Manuel Millán de las Heras
Me resulta muy difícil escribir sobre una obra crucial en la historia de la música y que me ha marcado como compositor desde que la descubrí con apenas veintidós años. Después de muchas audiciones enlatadas, ayer tuvimos un privilegio inolvidable: la Passio et Mors Domini Nostri Jesu Christi Secundum Lucam se escuchó en directo. Penderecki –que ya no está con nosotros desde 2020— cerró un ciclo con nuestra ciudad. Un trayecto largo y con piedras en el camino.
Primera piedra: 1973 y Loores del Ave María
La Pasión según San Lucas es una de las obras de la llamada vanguardia de la segunda mitad del siglo XX que más han triunfado en el momento de su estreno, que tuvo lugar el 30 de marzo de 1966 en la catedral de San Pablo de Münster (Alemania). La aplicación de sonoridades extremas instrumentales, clusters (acumulación de sonidos a partir de segundas, llegando a la mayor disonancia), efectos vocales como gritos, susurros, onomatopeyas y ruidos, junto con una concepción global barroca, melodías atonales pero sugerentes y un color orquestal que desvanece toda tradición anterior, le dan el indiscutible rango de obra maestra absoluta y eterna, a la altura de las pasiones bachianas sin género de dudas.
Sin embargo, en 1973 y desde una pequeña ciudad castellana llamada Cuenca, un festival llamado Semanas de Música Religiosa realizó el encargo de ese año al compositor Manuel Angulo. La obra presentada fue Loores del Ave María. Esa partitura sufrió una denuncia en la tesis doctoral del musicólogo Jesús María Muneta por plagio exacto de varias secciones de la Pasión según San Lucas. En este mundillo las cosas van rápido, pero su repercusión social es limitada y la cosa no pasó a mayores. Sin embargo, algo quedó muy claro: Krzysztof Penderecki se enteró del hecho. El episodio del posible plagio queda reflejado por Pedro Mombiedro en su libro De Musica Spirituali (pág. 138) y por Marco Antonio de la Ossa en su publicación La Semana de Música Religiosa (1962-2021): análisis, claves y contexto (pág. 58).
Segunda piedra: 2006. Penderecki en Cuenca
La presencia del maestro polaco en el año 2006, dirigiendo tres de sus obras al frente de la JONDE y el Coro de la Generalitat Valenciana fue un acontecimiento. Se barajó como posible idea la representación de la Pasión según San Lucas, pero el propio compositor prefirió su juvenil Stabat Mater (germen de un pasaje de la Pasión) y dos obras de su último periodo: Ciaccona in memoria Giovanni Paolo II y la Sinfonía nº8 “Lieder der Vergänglichkeit”. El concierto fue formidable, pero muchos recordamos también la mesa redonda previa, en la que Penderecki estuvo cortante y contradictorio en la charla mantenida con el presentador y moderador, Pedro Mombiedro. Resulto forzado, casi infantil. ¿Una “boutade” de genio? Tal vez, o quizá sea otra cosa: su resquemor con las SMR por ese plagio denunciado treinta y tres años antes.
La Pasión según San Lucas cierra el ciclo y reconcilia a Penderecki con nuestra ciudad
Y terminamos con el concierto de ayer, el cual nunca olvidaré. No sé si la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, el Coro de la Radio Polaca, los Jóvenes Cantores de la ORCAM, la soprano Olga Pasiecnik, el barítono Enrique Sánchez Ramos, el bajo Lukasz Jakobski, el recitador Ángel Saiz y la directora Marzena Diakun estuvieron muy bien o realizaron el concierto de su vida. La excitación que supuso la primera audición en directo de semejante monumento musical hizo que para mí todo fuera perfecto, una hora y veinte minutos de felicidad plena y un sueño conseguido. No encuentro ningún error, ninguna grieta en el acercamiento a semejante partitura, tan compleja y que sólo puede ser abordada desde el compromiso y la concentración. No fui el que gritó el primer “bravo” pero estoy convencido de que ninguno fue tan sincero y entusiasta como los míos.
Y gracias por todo, Maestro.