Miguel Torres Escobar. 10 años.

Belén Torres Torres

Hoy, 13 de marzo de 2023 se cumplen 10 años de la muerte de mi padre, Miguel Torres Escobar.

No vengo a escribir sobre la profunda tristeza de su pérdida, y el dolor tan grande que sigue siendo para los que le conocimos. Eso, como el valor en la mili, se supone.

Quiero que estas pocas líneas sean un recuerdo sobre él, sobre su vida, su manera de ser, sus intereses…

Mi padre era un ser de luz, no hay nadie que lo recuerde sin que a sus apellidos les añada ese sustantivo: bondad.

A mí, que tuve el enorme privilegio de ser su hija, aún me admira recordarlo, tan bueno.

Incapaz de cometer una injusticia, con un férreo sentido de lo bueno y lo malo, pero con una grandísima empatía, compasión y misericordia por faltas de los demás.

Siempre preocupado por el prójimo, el cercano y el lejano; compartiendo sus recursos, sus energías y su tiempo (que es lo más valioso que tenemos).

Dispuesto a prestar ayuda a todo el que se encontraba en una mala circunstancia o ante un problema. Con los oídos abiertos a escuchar las preocupaciones ajenas, con el corazón cercano para consolar a los demás, y con el consejo pausado que da una persona sabia.

Si todo esto es mucho, aunque  me quedo corta,  me sobrecoge recordar, y creo oportuno hacerlo aquí, que la maldad o la afrenta ajena no condicionaba en absoluto el comportamiento de mi padre, ni su reacción, o su proceder, pese a saber que aquello visto, oído o sufrido estaba mal.

Su carisma era  esa manera de ver la vida, sin que el árbol le impidiera ver el bosque, lo que yo en casa llamo para referirme a él “mirada plus ultra”, algo muy poco corriente en lo terrenal.

Yo quisiera parecerme más a él, y como me dijo  mi amiga la Madre Elena: “esas personas son testimonio del amor de Dios en la tierra, eres muy afortunada”,  pero una es más Marta que María.

Desde el punto de vista intelectual me apena mucho pensar que toda esa sapiencia se haya perdido. Miguel Torres Escobar era un apasionado del conocimiento, un auténtico hombre del renacimiento, interesado en las ciencias naturales, la geografía, los idiomas, las artes, la filosofía…lector empedernido, disfrutón de la vida y lo bueno que la providencia nos regala…pero sin presunciones vacías, ni dándose importancia…en la intimidad de su hogar, de su despacho-aunque mi madre se empeñara en decir que no era sus despacho, si no la biblioteca de la casa- por puro gusto. El día que murió, estaba traduciendo griego…porque le gustaba.

Y eso se fue con él, y mis hijos no van a disfrutar con su abuelo enseñándoles un libro, explicándoles las características de esta u otra planta, de este u otro animal…dando una vuelta por la Catedral y distinguiendo los distintos estilos arquitectónicos que la conforman…eso ya no volverá.  

Como funcionario, poco tengo más que añadir… están en el archivo municipal sus expedientes y sus informes, yo he podido cruzarme con alguno en esta profesión. Tiene mucho que agradecerle esta ciudad -de la que siempre se sintió orgulloso- a mi padre, pero las personas discretas no se hacen famosas, y confundimos famoso con notable.

En fin, sirvan estas líneas para recordarle, y para que aquellos que lo lean y le conocieron dediquen unos minutos a su memoria.

Miguel Torres Escobar nació para morir el 15 de septiembre de 1948, murió para vivir el 13 de marzo de 2013.

Miguel Torres flanqueado por sus hijas Belén y Andrea.