Cuenca se asemeja en estos días a una ciudad fantasma o desértica, que recuerda a esos poblachones de las películas del Oeste en los que no se registra apenas más actividad que la de un matojo rodante movido por el viento. El puente festivo ha producido un éxodo demográfico coyuntural al Levante y otros destinos que ha dejado en escuálidas cifras la población flotaante en estos días. De los pocos que se han quedado guardando el lugar, un importante porcentaje ha querido acompañar este jueves a la Virgen de La Luz en la procesión con motivo de sus festividad. Un desfile íntimo y entrañable pero no por eso menos solemne y fervorso.
El cortejo ha salido a las diez de la mañana del templo dedicado a la patrona de la ciudad a las orillas del Júcar. Los miembros de la hermandad, ataviados con pañuelos corporativos azules, han recibido a la Madre Negra del candil que era portada por banceros vestidos con sobrios trajes y mucha veteranía en sus hombros.
El itinerario del cortejo ha cruzado el Puente de San Antón para avanzar por el boulevard y subir con energía por Palafox, donde el paso ha recibido una ‘petalada’ desde el balcón del Convento de las Esclavas Carmelitas de la Sagrada Familia. Después ha seguido su ascenso por las Curvas de la Audiencia para torcer por El Peso y bajar ya por El Salvador y la Puerta de Valencia hasta el centro urbano, con Las Torres, Aguirre y Carretería como hitos principales
En esta zona ha habido algo más de público, no excesivamente numeroso en cualquier caso, que ha honrado con su respeto y oraciones a la imagen mariana. La también alcaldesa de honor de la ciudad iba seguida de la presidencia eclesiástica del sacerdote José María Martínez Cardete y de una representación municipal encabezada por el alcalde en funciones, Darío Dolz, y por concejales, también en funciones, del PSOE, Cuenca nos Une y PP.
El acompañamiento musical ha correspondido a la Banda Municipal de Cuenca, que ha desgranado marchas como ‘La Virgen del Rosario’.
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