a quienes las votan).

La primera consistía en la recuperación del Plan Municipal de Drogas, orientada a la juventud. Olvidado hace años y dejado en asombroso letargo. La segunda orientada a dignificar la pedanía de Nohales, cuya apremiante necesidad, también es evidente.

Sin embargo, las dos, con votos en contra del equipo de gobierno, fueron degradadas por éste, en una actuación orquestada  que tuvo lugar, mucho antes del comienzo de la sesión plenaria.

Y no es que no estemos acostumbrados a ver provechosas e imprescindibles mociones, rechazadas por el PSOE con fútiles argumentos. Pero hay propuestas, de cuyo rechazo, por ser un lastre político para el gobierno local, huye. Y ayer, todo indicaba que la huida, sería hacia delante.  

Así, a las dos y cuarto de la tarde, cuando nos encontramos con el primer acto de la representación orquestada por el primer edil. Que fue la contundente presión que por su parte ejerció, para que, dándonos una única opción alternativa, SI o NO, y sin posibilidad de explicación ni réplica, retiráramos una frase de la primera moción.

Para ese viaje, no hacía falta tanta alforja, pues existen mecanismos suficientes para prever con anterioridad la situación provocada, incluidos el respeto y la educación que merece un edil de la corporación.

No acertamos a pensar, el motivo de la inquina. Pero el objeto, debía ser debatir la propuesta, y para no generar más problema, sin duda alguna, accedimos a retirar la frase.  

Efectivamente, accedimos de buena fe y sin mayor inconveniente a su retirada, eso sí, privados de cualquier espacio de tiempo para su defensa y bajo la amenaza del alcalde, del abandono del pleno por el equipo de gobierno en su conjunto, si no era retirada.
Luego muy libre, no fui, pero intenté sembrar el buen ambiente, evitando el peligro.

Después, el segundo acto. Pataleta orquestada y al unísono de la bancada socialista, cuando todos a una como Fuenteovejuna, incriminaron a mi grupo, sin dejar concluir la intervención, cuyo turno de palabra en ese momento correspondía.

Tal pataleta careció de una justificación de altura, para tan sobredimensionada reacción por parte del equipo de gobierno. Que seguía buscando y provocando recursos infantiles y justificaciones arbitrarias, a su ya voto viciado y condicionado en contra, de una moción tan sensible y propositiva como la que presentó el grupo, especialmente dirigida a poner sobre la mesa problemas de nuestros jóvenes.

El alcalde concluyó ese acto, acusándome de “no tener vergüenza”, sin recordar que la política “ad hómine”, no es la mejor compañera en estos casos, y que un político de altura, debe utilizar otros recursos. No solo por su provecho, sino por el ejemplo que se le presume.  

Lamentablemente los insultos, son algo habitual y los que los emiten, deberían advertir dónde se encuentran y el papel que representan.

Lo mejor de la representación, llego al final, cuando con un gesto por parte del alcalde presidente y la bancada socialista, obligó a CNU, todo un grupo municipal con 6 concejales y 6.700 votos a sus espaldas, a cambiar la decisión de su voto, en un desconcierto entre los ediles de CNU, que no adivinaban a saber qué hacer con la alzada de su mano. En dos ocasiones fue voto a favor y al final, una en contra.

En ese momento, todos cuantos presenciamos aquello, alcanzamos a pensar que CNU había quedado para bailar “los pajaritos”, manos arriba y manos abajo, cuando el alcalde les toco las palmas.

Triste actitud, que les apartó del respeto al contenido de la moción y a los 6.700 conquenses que les votaron, y que en su movimiento ciudadano depositaron su confianza.

Y eso fue ayer el alcalde, el peor director de orquesta, para una ciudad herida.

No obstante, el destino más fatídico para una moción, no es que se apruebe. Si no, que no se ejecute.

Por eso, tendremos siempre la esperanza de que, aunque no sea a iniciativa nuestra, y por el bien de la ciudad, el equipo de gobierno, ataje con seriedad este grave problema que planea sobre nuestros jóvenes y que ciertamente, tiene muy descuidado.