⁠⁠“El cuerpo humano no está hecho para vivir estresado todo el día”

Entrevista a Elena Garrido, autora del libro 'Tu cerebro está inflamado'

Elena Garrido sabe bien lo que es vivir con el cuerpo al límite. Antes de convertirse en nutricionista funcional y especialista en PNIE, trabajaba en el mundo de las finanzas, en un entorno de alta exigencia y estrés. Aquella etapa, marcada por la falta de descanso, una mala alimentación y la desconexión de su propio bienestar, desembocó en varios diagnósticos médicos y una larga lista de patologías que le hicieron convertirse en una persona joven que no podía hacer una vida normal por sus enfermedades. El punto de inflexión llegó cuando decidió cambiar su alimentación, mejorar sus hábitos y estudiar a fondo cómo mente, sistema nervioso, inmunidad y hormonas están conectados. Años después, tras superar sus dolencias y formarse en nutrición, microbiota, aparato digestivo, fertilidad y psiconeuroinmunoendocrinología (PNIE), presenta este miércoles 19 de noviembre Tu cerebro está inflamado (Editorial Planeta) en el Centro Cultural Aguirre a las 19:30 horas.

En este libro, propone comprender la neuroinflamación como el origen silencioso de muchos males cotidianos que pasa invisibilizado en diferentes síntomas que en apariencia no se relacionan con el cerebro. Garrido explica hoy a Voces de Cuenca como el estrés, la mala alimentación y los tóxicos son ese triángulo que nos está causando daños neurológicos que se manifiestan a través del agotamiento, los cambios de humor, los problemas de concentración o los olvidos.

Su recorrido profesional comenzó lejos de la salud, ¿cómo fue ese cambio de rumbo?

La preparación vino después de una etapa muy exigente en el mundo financiero. Trabajaba en el departamento de control financiero de un equipo de fútbol y vivía completamente estresada, dormía poco, comía mal y no me movía. Acabé enferma. Pasé años yendo de médico en médico, medicada, con nuevas patologías cada pocos meses. Yo simplemente pensaba mejorar mi calidad de vida porque era muy mala, de hecho en momentos de brote yo estaba inmovilizada en la cama y no podía levantarme ni al baño entonces quería llevar una vida normal de persona joven. Pasé tres años muy farragosos hasta que una amiga me sugirió probar cambiando la alimentación. Lo hice con unos pocos consejos y, para mi sorpresa, empecé a encontrarme mejor. Ahí decidí estudiarlo a fondo, convertí mi enfermedad en mi propósito para entender cómo sanar desde dentro.

¿Fue entonces cuando se formó en nutrición y PNIE?

Sí. Estudié nutrición en la Universidad Alfonso X El Sabio y, al tener ya otra carrera, pude acceder a másteres y posgrados. Así me formé en enfermedades autoinmunes, microbiota, aparato digestivo, fertilidad, todos con enfoque PNIE y finalmente el máster general de PNIE, que lo tuve que hacer una vez acabé la carrera porque ya estaba haciendo un máster por año y este se cursa en tres. Después de todo ese recorrido comprendí que la clave de muchos síntomas estaba en la neuroinflamación, aunque casi nadie hablaba de ello porque los síntomas, como los problemas de concentración o los cambios de humor los hemos asumido como normales.

¿Qué es exactamente la neuroinflamación y por qué es tan relevante?

Es una inflamación de bajo grado en el cerebro que afecta a cómo pensamos, sentimos y reaccionamos. Se manifiesta en cansancio, niebla mental, falta de concentración o cambios de humor. Cuando se pusieron en contacto conmigo para escribir en libro y a raíz de mi experiencia propia y lo que veía en consulta fui consciente de que era un tema que no se tocaba y que podía cambiar la vida de mucha gente, porque el cerebro es el centro de control del cuerpo y si empieza a tener pequeños problemas que normalizamos, estos acaban volviéndose sistemáticos y van a otros sistemas del cuerpo porque el cerebro es el encargado de controlar cómo funcionan el resto de los sistemas del cuerpo.

