Teresa Pacheco Iniesta
Responsable de Sanidad de Manifiesto por Cuenca
La Sanidad pública, su calidad, pero también sus deficiencias, no son un tema precisamente actual. Pero sí es cierto que con esta terrible pandemia, ha adquirido un relieve estratosférico, fundamental en nuestras vidas, en la muerte de nuestros seres queridos, en la enfermedad, en el deseo, ya realidad, de prevenirla a toda costa. Y al menos temporalmente, le hemos otorgado el valor que siempre debió y debe tener. Ya no vale acordarse de Santa Bárbara solo cuando truena, eso es completamente ineficaz y por tanto un error.
No es necesario repetir todo lo que hemos visto sufrir a los sanitarios, en todas las categorías profesionales, durante este tiempo, que ha ido mucho más allá de lo exigible, tanto humanamente como profesionalmente. Esta pandemia, aún no ha terminado, ni estamos en absoluto a salvo de que vengan otras.
Es por todo esto, por lo que resulta imprescindible echar la mirada atrás y retomar, no ya solo la solución al abandono sufrido en la Atención Primaria, si no también y fundamentalmente, en la rural, achacando este desalojo de los pocos medios que ya de modo crónico había, a la despoblación, sin darse cuenta, o lo que es peor, permitiendo, que se convierta en normal, lo que en realidad es aberrante: La despoblación se produce por la falta de medios y atención a nuestros pueblos y no al revés. Dotad de medios a nuestras zonas rurales, que se lo merecen tanto como las ciudades y la gente no tendrá que irse a vivir mucho peor a zonas superpobladas y muchas veces deshumanizadas. También quieren regresar los mayores a vivir plácidamente el retiro que se han ganado con creces, y quieren regresar, jóvenes que han comprendido, con esta sacudida de realidad, lo que de verdad es importante: Vivir tranquilo en un entorno menos agresivo.
Quienes están en condiciones de facilitar ese regreso o el no abandono de nuestros pueblos, no lo tienen tan difícil, si la voluntad acompaña a las decisiones que deben tomarse.
Son necesarias medidas sanitarias que nos den seguridad y nos permitan elegir vivir en el ámbito rural mediano y pequeño, en nuestros pueblos tan queridos.
Hay que potenciar los consultorios rurales con recursos materiales y diagnósticos, para que los profesionales médicos y de enfermería puedan realizar determinaciones sencillas que eviten desplazamientos.
Hay que potenciar la atención domiciliaria de las personas mayores y no someterlas a desplazamientos y horas de espera en hospitales, que muchas veces no serían necesarios si hubiera una correcta dotación de recursos.
Hay que conseguir que los profesionales sanitarios, tengan que huir de los pueblos o rechazarlos a priori. Su trabajo debería verse reforzado y compensado con mejores condiciones salariales y laborales, de modo que esos puestos de trabajo, sean atractivos para ellos. La figura del médico rural que quiere ejercer la medicina como algo que va mucho más allá de la visita rápida y la receta, existe y quiere seguir, hay que posibilitar el desarrollo de esa vocación por la atención rural que permanece intacta en no pocos profesionales. No es posible continuar con la precariedad de los contratos cortos, con la eventualidad, con la inseguridad por el futuro. Las ofertas de empleo público, deben fidelizar a nuestros profesionales sanitarios, convocando con toda la frecuencia requerida
Las consultas presenciales de un día a la semana en los pueblos pequeños, ya deben ser incuestionables, pero no se trata de conformarse de por vida, si queremos aumentar la población, deben aumentar los recursos. Siempre hay que aspirar a más, sobre todo.
Atención preferente, también merecen las farmacias rurales que a duras penas pueden mantenerse y las pocas que quedan, no podrán seguir por mucho tiempo. Todo por lo mismo: si no hay gente en los pueblos, no hay farmacia, con lo que estas significan, más allá de un mero despacho de medicinas. Son mucho más en la atención y cuidados. Y el hecho de que desaparezcan, ejerce también un efecto disuasorio en los aspirantes a vivir en los pueblos.
El transporte y la comunicación telemática son así mismo, dos factores que influyen definitivamente en la atención sanitaria. El autobús al que hay que llamar si precisas trasladarte por una cuestión médica con cierto grado de urgencia o consulta programada, no es una solución ni para el presente ni para el futuro. No se debe dar por hecho que todo el mundo tiene un coche a su disposición, ni aun teniéndolo, que pueda conducirlo, por cualquier circunstancia o que alguien pueda hacerlo por él. Hay posibilidad de concertar un medio de transporte, que te recoja en la puerta de tu casa y no es necesario que sea una ambulancia, que deben estar para situaciones de emergencia.
Pero casi todas las propuestas, puede haber muchas más y diferentes, claro que sí, han de pasar por una cobertura telefónica y de adsl impecables. Vivimos en el mundo que vivimos, ya no podemos obviar ni un minuto más, que ya todo pasa por esta herramienta imprescindible para trabajar a distancia, para solucionar problemas, los de salud incluidos y que cada día que pasa sin atender esta realidad, puede significar un nuevo abandono de nuestros pueblos o la decisión irrevocable de no regresar.
Por favor, no ahorremos en recursos materiales y humanos cuando se trata de salud y bienestar social, se puede ahorrar en otras cosas, a los políticos les votamos y les pagamos para eso, para que den importancia a lo importante, que todos sabemos lo que es.