La norma municipal prohíbe ruidos molestos de electrodomésticos durante el tramo más barato de la nueva tarifa eléctrica

La ordenanza de Medio Ambiente prohíbe sobrepasar de 22:00 a 8:00 horas, coincidiendo con el horario valle, los 25-45 decibelios en viviendas, un límite difícilmente compatible en algunos casos con las características de aspiradoras y lavadoras

Este martes han entrado en vigor las nuevas tarifas eléctricas cuya principal novedad consiste en la aplicación de tramos horarios con diferentes precios en cada uno de ellos. El más caro es el denominado «hora punta o P1», que comprende de las 10:00 a las 14 horas y de las 18:00 a las 22:00, de lunes a viernes. El intermedio es el «normal, hora llana o P2» y se extiende de 8 a 10, de 14 a 18 y de 22 a 24 horas, también de lunes a viernes. Y, por el último, el más barato es el «hora valle» o «P3» que va de las 0 a las 8 horas los días laborables y abarca las 24 horas de los sábados, domingos y festivos de carácter nacional.

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En total, tal como ha contabilizado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) habrá 40 horas punta a la semana, «que coinciden en gran medida con horas de mucha actividad en los hogares para comidas y cenas», también con el horario laboral mayoritario del creciente teletrabajo y de las oficinas. Durante esas horas, los precios son mucho más elevados que en otros tramos del día, y que en el sistema tarifario anterior.

En el otro extremo, habrá 88 horas valle a la semana, el 52% del total. Desde organismos como el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, asociaciones consumeristas y algunos medios de comunicación se ha insistido en que el nuevo sistema abre oportunidades de ahorro a aquellos que trasladen tareas domésticas como la colada o la plancha a la madrugada o a los que retrasen la preparación de comidas y cenas después de las dos de la tarde o las diez de la noche.

«Cualquier actividad perturbadora del descanso»

Al margen de otras cuestiones -como las dificultades de que se esos nuevos hábitos encajen con la organización doméstica en hogares con niños o se ajusten a un ritmo de vida que garantice el descanso recomendado por los médicos- esa modificación se topa con un problema normativo en Cuenca, que es común también a otras ciudades de Castilla-La Mancha y España. La vigente ordenanza municipal de Medio Ambiente prohíbe «cualquier actividad perturbadora del descanso en el interior de las viviendas, en especial en el horario de descanso nocturno» y entre esas perturbaciones menciona expresamente los ruidos y vibraciones del «funcionamiento de los electrodomésticos de cualquier clase, de las instalaciones de aire acondicionado, ventilación y refrigeración» que superen un límite de decibelios.

Ese horario de descanso nocturno va de 22:00 a 8:00 horas de lunes a jueves y durante los domingos. De 23:00 a 9:00 durante viernes, sábados y vísperas de festivos. Coincide casi plenamente con la hora valle de tarifas más baratas de consumo eléctrico. Según otro artículo de la ordenanza medioambiental local, el nivel de ruido recibido en una vivienda en esa franja horaria y transmitido desde el exterior, con excepción de los originados por el tráfico, no puede superar el límite de 25 decibelios ponderados en los dormitorios y estancias similares y de 35 en el caso de cocinas, aseos y pasillos. Para las zonas de acceso común ese máximo está establecido en 40.

En cualquier caso esta norma, que fue actualizada en 2010 en su apartado acústico, señala que el límite para el nivel sonoro transmitido a locales o viviendas colindantes «producido por motores de todo tipo y/o maquinaria accionada por los mismos, de funcionamiento tanto continuo como discontinuo, será de 25 dBA». Además de las cifras, el texto normativo deja abierta la puerta a que sea la Policía Local la que juzgue con su criterio que ruidos «resultan inadmisibles», y por tanto no están permitidos, por su intensidad o persistencia.

Centrifugados

¿Y cuánto ruido genera, por ejemplo, una lavadora mientras está centrifugando? La respuestas depende de muchos factores como el tipo de programa, la ubicación, la ropa cargada o las características del aparato. Un estudio de hace doce años de la OCU señalaba que los más silenciosos del mercado emitían entre 58 y 70,5 dBA durante ese proceso. Un artículo del blog especializado ‘Guía Compra Lavadora’ incidía en cifras similares al hablar de la media de los modelos del mercado: de 70 a 80 dBA para los centrifugados y entre 50-60 para los ciclos de lavado. En modelos más antiguos esos registros pueden multiplicarse con creces.

Igualmente, el portal Mi Aspiradora explica que los modelos considerados silenciosos son los que están por debajo de los 68 db, mientras que la media se encuadra en la horquilla de 70 a 85 dbA. Los aparatos autónomos (tipo Roomba) están mayoritariamente por debajo de los 70. La misma fuente cifra en 45-60 el rango en el que se mueven los lavavajillas. La cadena Tien21 aclara que en el mercado actual las campanas extractoras varían entre los 50 y los 70.

Aislamiento acústico de las viviendas

Todas esas mediaciones se centran en el ruido que emiten los electrodomésticos, no en el de inmisión, que es el que recibe en una casa vecina. Ese indicador va a depender de factores como la cercanía del aparato a la vivienda o el aislamiento de ésta. Con la reforma del Código de la Construcción de 2009 se elevaron las exigencias en el blindaje frente a los ruidos en la construcción residencial, pero la mayor parte del parque de viviendas conquenses son anteriores a esa fecha y, salvo reformas, no cumplen con esos requisitos. Según estimaciones de la empresa Ursa Ibérica cerca del 60% de los pisos españoles tiene «paredes de papel».

Por tanto, un edificio antiguo de finales de mediados o finales del siglo XX o un dormitorio pegado a la cocina de otra casa será, en principio, mucho más vulnerable y proclive a que se sobrepasen los límites legales y que, en consecuencia, no se puedan encender esos electrodomésticos en el horario más ventajoso para el bolsillo. Especialmente si los aparatos son también más viejos y/o de gama baja. La normativa municipal (hay otra ordenanza, la de la convivencia ciudadana, que se expresa en los mismos términos) empuja a que los electrodomésticos, sobre todo los más estruendosos, deban usarse «en hora punta» o algunos fragmentos de «la llana» de lunes a viernes.

El dinero que se podría ahorrar (entre 200 y 300 euros anuales según algunos análisis) por realizar las tareas domésticas con nocturnidad podría evaporarse por las multas por no respetar la ordenanza del Ayuntamiento. Las infracciones se clasifican en leves, graves o muy graves -en función de los decibelios que se superen y otros factores como la reincidencia o el daño causado- y pueden ser de hasta 750 euros en la primera categoría, de hasta 1.500 en la segunda y de un máximo de 3.000 en la tercera.