«Cuenca es un espacio mental ligado a artistas que de alguna manera han contribuido a mi formación”

Entrevista a Juan Echanove, actor y director que recibe este año el Premio Nieva de Honor en el Festival Francisco Nieva de San Clemente por su trayectoria profesional

Juan Echanove es un actor y director español que ha consolidado su carrera profesional en el cine, la televisión y el teatro. Es uno de los rostros más reconocidos de la pequeña pantalla. Con 27 años de carrera sobre los escenarios, ha participado en más de veinte obras teatrales, es una presencia constante en el mundo televisivo con participación en casi 25 programas y series y ha intervenido en cerca de una treintena de películas. Ha trabajado bajo la dirección de figuras como Jorge Eines, Lluís Pascual y Adolfo Marsillach. Además, ha explorado su labor como director y productor teatral en distintos montajes. A lo largo de su carrera, ha sido galardonado con cerca de 30 premios, entre los que destacan varios Fotogramas de Plata, dos Premios MAX y un Goya. Este sábado 10 de mayo recibe en San Clemente el Premio Nieva de Honor por su trayectoria profesional y su dedicación a la escena teatral en el Festival de Teatro Francisco Nieva de San Clemente.

¿Qué valor tiene para usted el teatro en el medio rural?

El teatro en sí es un espejo de la sociedad, siempre lo ha sido, siempre lo es y siempre lo será. Tiene un componente que va más allá del fenómeno del entretenimiento y es el del reconocimiento de conductas y comportamientos que hacen al espectador reflexionar sobre la realidad que vive. En el entorno rural despoblado, en los sitios más apartados de las grandes capitales, de los grandes núcleos de generación de información o de vida social, tiene, si cabe, mayor importancia porque además supone un acto de encuentro con las personas que conviven contigo. De tal manera que cuando en los ámbitos rurales despoblados, como decíamos, se produce el hecho teatral, se convierte, de alguna manera, en eje de conversación, eje de opinión y eje de convivencia. Entonces me resulta enormemente importante.

En territorios como Cuenca, que se encuentran en plena lucha contra la despoblación y los núcleos poblacionales están tan distantes unos de otros, ¿puede ser el teatro una herramienta para unir y generar una conversación común a todos esos núcleos apartados unos de otros que atraviesan una misma realidad?

Yo creo que el teatro es importante en este aspecto, sobre todo porque vivimos en una sociedad en la que lo digital, de alguna manera, cubre todos esos huecos y hacen que el individuo, recluido en una soledad parcial o en una soledad compartida, acceda a contenidos y de alguna manera a paraísos imaginarios que tienen que ver con la retransmisión digital, pero que no provocan el encuentro social. Creo que por eso es importante la figura del teatro.

En un entorno como es el de Cuenca, que pertenece a esas zonas que están muy aquejadas de la despoblación, como sucede en determinadas provincias de Castilla y León, de Castilla-La Mancha, o de Extremadura, a lo largo de toda nuestra geografía nacional. Pero estos territorios están sobre todo aquejadas de la invasión de lo inmediato, de lo digital, y no hay manera de contrastarlo con la realidad cotidiana que se vive en esos pueblos.

Aunque pueda sonar contradictorio, ¿cree que estos medios novedosos y herramientas digitales pueden favorecer aún más la desconexión entre personas y especialmente de las personas que viven en zonas despobladas del mundo rural? ¿Puede ser el teatro ese punto de conexión para estos territorios frente al mundo digital?

Es muy fácil decir o echarle la culpa continuamente a lo digital o a las redes sociales cuando nosotros, incluso desde los puntos más poblados de nuestro país, hacemos utilización de esas redes y de esos sistemas digitales. Yo creo que a fin de cuentas la gente dentro de su soledad necesita un vínculo de comunicarse con el planeta, y por eso utiliza lo digital porque le llega a su casa, o porque es mucho más fácil. Pero yo creo que es una responsabilidad política, social, de los gobiernos y de las instituciones el llevar la cultura fundamentalmente a todos los sitios donde pueda llegar. Y si no puede llegar a todos y cada uno de esos sitios, es por un lado hacer que la gente que vive dentro de esos núcleos pueda acceder de una manera fácil y cómoda a otros pueblos donde se genera ese acto cultural que, de alguna manera, mejora sus vidas.

