Investigadores conquenses se suman a la misión ‘Lucy’ de la NASA para hallar el origen de la vida

La asociación AstroCuenca forma parte del equipo internacional de observación de la agencia espacial norteamericana y tiene como objetivo analizar un asteroide de Júpiter que "no está contaminado de la nube de gas y polvo con la que se formaron los planetas"

La asociación AstroCuenca, integrada por observadores e investigadores de la provincia, se han sumado al equipo internacional de observación de la NASA para conocer más detalles sobre un asteroide que se encuentra en las inmediaciones de Júpiter. En concreto, este proyecto se enmarca dentro de la misión Lucy y está batiendo los registros planteados inicialmente porque ya se planea visitar nueve rocas durante su gira de 12 años por los asteroides troyanos de Júpiter y orbitan alrededor del Sol a la misma distancia que aquel planeta del sistema solar.

«Se tiene casi la certeza que estas rocas no están contaminadas de la nube de gas y polvo con la que se formaron los planetas. Lo cual significa que nos va a dar información de cómo estaba ese material cuando comenzó a formarse el Sistema Solar», explica José María Sánchez, astrónomo del Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha.

La colaboración con la agencia espacial estadounidense lo lidera la asociación astronómica AstroCuenca, bajo la coordinación y supervisión de Esteban García Navarro, que ha sido la persona encargada de preparar y desplegar a su equipo humano por la geografía conquense. Además, este proyecto ha contado con la cesión de equipos técnicos del Museo de las Ciencias castellano-manchego. Algo fundamental que ha servido para atender las demandas del proyecto iniciado en la orilla norteamericana del Atlántico. «Uno de los requisitos era contar con un telescopio de 10 pulgadas, NASA quería telescopios grandes», señala Sánchez.

Con el despegue de esta misión, los investigadores de la NASA piensan que «en este tipo de asteroides se pueden encontrar cadenas de carbono que son principalmente necesarias para la vida, con lo cual lo que se intenta estudiar qué hay, analizar realmente cómo era el estado inicial del Sistema Solar y qué tuvo que ver ese estado para que la vida apareciera en planetas como la Tierra», señala el astrónomo.

En noviembre del pasado año, se cumplió el 48º aniversario del hallazgo de los primeros restos antropológicos pertenecientes al esqueleto de un homínido de hace unos 3 millones de años de antigüedad. En su momento supuso un gran avance para el mundo de la investigación. En proyecto fue bautizado como ‘Lucy’, cuyo origen mantiene relación con la canción «Lucy in the Sky with Diamonds» de la banda The Beatles, la misma melodía que ha inspirado a los ingenieros de la NASA para buscar su equivalente en el espacio.

El hallazgo de posibles resultados se centran en encontrar «cadenas complejas de carbono, hidrógeno, oxígeno… que puedan explicar la aparición posterior de planetas como el nuestro».

Diagrama ilustrado sobre la órbita del satélite Lucy, en color verde. Fuente: NASA.

El pasado fin de semana fue el momento más importante para los observadores de la asociación local AstroCuenca, la agencia espacial norteamericana comunicó a su equipo internacional de observadores las zonas más favorables para la observación y recopilación de datos. «Había una línea por el planeta, muy estrecha, en la cual estaba situada la zona centro. Además, había unas líneas colaterales por si había algún error en el cálculo. Por lo cual nos dividimos y los situamos en los márgenes previstos para ver la ocultación de este asteroide de una estrella lejana», explica el astrónomo participante.

NASA proveyó a los equipos con suficiente información para facilitar la observación de este asteroide. La misión era corroborar que aquella estrella desaparecería durante dos segundos a raíz de la ocultación que realizaría el asteroide al orbitar por delante. Dos segundos fueron suficientes para saber el tamaño del objeto desde la Tierra. «Se cree que tiene unos 700 metros, con esta observación que hicimos hace unos días van a saber con mucha más precisión el tamaño del objeto. Además, sabrán si está orbitando solo o tiene algún pequeño satélite. Todo ello lo sabrá la agencia espacial con todos los datos que le enviemos de los dispositivos que hemos tenido».

Esta misión, cuyas raíces también son conquenses, está consiguiendo que el satélite enviado para analizar este asteroide realice un trabajo más preciso cuando orbite cerca del objeto. «Antes mandaban un satélite, hacía muchas fotografías, pero de todas ellas solo valían el 10%. Ahora, con todos los datos que se están aportando el satélite será mucho más preciso gracias a todos los datos que estamos recopilando y que NASA posteriormente filtra».

El proyecto internacional está integrado por unos trescientos participantes desplegados en la zona aconsejada por la agencia espacial norteamericana. Junto a la docena de integrantes de AstroCuenca, también hay observadores de otros puntos de España, así como de Portugal e Italia, zonas por las que transcurre esta franja.

«Personalmente, poder colaborar y participar con instituciones como la NASA siempre es gratificante y que la observación haya sido positiva y les vaya a aportar más información a la misión que lideran todavía genera más gratificación. Aunque los resultados hubieran sido negativos y no hubiéramos podido observar anda, no pasa nada porque se aprende un montón a ubicar objetos y a forzar al máximo nuestros equipos. Ha sido todo un reto porque nos hemos dado cuenta que tenemos tanto equipo técnico como humano», señala emocionado el astrónomo conquense.

Además, según relata José María Sánchez, fruto de la alegría y del trabajo previo, cuando el objeto desapareció según lo previsto, «los dos chillamos ¡Que no se ve, que no se ve!, ¡Lo hemos conseguido! muy emocionados e invadidos por la situación». Ambos se encontraban en mitad del campo, con una temperatura de -6 grados y cerca del municipio albaceteño de Munera.

Sobre los proyectos que este grupo tiene a corto plazo, contemplan futuras colaboraciones con la agencia espacial estadounidense. «Han visto que el equipo funciona y nos seguirán pidiendo ayuda». En 2026 se producirá un eclipse total de sol que será visible desde Cuenca. Una circunstancia que no ocurre desde el año 1959 y sólo fue visible desde las Islas Canarias. Para entonces este equipo conquense ya se prepara para sacar las máximas conclusiones posibles a través de sus observaciones.