¿Quién no ha imaginado alguna vez a la típica abuela tachando números en un cartón de bingo? Durante décadas, este ha sido el estereotipo más extendido sobre los aficionados a este juego. Sin embargo, la realidad del bingo en el siglo XXI es muy distinta. Los tiempos han cambiado y también el perfil de los jugadores: hoy el bingo atrae a personas con perfiles mucho más variados, rompiendo el molde de aquel viejo cliché. Parte de esta evolución ha venido de la mano del entorno digital, con nuevas formas de jugar como el video bingo, que han ampliado el alcance y la experiencia de juego.
Adiós al jugador “típico” de bingo
Por mucho tiempo se asoció el bingo con personas jubiladas, en su mayoría mujeres. Pero los datos recientes desmienten esa imagen. En España, la mayoría de los jugadores de bingo presencial son menores de 50 años, y además los hombres representan ligeramente más de la mitad de ese público, lo que demuestra que el bingo ha sabido renovarse y atraer a un público más diverso.
Otro factor es el cambio en la percepción social. Antes se veía el bingo solo como una cosa de personas mayores; ahora se entiende como un plan de ocio más, incluso para disfrutar con amigos. Muchas salas se han modernizado con música ambiente e incluso servicio de bar, haciendo del bingo una actividad social más.
Un juego en constante evolución
El bingo lleva siglos entre nosotros, pero no se ha quedado congelado en el tiempo. Al contrario, ha demostrado la capacidad de evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos. El punto de inflexión llegó con internet: en los años 90, el bingo dio el salto al entorno digital, permitiendo jugar desde cualquier lugar y a cualquier hora. Los primeros portales de bingo online ofrecían la misma emoción del bingo tradicional, pero con la comodidad de no tener que desplazarse. Esto amplió enormemente su público. Las plataformas digitales pusieron el bingo al alcance de un clic, atrayendo a personas familiarizadas con la tecnología en busca de ocio desde casa.
El bingo online también introdujo nuevas formas de jugar, pero supo mantener su espíritu social. Lejos de ser un entretenimiento solitario, las plataformas online incorporan salas de chat para que los jugadores hablen y compartan la emoción en tiempo real, recreando el ambiente de compañerismo de las salas físicas aunque cada uno juegue en un lugar distinto.
En Cuenca, el bingo ha encontrado también su espacio en la comunidad. Por ejemplo, el barrio de San Antón organizó un bingo desde los balcones de sus vecinos, fomentando la participación y el sentido de comunidad en tiempos de pandemia o durante el famoso Día del Campus donde los estudiantes pueden jugar al bingo y a otros juegos populares.
Del cartón al clic: bingo 2.0
La adaptación al mundo digital no solo amplió la audiencia, sino que también dio pie a modalidades innovadoras. En la actualidad, los sitios de juego ofrecen desde las partidas de bingo clásico de 90 o 75 bolas hasta versiones más modernas y temáticas. Otro fenómeno reciente es la movilización del bingo: gracias a los smartphones, el bingo es ahora portátil y cualquiera puede jugar una partida desde el móvil en cualquier momento, ya sea de camino al trabajo o en casa. Esta facilidad para jugar en cualquier lugar ha sido clave en la popularidad del bingo online. La esencia del juego sigue intacta, aunque han cambiado algunos hábitos: hay quien prefiere partidas cortas en el teléfono, mientras otros continúan reservando la tarde del domingo para visitar su sala de bingo favorita.