Compartir emociones en el primer día de colegio

Padres y madres aprenden a escuchar y validar los sentimientos de los hijos ante la rutina y los cambios

Septiembre llega puntual al calendario y detrás las compras maratonianas de mochilas, estuches, libros repletos de nuevo conocimiento y lápices recién afilados existe un mosaico de historias y maneras de afrontar la vuelta a la rutina, desde los hogares donde llevan trabajando con los niños todo el verano para prevenir la cuesta de la vuelta a la rutina, pasando por aquellos que ven este 8 de septiembre con añoranza estival y hasta aquellos hermanos que empiezan juntos el nuevo curso y se apoyan mutuamente: cada familia define su propio inicio con una novedad importante, enfrentar, entender y validar las emociones de los más pequeños ante los cambios.

Aunque Emmanuel Tobar parece tranquilo y llega caminando puntual con su madre Anna y su perro, el niño empieza sexto, su último año de Educación Primaria. El joven espera un curso «normal, como siempre, tranquilo», dice, aunque no puede ocultar que este curso será especial: probablemente el último junto a sus amigos de siempre. Es precisamente ese reencuentro lo que le hace «volver con más ganas», confiesa. En su caso, la vuelta al cole mezcla la ilusión de reencontrarse con los compañeros con la conciencia de que todo está cambiando, y que el tiempo compartido este año en el recreo puede ser más valioso que cualquier corrección o examen.

Para Carla y Marcos Casado, la clave del éxito está en no perder el ritmo y saber combinar diversión con repaso durante el verano. Aunque su padre, Juan Carlos Casado, espera que el trabajo de sus frutos a lo largo de los meses, Carla admite que su principal preocupación desde el inicio del curso «son las mates». Sus padres han optado por una estrategia sencilla pero eficaz, priorizar las vacaciones para que descansen cuando acaben el curso y luego combinar el ocio «de toda la vida» con el repaso escolar en el pueblo. Así, aprender sin sacrificar la frescura del verano permite que la vuelta al cole no se sienta tan grande y que los primeros días fluyan con naturalidad.

Esa combinación de continuidad y hábitos consolidados también se aprecia en la familia de Cristina Igualada. Los cambios de ciclo y de profesores suponen retos importantes para los niños como es el caso de su hija, que este año comienza el último ciclo de primaria, pero mantener los hábitos adquiridos durante los cursos anteriores ayuda a que la adaptación sea más fácil. Cristina explica que en su casi la niña «tiene bastante continuidad, entonces creo que no va a notar mucho el cambio», consciente de que los buenos hábitos son un ancla en medio de la transición. Aquí, la vuelta al cole es un proceso que equilibra la novedad con la estabilidad, un recordatorio de que cada cambio se puede asumir sin perder el rumbo.

Para Tania Lafuente y sus hijos Adriana y Abel Escamilla, la motivación viene de casa… y del cole. Adriana ya conoce el centro, dos cursos en Educación Infantil hacen que vuelva con ilusión porque en el CEIP `San Fernando´ «se aprende jugando», aseguran madre e hijos. El cambio más importante para esta familia viene de la mano de Abel, que corre emocionado de la mano de su padre porque va a empezar su primer año de colegio. Con ilusión y mochila nueva sus padres se sienten muy tranquilos con un plan educativo en el que confían plenamente. Además, la preparación previa del centro, con reuniones con los profesores y coordinación con los padres hacen que la vuelta sea más tranquila. Lafuente señala que «conocer a los profesores y entender cómo se iba a organizar todo» ha hecho el proceso más llevadero y les ha permitido explicar a su hijo los cambios en esta nueva etapa.

Por su parte, Adriana desvela una de las claves de las que no se suele hablar pero que es igualmente esencial en la vuelta al cole, el apoyo incondicional que supone para los niños que empiezan su etapa educativa: tener a sus hermanos en el colegio. La mayor de los Escamilla apunta que su hermano va a estar «mucho» con ella y que tratará de ayudarle en lo que pueda, algo a lo que Abel responde en silencio pero con los ojos brillantes y llenos de orgullo de quien sabe que se siente en casa.

Así, septiembre en San Fernando deja de ser un cliché de nervios y libros nuevos para convertirse en una historia de contrastes: ilusión, reencuentros, hábitos consolidados y preparación consciente. Cada niño y cada familia enfrenta su propia vuelta al cole, recordando que lo importante no es solo el primer día, sino todo lo que viene después y que las emociones son un papel esencial del que no solía hablarse, pero que las nuevas generaciones de padres y niños comparten para tratar de que su nuevo comienzo sea un paso libre, divertido y decidido, en el que las obligaciones se conviertan en placer.

GALERÍA DE IMÁGENES DE LA VUELTA AL COLE EN EL CEIP `SAN FERNANDO´ DE CUENCA