Sentimiento Athletic, de Bilbao a Cuenca pasando por Sevilla (Beti zurekin)

Es muy difícil escribir estas líneas. Es complicado condensar tantos sentimientos, emociones, sensaciones…que vienen a la cabeza tras vivir la victoria del Athletic Club de Bilbao en Sevilla, en el estadio de La Cartuja. Porque esta final se ha vivido en dos escenarios.

Por un lado, Sevilla, la ciudad. Imponente. Invadida pacíficamente por miles de aficionados rojiblancos (60.000, 70.000, 90.000…qué más da). Algo increíble. Difícil de imaginar ver los alrededores de La Giralda, la plaza de El Salvador, las riberas del Guadalquivir, el barrio de Triana, cualquier rincón (estás más perdido que un bilbaino en el barrio de Santa Cruz)…ocupados por athleticzales venidos de todas partes. En su mayoría de Bizkaia, lógicamente, (tras recorrer más de 800 kilómetros) pero también de La Rioja, de Cáceres, de Almería, de Bailén, de Madrid…de Cuenca. Y por otro lado, lo que es un partido de fútbol que se prolongó durante 120 minutos y se decidió en los penaltis. Poco antes de empezar el encuentro los allí presentes ya nos dimos cuenta que, sólo por lo vivido antes del partido, ya había merecido la pena el viaje.

La victoria del Athletic ha sido liberadora para los seguidores de este equipo. Nos ha quitado un peso de encima y nos ha dado (aún más) argumentos para seguir con nuestra filosofía. Ha premiado al fútbol, al deporte. El Athletic sigue su propio camino, que no es mejor ni peor. Es otro. No se trata de ser más ni mejor que los otros. Se trata de no ser menos ni peor que los otros. Todo ello con humildad, sacrificio, generosidad…y orgullo. Orgullo de creer en que no siempre va a ganar Goliath, que David tiene derecho a vivir y a disfrutar de la vida.

Una Champions la puede ganar cualquiera…con el dinero necesario. Ahí tenemos al Milán, Manchester City, Manchester United, Bayern Munich…tantos y tantos casos. Pero hay algo que está por encima, muy por encima. El orgullo de ser un equipo grande con los chavales de casa y estar entre los tres únicos equipos que no ha descendido nunca a Segunda División. De ser capaces de tener en el equipo campeón de Copa a jugadores que hace apenas unos años estaban en la grada, como dos aficionados más, celebrando los goles de su equipo (Unai Gómez o Jauregizar). De ser capaces de dar un sitio en el equipo a críos que llevan en el Athletic desde alevines o infantiles (Vivian, Unai Simón, Lekue, De Marcos…). Que puedan jugar y ganar un título o, al menos, tienen la posibilidad de competir ante los mejores. Se trata de eso. Básicamente. De no bajar los brazos, de pelear siempre.

El triunfo en la Copa es un homenaje que se merecen todos los aficionados y aficionadas de este equipo. Hace cuarenta años el que escribe esto estaba en la ría, con 16 años, viendo la gabarra y después en la celebración de Bilbao. Uno más entre miles, millones de personas emocionadas. Algo indescriptible. Han tenido que pasar cuarenta años (demasiados) para poder obtener el merecido premio, aunque sea a la constancia. Hemos perdido varias finales en este siglo. Pero nos da igual. Hemos ido a Sevilla y hemos estado con el equipo (como quien no se ha podido desplazar) como si no hubiera ocurrido nada.

La victoria es para los más pequeños como Sandra, Itziar…para que vean que el esfuerzo tiene premio y que creer en uno mismo merece la pena. Para los de siempre. Para los aficionados como Eva, Vicente, Marta, Tomás, Chirili, Pili, Paco, Canito, Ángel Luis…que vemos la época gloriosa ya lejana pero no dejamos de creer. Y, en especial, para los más veteranos. Los que nos enseñaron el camino, aunque algunos ya no estén aquí con nosotros (va por ti Alfonso) y la forma correcta de transitar por él. Con intensidad y respeto, que son compatibles.

Vaya desde aquí el agradecimiento a Sevilla y a los sevillanos por cómo nos han tratado. Olé !. Por su amabilidad, cariño, comprensión, paciencia…en unos momentos muy complicados. Barras atestadas de gente, todos con prisa, …y han dado una lección de saber estar. ¡Grandes ! Siempre estarán en nuestro recuerdo como lo estará esa preciosa ciudad.

Por cierto, no más partidos en La Cartuja, por favor. Es impresentable. El campo en sí, al margen de la pista de atletismo que es un pecado en un recinto de fútbol por lo que distancia al aficionado del terreno de juego, tiene buena visibilidad. Pero los accesos…eso es criminal. No hay nada alrededor. Treinta, cuarenta minutos andando por un desacampado (que parecíamos de Walking Dead) para la ida y otros tantos para la vuelta…pasadas la 1:30 de la madrugada. Una vergüenza.

(PD: ¿Y el partido? Eso es casi lo de menos. Es fútbol. Es un deporte que algunos han convertido en negocio en el que unas veces entra el balón en una portería y otras en la otra. Todos nos daban como favoritos y no me fiaba un pelo. Merecimos ganar (creo). Al final la moneda salió cara pero pudo salir cruz. Con 1-0 en contra en el descanso tenía el ánimo por los suelos. Tenía un bocata preparado pero no me lo pude comer. De la mala leche que tenía. Luego se arregló y el fútbol impartió justicia para que la alegría y la emoción se desbordase más allá de lo que cabe imaginar. Se nos ha quedado una sonrisa de satisfacción plantada en la cara que a saber cuándo se nos borrará. Esperemos que no tengan que pasar cuarenta años)

Athleeeeeeeeeeeetic, eup !!!! (Beti zurekin, siempre contigo)