La cultura y, particularmente el teatro, ha sido un foco de contacto en la región a lo largo de la historia, ¿cree usted que el teatro puede volver a convertirse en ese punto de encuentro en un mundo hiperconectado en el caso de territorios como Cuenca, que tienen un estilo de vida más lento?

Yo más que tener la certeza o la seguridad de que eso pueda ser así, tengo el deseo de que eso sea así. Hay algo que tiene que ocurrir desde la escuela, que tiene que ocurrir desde que el individuo tiene contacto con el engrandecimiento del saber y seguramente la manera de acceder mejor a ello sea a través de la lectura, de la literatura. Creo que es muy importante en la escuela el propiciar actividades que tengan que ver con lo lúdico, pero donde se descubra el gran potencial de la cultura de nuestro país tiene que ver con autores, pintores, cineastas, músicos, que de alguna manera reflejan la manera de ser que tenemos. Entonces, es un deseo. Yo desde luego deseo con toda mi alma que eso se produzca y hago todo lo posible para que sea así.

¿Qué le parecen estas iniciativas que se están llevando en pueblos de la provincia de Cuenca, como es el caso del Festival de Teatro Francisco Nieva de San Clemente de la que usted es Premio de Honor, y que tratan de generar semanas culturales en las que se impliquen todos los agentes sociales y vecinos?

A mi me parece maravilloso, de hecho por eso voy a estar el sábado en San Clemente, más que para recibir un premio que viene dirigido hacia mí, para participar precisamente de ese acontecimiento. Yo creo en la cultura, en pocas cosas creo con tanta seguridad como que la cultura mejora nuestras vidas. Me parece que cualquier iniciativa dirigida en ese sentido es digna de aplauso y reconocimiento.

Iniciativas que son especialmente trabajosas en pequeños municipios y con presupuestos tan limitados, ¿qué importancia tiene que actores con una trayectoria tan brillante y tan reconocida como la suya apoyen estas iniciativas les permitan seguir creciendo?

En la medida en la que yo pueda aportar cualquier cosa, ahí estoy. Realmente uno tiene la absoluta seguridad de que el trabajo que hago, yo desde luego el trabajo que hago, lo hago porque hay un público en frente, y me parece que merece el mismo respeto un espectador de un pueblo como San Clemente que un espectador de Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia o Sevilla, por no irnos más allá y no decir París, Roma o Nueva York. El mundo es muy grande, pero al final uno tiene que seguir teniendo la absoluta seguridad de que trabaja para algo concreto y para mí ese algo concreto es la figura del público. Y desde luego, me parece que cualquier iniciativa es poca y cualquier esfuerzo es poco y en la medida que uno pueda, yo creo que hay que estar apoyando estas iniciativas.

Al margen de este reconocimiento que le conceden en San Clemente, ¿cuál es su vinculación con Cuenca?

Cuando empecé siendo actor, ya hace mucho tiempo, hacia el año 1982 o por ahí, hice una gira en la que recorrí muchos de los pueblos de la provincia de Cuenca. Concretamente trabajé en San Clemente haciendo un espectáculo que se llamaba Inmortal Quevedo, con el que también visité Minglanilla, Iniesta o el Provencio entre otros muchísimos municipios durante un largo verano. Fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Por otro lado, Cuenca es un espacio mental para mí ligado a la música antigua, ligado al arte contemporáneo, ligado a Zóbel, a Saura y a muchos artistas que de alguna manera han contribuido a mi formación y siguen contribuyendo.