Sanar desde los cimientos: así favorece la arquitectura del Nuevo Hospital la recuperación de los pacientes

La luz, los espacios verdes y la apertura hacia al exterior entre las claves que hacen de las instalaciones un "antídoto" para el paciente

Puertas cerradas, pasillos iguales y luces frías. Durante décadas, esa ha sido la imagen mental que los conquenses tenían de un hospital. un lugar funcional, sí, pero impersonal, donde el espacio parecía construido más para máquinas que para personas. El nuevo Hospital Universitario de Cuenca rompe con ese imaginario. Desde sus planos ya se adivina una voluntad distinta, más amable. Más humana.

Juan José Ramón Vindel, presidente de la demarcación de Cuenca del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha, no ha tenido la oportunidad de ver las instalaciones en persona más que de lejos, pero si tiene en su poder los planos y ha observado a través de los medios de comunicación cómo se han materializado. El presidente del órgano colegial de los arquitectos señala que «lo que más llama la atención es la cantidad de espacios abiertos y las zonas verdes».

En un primer momento Vindel no sabía muy bien en qué se materializarían los «espacios negros» en los que se esbozaron las habitaciones, las consultas, y los quirófanos, aunque una vez visto el resultado se congratula de que sean espacios «confortables y funcionales» para los pacientes, los acompañantes y los trabajadores. Este hospital no se construye solo con hormigón y acero. Se construye con decisiones que afectan directamente a la salud emocional y física de quienes lo habitan porque como recuerda Vindel, «la arquitectura influye mucho en la salud de las personas».

En un entorno donde el estrés y la incertidumbre conviven a diario, los árboles, la luz natural y las vistas abiertas se convierten en un antídoto silencioso. Esa intención de curar a través de la arquitectura se convierte en múltiples decisiones aparentemente invisibles, pero que repercuten directamente en el bienestar de quienes cruzan sus puertas: orientación, ventilación, aislamiento, funcionalidad y luz.

Sol que cura, luz que acompaña

La arquitectura hospitalaria tiene un factor diferencial. La luz no es solo una cuestión estética, y en este hospital, cada rayo está medido. Vindel señala positivamente como «todas las habitaciones están orientadas este-oeste, lo que significa que tienen sol por la mañana o por la tarde. No solo luz, sino sol». Aunque a priori puedan parecer lo mismo, no lo es. «Ver el sol una vez al día desde la ventana es fundamental» destaca el presidente de los arquitectos. Y es que la luz natural contribuye a regular los ritmos circadianos, mejora el estado de ánimo y reduce el tiempo de recuperación.

Pero la planificación va más allá. Mientras las habitaciones buscan esa orientación solar, otras estancias, como los laboratorios o zonas comunes, aprovechan la luz difusa de la orientación norte. Vindel explica que para salas de reunión, estudios o espacios donde se necesita iluminación constante sin que el sol incida directamente, «esa orientación es ideal».

Los exteriores como factor principal, no residual

En proyectos de esta índole, el arquitecto señala que puede caerse en ver instalaciones sanitarias sumamente similares en entornos muy diferentes porque se trata de trabajos «muy metódicos». Sin embargo, Vindel refiere que en el caso del Nuevo Hospital Universitario no se ha tratado simplemente de cumplir un programa funcional. A este respecto el arquitecto pone el foco en los espacios exteriores que «no se han tratado como residuales» y la intención «de dotar de valor a esos huecos entre edificios, de relacionar exterior e interior» con la profusión de zonas verdes, destaca Vindel. Esa idea se materializa en patios ajardinados, terrazas abiertas y recorridos visuales con vistas al paisaje conquense.

Porque sí, desde algunos puntos del hospital, Cuenca se muestra en todo su esplendor. Ejemplo de ello son las plantas superiores de la zona ambulatoria donde puede disfrutarse una panorámica espectacular de la ciudad, con la parte antigua al fondo. Esa conexión visual con el entorno no solo orienta al visitante, sino que lo reconecta con la vida exterior.

Funcionalidad intuitiva y comodidad silenciosa

Si en el antiguo Virgen de la Luz los pasillos eran un laberinto monocorde, las nuevas instalaciones sanitarias ofrecen un cambio sustancial con «recorridos son claros e intuitivos», expone Vindel. Para evitar esa sensación de encierro y la falta de control sobre el paso del tiempo, el arquitecto explica como se han instalado «grandes ventanales que te permiten ubicarte». Del mismo modo la diferenciación de los pasillos para que no sean idénticos unos a otros «ayuda a orientarse sin necesidad de señalética constante tanto al personal como a los usuarios», explica Vindel.

La comodidad no es solo cuestión de diseño. Los estándares actuales de climatización, ventilación y aislamiento acústico han elevado el listón. Aunque Vindel reconoce no haber analizado los sistemas técnicos en profundidad, confía en la supervisión de la Consejería de Sanidad que, refiere, revisa «exhaustivamente» todos estos proyectos de las mismas características por lo que, apunta, «la calidad está más que asegurada”.

Materiales funcionales y decoración que relaja al paciente

La innovación no se limita al trazado de planos, también está en los materiales. Vindel señala como en el caso de estas instalaciones sanitarias se ha buscado «que sean funcionales, cómodos» y fundamentalmente que no sean perjudiciales para los pacientes. El arquitecto señala la evolución que se ha producido a nivel estructural desde la época del antiguo hospital hasta la construcción del nuevo pues, asegura, «cada vez se prueban nuevos y mejores materiales en hospitales de todo el mundo y se estandarizan los que funcionan mejor», señala.

Aunque el cuerpo necesita cuidados, la mente es una parte esencial en el proceso curativo en la que los detalles marcan la diferencia. Dicha premisa se ha tenido en cuenta en instalaciones como la zona de resonancia magnética, donde la decoración sorprende con imágenes de pueblos de la provincia, como el castillo de Belmonte y una iluminación LED con colores, lo que propicia que el paciente esté más cómo y la prueba se le haga más amena.

Lejos de la frialdad hospitalaria tradicional, el Nuevo Hospital incorpora también una iluminación más cálida que, además, es más cómoda para la vista cuando empieza a oscurecer. Todas esas «pequeñas diferencias» según Vindel son las que «hacen que este hospital tenga identidad», que se salga de los edificios estandarizados que suelen aplicarse para estos proyectos y que, asegura, «marcan una diferencia real».

Al final, la arquitectura diseña lugares que se habitan y, especialmente en instalaciones sanitarias donde las personas viven momentos felices y momentos difíciles, los detalles lo son todo, asegura el arquitecto. Si un hospital puede parecerse a un refugio más que a una maquinaria clínica, los pacientes lo agradecerán y «esas decisiones pensando en el bienestar, aquí se notan», apunta el presidente del órgano colegial de los arquitectos conquenses.