Actualmente los divulgadores hablan mucho de la relación entre intestino y cerebro, que el intestino que es el segundo cerebro o de la importancia de la alimentación, pero no se habla de la neuroinflamación porque solemos normalizar los síntomas, que en muchas ocasiones acaban siendo el inicio de enfermedades y en muchos casos graves, incluso neurodegenerativas o enfermedades autoinmunes complicadas.

¿Prestan la medicina y especialmente la atención primaria como el contacto más cercano con los pacientes a estas cuestiones?

No quiero criticar a los compañeros ni demonizar la medicación porque son un papel fundamental contra las afecciones, pero si diría que hay un problema de fondo en el sistema educativo en cuanto a la carrera y en el sistema sanitario a la hora de tratar a los pacientes. En las facultades de medicina se enseña a tratar enfermedades, no a mantener la salud ni a corregir los hábitos de fondo que están causando problemas. Por los tiempos que los compañeros gestionan por paciente, de apenas unos minutos, un médico tiene que aliviar el síntoma y en muchas ocasiones no puede pararse lo suficiente para ver el problema de fondo. Para que te hagas una idea, yo en la primera consulta puedo estar perfectamente entre dos horas o dos horas y media con mi paciente, pero en el sistema sanitario hay grandes profesionales con muchísima formación a los que no se les da esa opción. La medicina actual es excelente para salvar vidas, pero no tanto para evitar que una dolencia se cronifique. Lo ideal sería que antes de recetar un fármaco se indagara en el estilo de vida y se prescribieran hábitos como descanso, movimiento y buena alimentación.

¿Cómo puede explicar de manera asequible la cuestión de los hábitos para los lectores?

Es muy sencillo, es como si tenemos un pez en una pecera con agua sucia que enferma, puedes medicar al pez todo lo que quieras, pero si el agua está sucia, seguirá enfermo. La pecera es tu entorno y tus hábitos: el descanso, la alimentación, el estrés y la exposición a tóxicos. Primero hay que limpiar el agua. Luego, si hace falta, se ayuda con suplementos o medicación. Pero empezar al revés no tiene sentido.

«La clave es dejar de ver cómo nos encontramos en base a lo que diga un dispositivo y empezar a escuchar más a nuestro cuerpo»

Precisamente la suplementación y la nutrición milagro se ha convertido actualmente en una de las principales conversaciones públicas en las redes sociales

Si, en redes sociales hay una especie de boom con el cuidado personal, que puede ser muy positivo porque significa que hay más conciencia social, pero nos encontramos con gente muy informada que utiliza las herramientas tecnológicas de un modo positivo y otros que se obsesionan. El equilibrio está en entender lo básico y no autodiagnosticarse. Si suplementas sin saber lo que necesitas, puedes descompensarte. Hay que buscar el asesoramiento con un profesional colegiado que interprete tus analíticas y te aporte un diagnóstico y tratamiento personalizado porque las redes sociales pueden educar, pero también confundir.

En cuanto a los suplementos es importante ser consciente de que lo natural también tiene efectos. Tomarse algo “porque lo leí en internet” puede hacer más daño que bien. Cada persona tiene su contexto y sus valores analíticos. Incluso alimentos saludables pueden sentar mal según la microbiota o el estado inflamatorio así como las patologías que tenga el paciente, así que lo que a mi me puede ir muy bien a otro puede agravarle algún problema. Por eso hay que acudir a profesionales actualizados y colegiados y saber que un suplemento no sustituye un hábito. Si no cambias el estilo de vida, da igual que sea cúrcuma o ibuprofeno: estás tapando el síntoma.

