Álvaro Muñoz y Victoria Quintanilla (El Tomanotas)
El sector vitivinícola está viviendo estos últimos meses una convulsa situación con la caída de ventas en la hostelería, las restricciones a las exportaciones, las guerras económicas entre superpotencias o el cambio de modelo de consumo. Si a esto le añadimos la caída generalizada del precio de la uva y que las dificultades sanitarias han provocado que la añada 2020 pase a la historia independientemente de la calidad de sus caldos.
En este momento histórico de cambio parece más que interesante conversar con el catedrático Miguel Ángel González Viñas, el profesor de la Facultad de Comunicación, José María Herranz de la Casa y con el presidente de la Denominación de Origen La Mancha, Ángel Ortega Castañeda que participarán los próximos días 23 y 24 de septiembre en la sexta edición del curso de verano «Vino y Comunicación: Denominación de Origen La Mancha» organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha. Un curso centrado en la necesidad de la comunicación en la transmisión de la cultura del vino en la sociedad y que, a pesar de realizarse online, está teniendo un gran éxito de inscripción. En esta edición, los talleres de cata de vino se llevarán a cabo a través de plataformas digitales, recibiendo los participantes las muestras de vino en casa.
A pesar de que la Denominación de Origen La Mancha, es la mayor de España con casi el triple de hectáreas que la segunda, apenas comercializa algo más del 10% de la producción de la región, lo que da una idea de la importancia de este cultivo para Castilla-La Mancha. Según el presidente de esta D.O., Ángel Ortega, «La clave en Castilla-La Mancha es la diversificación del producto, somos la zona que más mosto, más alcohol vínico y más vino de mesa produce en toda España y en Europa, también somos un gran productor de vinos con Denominación de Origen. La segmentación es buena, sin duda, pero hay que tener claro cada concepto de calidad y producir de forma acorde a ello», pues considera que aunque «cada vez se venden más vinos embotellados, el sector es un conglomerado tan grande y da tanto trabajo que no podemos renunciar a los otros nichos que dan de comer a miles y miles de familias en la región», por lo que cambiar toda esta estructura por centrarse sólo en la calidad, destruiría un gran número de economías familiares.
España produce cuarenta millones de hectolitros aproximadamente, de los cuales se beben diez. Los treinta millones restantes, incluidos mostos y alcoholes, se dedican a la exportación. Al ser el continente asiático uno de los grandes destinos para los vinos de la D.O. La Mancha, en el primer trimestre las ventas se hundieron hasta casi desaparecer en el segundo, aunque parece que han remontado en este tercer trimestre. También la hostelería ha sufrido una caída del consumo del treinta y dos por ciento, incrementándose algo el consumo doméstico. «El problema es que en el caso de Castilla-La Mancha, y también de la D.O. La Mancha es que todo es insuficiente, porque si ya tenemos histórica y coyunturalmente problemas de excedentes, en una coyuntura como ésta se multiplican», prosigue Ángel Ortega.
Uno de los principales problemas con los que se encuentra el sector vitivinícola es que la población más joven en España se decanta fundamentalmente por la cerveza. «Básicamente por desconocimiento», afirma el profesor de periodismo José María Herranz. «Esa primera barrera es la que tenemos que salvar, porque en cuanto comienzas a conocer el mundo del vino, comienzas a disfrutar de probarlo, olerlo, mirarlo, conocer. Todos tenemos un vino que nos gusta. El problema es averiguar cuál es ese vino y para eso son muy importantes este tipo de cursos, en el que intentamos que los estudiantes se acerquen al mundo del vino, aprendiendo a disfrutar de la experiencia y a saber comunicarla». Miguel Ángel González Viñas, insiste en este sentido, «muchos de los alumnos de este curso serán futuros profesionales del sector, economistas, periodistas, técnicos de laboratorios, abogados, por lo que es importante aprender a comunicar para eliminar esas barreras de acceso, porque el vino, siempre obviamente como consumo moderado, ofrece muchas posibilidades y cualquiera está capacitado para saber si un vino es bueno».
Porque «para disfrutar del vino no hace falta saber nada», dice Ángel Ortega, «simplemente disfrutarlo», aunque reconoce que es verdad que en los últimos años, » al vino se le ha dado un aura de conocimiento, quizá impulsado por los franceses, de que para consumirlo hace falta saber mucho y aunque hay un público importante que disfruta de ello, aleja a otro público que, ante la duda de quedar mal al pedir un vino determinado en un restaurante, acaba pidiendo cerveza. En Estados Unidos se ha trabajado muy bien esto. Allí no hay tanto envoltorio, simplemente se disfruta del vino. Primero hay que entrar disfrutando del vino, descubriendo cuál es el que te gusta, y luego si te interesa, adquirir más conocimientos».
Una de las dificultades de la comunicación del vino es que es un producto que en oposición a los productos industriales, huye de la homogeneidad buscando la diferencia. «Paradójicamente, la cerveza busca ahora el nicho de la especialización con las cervezas artesanas o las cervezas premium, algo que el vino ya tiene conquistado y nosotros buscamos al gran público», dice el director de la D.O. La Mancha. Una especialización que también se refleja en la comunicación de las distintas denominaciones y bodegas, algunas de las cuales, como cita el profesor Herranz, «trabajan la comunicación de manera individual, aunque también estén dentro de una denominación de origen, buscando la diferenciación con una estrategia de comunicación propia en redes sociales o a través de visitas a la propia bodega». El vino es un producto tan rico que, como dice el catedrático de Tecnología de los alimentos, puede cambiar dependiendo de donde se cultive, aunque la variedad sea exactamente la misma.
«Son más de ochocientos compuestos volátiles los que se pueden identificar en un vino, cuya combinación única da como resultado un determinado vino», añade el doctor Miguel Ángel Viñas. «Al probar un vino, haces una valoración global de todos estos compuestos, la variación de uno solo de ellos da como resultado un vino diferente. Por ello, las denominaciones de origen velan porque haya una cierta coherencia, abriendo el abanico a partir de unas variedades autorizadas que dan lugar a una gama de productos». En el caso de la D.O. La Mancha, este abanico de productos ofrece una amplia gama de productos competitivos en calidad y precio, por lo que «es una denominación ideal para aprender a disfrutar del vino y para la realización de este tipo de cursos que pretenden acercar a los más jóvenes a la cultura del vino».