Por poco, pero no ha podido ser. El Rebi Cuenca ha perdido por 28-30 el partido que le enfrentaba en El Sargal contra el Granollers en la tarde de este domingo. Hasta prácticamente el pitido final el cuadro conquense llegó con opciones de puntuar e incluso de ganar. El marketing liguero y el cliche mediático había bautizado el encuentro como el partido de la jornada, no obstante se enfrentaban segundo y tercero de la temporada pasada, y esta vez no exageraban.
Fue un choque emocionante y tremendamente igualado que se decidió por apenas unos cuantos detalles. Los catalanes supieron ser más templados en los momentos clave y, a la vez, tuvieron arrebatos de creatividad cuando el partido estaba empantado. Pensamiento alternativo como en el gol final al borde del pasivo. El seny la rauxa.
Al equipo de Cuenca, por su parte, le condenaron su incapacidad ya casi genética para aprovechar mejor las superioridades numéricas, algunas precipitaciones y, como factor diferencial, una defensa más floja que la acostumbrada. La ausencia de Juanjo Fernández se dejó notar. No obstante, desde la portería, con sus luces y sus sombras, se aportó en momentos fundamentales. A pesar de ello supo competir ininterrumpidamente, sobre todo gracias al potencial ofensivo de sus zurdos. Exhibición de Fede Pizarro y Rubén Río, que sumaron 15 goles, un 53% de los de todo el equipo. Y eso que el argentino terminó algo tocado y apenas salió en el tramo postrero a tirar penaltis.
El partido comenzó difícil para el Granollers, con roja directa para Antonio García en el minuto 4:23. Tarjeta justificada porque condenó una dura acción contra un activo Simonet. Llegó con un 2-3 en el marcador, pero no supuso un cambio en el rumbo del partido, que siguió muy igualado o con leves ventajas de uno o dos goles para los visitantes hasta el minuto 16.
Fue entonces cuando el Rebi Cuenca consiguió ponerse al fin por delante tras sendos tantos de Pozzer y Simonet desde los seis metros (8-7). Espinha se sumó a la reacción encadenando varias paradas. La grada cantó el «¡Arriba!» propio de estas ocasiones pero los locales no consiguieron consolidar la remontada porque los vallesanos supieron tomarle mejor la matrícula a Pizarro y los conquenses desperdiciaron posesiones en varios de esos errores que llaman no forzados.
El empate o las ventajas por las mínimas de unos y otros serán ya una constante hasta el descanso, al que se llegó con un casi salomónico 15-15 en los luminosos después de que el Granollers supieran sacar oro de los quince segundos finales que tenían de balón.
Tras la reanudación, los visitantes estuvieron más cómodos, más sueltos. En ataque funcionaron muy bien sus laterales: André Buzle y Pabli Urdangarín, que acabaron con siete goles cada uno y eso que el sobrino del rey Felipe VI falló un penalti. O, más bien, se lo paró David Mach.
No fueron, conviene aclararlo, una apisonadora y el Cuenca supo resistir sin que la ventajas se fuera más allá de los dos goles. Cuando alcanzó los tres (20-23 en el minuto 43) y parecía que el partido se iba a quebrar, reemergieron con más claridad los de Lidio Jiménez. En poco más de tres minutos puso el empate y volvió la dinámica de igualdad o ventajas mínimas.
A nueve minutos del final, con 26-26 en el marcador, hubo penalti a favor del Cuenca y exclusión de Sergi Franco. El penalti se falló y en los dos minutos de inferioridad numérica los de Granollers lograron poner otra brecha de dos goles.
Pero el Rebi, que a veces hace fácil lo difícil y se complica en lo sencillo, volvió a recomponerse tras ese parcial y supo mantenerse a distancias de apenas un gol por debajo. Así llegaría a cuarenta segundos del final, 28-29, un último suspiro que supo respirar otra vez mejor el cuadro catalán.
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