Ha criticado también el uso abusivo de la tecnología y que puede convertirse en un arma de doble filo…

En primer lugar hay que hablar de usar o no tecnología según lo que juegue a nuestro favor. Una herramienta como un reloj inteligente o un control de hábitos puede ser muy interesante bien utilizada, pero también puede convertirse en una esclavitud porque nos obsesionemos con las horas que dormimos y la calidad del sueño o la cantidad de metas autoimpuestas que conseguimos alcanzar y las que no. Aquí la clave es dejar de ver cómo nos encontramos en base a lo que diga un dispositivo y empezar a escuchar más a nuestro cuerpo y a los mensajes que nos transmites a través de los síntomas.

Elena Garrido. FOTO: Carlos Ruiz B.K.
El estrés, los tóxicos y la mala alimentación se han convertido en parte de las conversaciones diarias y en una de las cuestiones más acusadas, ¿podemos hablar de que se tratan de la pandemia del siglo XXI?

Claro, porque llevamos un ritmo de vida para el que no estamos hechos. Somos mamíferos y se nos olvida que cualquier otro ser de estas características que vive en la naturaleza nuestro cuerpo está diseñado para tener estrés solo en momentos puntuales, no de forma continua. El ritmo de vida natural nos llama a tener esos picos en los momentos de defenderse o en la búsqueda de comida, no estamos hechos para estar sentados todo el día, hablando por teléfono y delante de una pantalla. Deberíamos ir acorde a los ritmos de la luz, de la naturaleza, que en invierno son unos y en verano otros, pero el ritmo de la productividad nos obliga a que vayamos todos haciendo lo mismo.

La radiación es el gran problema que se nos presenta por la gran cantidad a la que estamos expuestos. No se trata de irse a vivir a mitad del campo, que quizá sería lo óptimo, si no de intentar apagar el Wifi, que es la radiación que nos da que más cerca y dejar el móvil fuera de la habitación en modo avión. Con esos dos pasos sencillos ya nos hemos quitado algo por las noches y hemos limpiado un poco nuestra «pecera».

¿Es más difícil ahora cuidarse que antes evitando todas estas sustancias nocivas para nuestro organismo?

Claro. Un pan de los años 80 tenía agua, levadura y sal, ahora tiene cuarenta o cincuenta ingredientes y en la industria todo está muchísimo más adulterado. Entonces, una persona que compre lo mismo ahora que hace 30 o 40 años está alimentándose muchísimo peor aunque pensemos que seguimos comprando el mismo producto de toda la vida. El tema de los aditivos y los conservantes, al final son elementos artificiales que entran en el cuerpo y de los que el cuerpo tiene que deshacerse. Incluso los vegetales ahora contienen muchísimos menos nutrientes porque las tierras están empobrecidas, por eso vemos por ejemplo tantas deficiencias de magnesio. No es catastrofismo, es una realidad que exige conciencia y educación alimentaria.

La población femenina sigue siendo la más sobrecargada de tareas por la falta de corresponsabilidad y equidad en los cuidados y tareas del hogar, ¿estamos más neuroinflamadas las mujeres?

Yo te digo que la inmensa mayoría de los pacientes que tengo en consulta son mujeres, aunque también es verdad que las mujeres creo que somos mucho más conscientes cuando nos encontramos mal porque tenemos muchos datos a nivel hormonal que nos pueden ayudar en todas las etapas de nuestra vida para saber que algo no va bien porque los problemas se ven multiplicados. Ahora bien, sobre el tema de la carga de tareas considero que nos han vendido que trabajando los dos fuera que somos más independientes y la realidad es que las casas son más caóticas o la mujer sigue ocupándose de las tareas además de su trabajo y está muy cargada. No sigo que tenga que ser la mujer quien se quede en casa, en mi caso, por ejemplo, es mi marido quien se ocupa de las tareas del hogar y yo soy quien trabaja, cada familia debe organizarse como mejor convenga.

Quitando todo eso, respecto a esas tareas de cuidado, las mujeres a nivel cerebral tenemos una parte que se activa sobre todo a partir de cuando somos madre. Esta parte nos hace no poder desconectar de la vida familiar y de la cría por lo que estamos más pendientes de forma natural. Ahora trabajamos todos fuera y luego queda el trabajo de la casa y la familia, entonces ¿no puedes tener familia? ¿Quién se encarga? Pues la que mentalmente y por su eje hormonal tiene más dificultad para desconectar.

