Música luminosa en un gris Domingo de Resurrección. Broche final de las SMR

Tanto el escenario elegido –Espacio Torner— como el repertorio y la agrupación fueron totalmente acertados para un Domingo de Resurrección

Manuel Millán de las Heras

La música de Domingo de Resurrección tiene que combinar la religiosidad y la alegría por la celebración del dogma fundamental del catolicismo. Tanto el escenario elegido –Espacio Torner— como el repertorio y la agrupación fueron totalmente acertados.

El concierto giró alrededor de la música italiana de principios del siglo XVII, una época fascinante en la que nació la ópera y se debatió sobre la forma de componer la música religiosa de los últimos siglos. Comenzó el debate entre la “prima pratica” y la “seconda pratica”. Se puso en cuestión los modelos contrapuntísticos en los que el texto, al perseguirse en las melodías de las diferentes voces, no era bien percibido y se perdía su naturaleza. Los defensores de la nueva manera de componer propugnaban el triunfo de la línea melódica para poder expresar sin ninguna limitación toda la carga expresiva del texto, sea éste religioso o profano. A raíz de ello, los instrumentos apoyaban armónicamente para sonsacar cada matiz de la palabra. Época fundamental y apasionante de la historia y que tuvo como uno de los principales protagonistas a Claudio Monteverdi (1567-1643), autor sobre el que giró el concierto de clausura.

Hippocampus, Jubilet tota civitas.

La agrupación, compuesta por dos sopranos, violonchelo, archilaúd, órgano y recitadora, lleva más de dos décadas transmitiendo la música antigua desde una perspectiva historicista, pero con una visión muy renovada escénicamente. A Las maravillosas páginas de Monteverdi se intercalaron con obras instrumentales de Frescobaldi y Kapsberguer, a órgano solo, archilaúd solo y con los tres instrumentos juntos. Sonaron con total conocimiento de estilo, matización perfecta y una combinación total entre los instrumentistas y las sopranos Manon Chauvin y Agnieszka Grzywacz, tan líricas como poderosas. El recitado de Gonzala M. Scherman tuvo un toque dramático y enseñó los textos, cuestión que siempre ayuda. Un concierto fabuloso de principio a fin.

Valoración general de la 61 edición de las SMR.

Como han podido comprobar durante las críticas diarias, el nivel general de la 61 edición ha sido excelente y por momentos sublime (nunca olvidaré esta Pasión según San Juan). De los conciertos a los que he asistido, pondría un par de escalones por debajo a las agrupaciones “en formación” o “semiprofesionales”, como el Coro Taldea o la coral Ad Libitum. Conjuntos muy buenos, pero sin la profesionalización técnica necesaria para estar en el primer nivel.

También ha sido manifiesto el aumento del público asistente. Los espacios pequeños se han llenado y el Teatro Auditorio ha tenido un porcentaje muy elevado de ocupación, grosso modo un 85% (desde una óptica visual, no científica). Es probable que una agrupación muy famosa internacionalmente hubiera conseguido ese 100%, pero el proyecto del actual director pasa por tener un límite económico en los conciertos individuales, que no hipotequen al resto y esas agrupaciones se mueven en seis cifras por actuación. Lo veo coherente y necesario. Ya veremos en el futuro, pero vayamos partido a partido.

¿Qué hay que mejorar? Primero, las notas al programa. El libro cuesta 10 € y algunas de ellas son excelentes (especialmente las realizadas por profesores de la UCLM) pero otras eran, directamente, inexistentes.

Segunda cuestión (que afecta más al Patronato que al director). Las SMR han creado un enorme patrimonio desde 1962. Este año debería ser (absolutamente urgente) el de la organización y digitalización del mismo. Tenemos que tener en propiedad todas las obras de encargo, todas las piezas de investigación musicológica recuperadas, todos los programas de mano de todas las ediciones, además de los carteles (esto último ya está, creo). Por favor, que no pase ni un día sin solucionar este aspecto.

Tercera cuestión. El año que viene tiene que existir una obra recuperada de nuestro patrimonio. Lo sucedido este año no puede repetirse ya que es un pilar fundacional de las SMR.

El resto de planteamientos son totalmente subjetivos. Me ha encantado la idea de recuperar la Orquesta y Coro de las SMR (en esta ocasión, con instrumentos originales) y espero que se mantenga y profundice, abriendo la posibilidad a músicos de nuestra tierra, ya que algunos de ellos son excelentes.

Despedida definitiva.

Y quiero terminar mi crítica con una despedida. Esto que están ustedes leyendo es la última que leerán. Tras tres décadas he decidido cortar con esta parte de mi vida como músico. No es por nada especial; simplemente, estoy agotado y ya estaba bajando bastante el número de crónicas anuales. Los adjetivos se terminan agotando y mi capacidad pedagógica ya no da para más.

Quiero dar las gracias a mi maestro José Miguel Moreno Sabio, que me cedió su tarea para la revista RITMO, con la que he trabajado tanto tiempo. También a este periódico, Voces de Cuenca; igualmente a la Cadena SER, El Día de Cuenca, la Tribuna, ABC o Cuenca Cultura.

La crítica me ha educado casi tanto como el conservatorio. Me ha permitido escuchar y juzgar a los más grandes, conocer auditorios increíbles, hablar con enormes directores e intérpretes. Siempre he sentido al músico como un colega, porque lo es, y esa empatía la intento transmitir en cada escrito o en cada programa de radio en los que he participado. Quizá por ello nunca he sido un crítico duro y he preferido el silencio o la sutileza que la adjetivación negativa.

Nos vemos en las próximas SMR, en la Catedral, el Auditorio o en cualquier sitio donde haya buena música. Un saludo.