Guía para cazar durante la berrea: cómo usar el precinto cinegético y evitar sanciones

En plena berrea, los ciervos son más fáciles de localizar, aunque sin precinto cinegético no hay caza legal

La berrea es uno de los espectáculos naturales más llamativos de Castilla-La Mancha. Con el grito del ciervo y las subastas de cotos son muchos los pueblos, especialmente de la Serranía de Cuenca a los que llegan aficionados y visitantes para ver el fenómeno natural o para practicar el deporte de la caza. Así, en plena campaña el precinto cinegético es la llave que asegura la trazabilidad de los trofeos y el equilibrio de las poblaciones, por lo que su mal uso puede costar multas e incluso la pérdida de la licencia.

En este esperado momento para el mundo cinegético, la calve está en gestionar con responsabilidad el recurso natural en un momento en el que «el ciervo está berreando y es muy fácil de localizar», señala Antonio Sancho, coordinador regional de los Agentes Medioambientales. Por ello el cumplimiento de las normativas es fundamental para que la caza no comprometa el equilibrio de las poblaciones y que los recechadores, que se enfrentan en solitario a la naturaleza en busca de un buen trofeo, sean un pilar para el control cinegético y el futuro del medio natural.

Precintos cinegéticos con la parte para entregar y la parte que se queda en la cuerna. FOTO: Antonio Sancho

Qué son los precintos cinegéticos

Uno de los elementos clave para garantizar este equilibrio es el precinto cinegético, una autorización nominativa que permite la captura de un animal determinado en un coto autorizado. No se trata de un documento genérico, sino que cada precinto está asociado a una especie concreta (ciervo, gamo, muflón, cabra montés, entre otras) y a un coto específico, siguiendo los criterios establecidos en los planes de ordenación cinegética (POC).

Estos planes son elaborados por técnicos y aprobados por la administración para regular la densidad de especies en función de la superficie de cada acotado y evitar problemas como la sobrepoblación, el riesgo de enfermedades o el deterioro de los ecosistemas. Así, el precinto no solo garantiza la legalidad de la caza, sino que es también una herramienta de conservación y gestión ambiental, que permite controlar cuántos ejemplares pueden abatirse en cada área y asegurar que la actividad cinegética se realiza de manera sostenible, asegura el coordinador de los agentes medioambientales.

La asignación de precintos en cada coto depende de estudios técnicos que evalúan la densidad de animales, la superficie disponible y las condiciones del hábitat. Sobre esta base, los planes de ordenación cinegética determinan cuántos precintos se otorgan por especie y por temporada, y los titulares de los acotados organizan la caza de manera que se cumplan estos cupos, mediante sorteos entre los socios si es necesario. De esta manera, se evita que demasiados cazadores concentren sus esfuerzos en un mismo día o que se superen los límites de población recomendados, garantizando un uso sostenible de los recursos cinegéticos.

Qué es necesario para poder cazar conforme a la legalidad

Para cazar es imprescindible cumplir una serie de requisitos y portar la documentación adecuada. Cada cazador debe llevar consigo su licencia de caza vigente, el permiso de armas si corresponde, el seguro obligatorio y el precinto autorizado para la especie que vaya a capturar; en ese mismo precinto figurarán el registro de la fecha y el lugar de abatimiento para garantizar la trazabilidad de la pieza.

En caso de no abatir al animal, el precinto debe ser devuelto al titular del coto o a la delegación provincial según los plazos establecidos. Cada precinto lleva un número de coto y una fecha, lo que permite identificar la pieza y controlar su destino, por ejemplo, en taxidermia o en inspecciones de agentes medioambientales. La trazabilidad asegura que cada trofeo pueda ser controlado, y evita la circulación de animales sin registro que puedan poner en riesgo la conservación de la especie.

Estas son las sanciones a las que se enfrentan quienes no cumplen con los precintos

No cumplir con las normas tiene consecuencias. La Ley de Caza de Castilla-La Mancha establece sanciones administrativas que pueden ir desde multas mínimas de 600 cientos de euros hasta la retirada temporal de la licencia de caza. En caso de detectar que un cazador ha utilizado un precinto de manera incorrecta, se inicia un procedimiento sancionador en el que el interesado puede presentar alegaciones. Sancho advierte que, además del componente económico, “más vale entregar el precinto y evitar problemas; es como llevar el carnet de conducir cuando conduces: si no lo llevas, te sancionan”.

Cuando un cazador abate un ejemplar durante la berrea y lo destina a taxidermia, el trofeo debe conservar siempre el precinto que lo identifica. Esa trazabilidad permite que la administración pueda verificar la legalidad de la pieza y, en su caso, valorar los puntos para otorgar las medallas oficiales que concede la Junta de Comunidades. Sin embargo, si el animal llega sin precinto o con irregularidades, la administración está obligada a decomisarlo: el trofeo no se reconoce y puede derivar en sanción. Incluso los taxidermistas, por responsabilidad legal, rechazan recibir cuernas o cabezas que no estén correctamente precintadas, conscientes de que la falta de trazabilidad compromete la conservación de las especies y expone a sanciones tanto al cazador como al propio establecimiento.

Los precintos, una garantía de conservación que se apoya en los cazadores

El beneficio ambiental de este sistema es evidente. El controlar los precintos y respetar los cupos permite mantener un equilibrio óptimo entre población y superficie, evitando sobrepoblación, enfermedades y daños al hábitat. Un manejo adecuado asegura que las futuras generaciones de cazadores y visitantes puedan seguir disfrutando de la berrea, y que los ecosistemas permanezcan saludables y funcionales. Antonio Sancho enfatiza que el papel de los cazadores es fundamental: “El buen uso de los precintos permite que los planes técnicos se cumplan y que la fauna se conserve de forma adecuada. Cada cazador es un actor en la conservación del medio natural”, concluye.