«El móvil o la consola son recompensas artificiales mucho más potentes que acaban derivando en neuroinflamación a edades tempranas»

Y con toda la cuestión de las pantallas y la alimentación, ¿vemos la neuroinflamación cada vez en edades más tempranas e incluso en niños?

La neuroinflamación afecta a todos, aunque era más común únicamente en personas adultas porque eran las que estaban expuestas al estrés y las que debido al ajetreo diario se dejaban más en lo que a alimentación se refiere. Aunque antes nos comíamos los bollicaos para merendar es cierto que de manera habitual siempre se ha intentado cuidar más la alimentación de un niño pequeño o los ritmos de sueño, algo a lo que se une que habitualmente los niños no tenían esa carga de estrés.

Ahora vemos mucho más neuroinflamación en niños por una enorme carga de estrés en el colegio tal y como está concebido el sistema educativo, algo a lo que se une que en el poco tiempo de ocio disponible, como la mayoría de los padres trabajan mañana y tarde no pueden ocuparse de ellos como les gustaría, lo que obliga a que se les apunte a muchísimas extraescolares. Además, ha cambiado mucho el juego, especialmente con las pantallas, que generan más estrés y cambian la forma en la que el cerebro va a relacionarse con la realidad por las vías de recompensas de la dopamina.

Estas recompensas no son naturales en las relaciones normales y eso genera más ansiedad porque no se puede conseguir de un cauce normal. Para que lo entendamos, antes nuestro cerebro sentía esa recompensa paseando con un amigo o jugando en la calle, ahora necesitan estar en la calle, pero también viendo algo en el móvil o jugando a la consola, lo que son recompensas artificiales mucho más potentes que acaban derivando en neuroinflamación a edades tempranas.

Elena Garrido. FOTO: Carlos Ruiz B.K.
Ante una perspectiva tan compleja y habiendo comentado antes la importancia del entorno, ¿qué ventajas tiene una ciudad como Cuenca frente a una gran urbe como Madrid respecto a la neuroinflamación?

Muchísimas, para empezar estás respirando un aire mucho más limpio con el que te estás ahorrando un montón de porquerías. Por otro lado, la posibilidad de tener la naturaleza cerca y ver verde, que regula el sistema nervioso, respirar al lado de los árboles…Y claro está, el ritmo de vida que aquí en general podemos irnos a comer a casa y no comer cualquier cosa rápido en una hora en el trabajo, lo que supone menos estrés para el sistema nervioso y luego en el estrés que te quita no tener que aguantar trayectos largos con atascos.

Como una invitación para los lectores, ¿podría dar una pequeña guía de iniciación con algunos consejos fáciles de seguir para los lectores de Voces de Cuenca?

Vamos a hacerlo por las áreas que yo distingo. Para el estrés, si tienes un problema grave ve a terapia y haz estiramientos y respiraciones. En el campo de la alimentación intenta leer las etiquetas y comprar comida con los menos aditivos posible y lo más limpia; es verdad que el primer día en el supermercado te volverás loco, pero ya una vez que sepas a qué cosa ir y a qué marca específica, será lo mismo que comprar cualquier cosa. En el campo de los tóxicos, que también es más desconocido para la gente, recomiendo no echarse perfume, no utilizar ambientador en casa y utilizar productos de higiene y cuidado personal sin olores porque los perfumes son disruptores endocrinos, tienen sustancias que se colocan en los receptores de la hormona y que cuando la hormona se secreta en el cuerpo y va a colocarse en el receptor, está ocupado y la hormona se queda dando vueltas en sangre y luego va a detoxificación, un momento en el que puede generar un montón de desequilibrio y afectar a nivel digestivo, epidérmico o incluso cerebral, los disruptores son una plaga gordísima.